Con cambios en nuestras circunstancias ocurriendo cada hora, sabemos que los pastores y líderes de la Iglesia deberán ser flexibles en la forma en que ministran en los estos tiempos. El objetivo no es prescribir un programa o un método en particular, sino alentar a los líderes a reevaluar constantemente sus circunstancias a través de un marco teológico saludable a medida que reciben nueva información.
Muchos pastores han tomado decisiones muy desafiantes con respecto a la manera en que funciona su iglesia. Las respuestas son radicales: desde no hacer absolutamente nada diferente, hasta alterar por completo todos los aspectos del ministerio, trasladando todo a las redes sociales. Entre esos dos extremos hay innumerables variedades de enfoques. Por supuesto, estas no son decisiones fáciles, e instamos a los pastores y líderes a abordar este asunto con humildad, mostrando gracia hacia aquellos que manejan estos desafíos de manera diferente.
Pero ¿debe ser la respuesta final para cada iglesia hacer lo que es correcto a sus propios ojos? ¿Deberíamos aceptar todas las respuestas como válidas? Por supuesto que no. Si bien debemos extender gracia a los demás, también debemos darnos cuenta de que la Iglesia debe responder con fidelidad, y con un claro entendimiento bíblico de su misión.
El pastoreo y la Gran Comisión deben unificar sus diferentes componentes y no deben detenerse ante la pandemia. Sin embargo, la metodología de comunicación del Evangelio será diferente por necesidad. El principio no cambia, sólo las formas del cumplimiento que sigue siendo irrestricto. Los contextos culturales y regionales juegan un papel en la configuración de los canales a través de los cuales la misión eclesiástica fluye más fácilmente. Hay mucho que ajustar aquí. Estamos aprendiendo, perfeccionando, innovando, desarrollando.
La importancia del pastoreo
Pedro, dirigiéndose a los ancianos dice así: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros… (1 Pedro 5:2). Esto indica que el pastor o anciano tiene la responsabilidad de pastorear el grupo de creyentes que le ha sido encomendado. A menudo las redes sociales nos hacen creer que tenemos la responsabilidad de pastorear a creyentes en todas partes del mundo. El patrón de Pablo fue designar pastores o ancianos en cada iglesia (Hechos 14:23), y mandó a Tito a hacer lo mismo (Tito 1:5). Cada pastor o anciano debe recordar que el Dios soberano lo ha puesto en una Iglesia específica como un regalo del Cristo resucitado para la edificación de Su iglesia. Si el anciano es llamado a pastorear un grupo específico de creyentes, no debe distraerse de su trabajo principal y caer en la tentación de pastorear otra iglesia de la red. Pastor, pastorea a la grey donde el Señor te ha puesto y no la descuides, no pierdas tu enfoque. Debemos encontrar maneras de crear oportunidades para atender a los santos. La identidad misma de la Iglesia es la fraternidad prolongada (Hechos 2:41-47).
Gran parte de la vitalidad de la Iglesia local proviene de la capacidad de sus miembros para atender el cumplimiento de los mandamientos mutuos (Juan 13:34, Romanos 12:10, 12:16, 14:19, 1 Tesalonicenses 5:11). Descuidar el pastoreo de los santos elimina las oportunidades para que nuestras congregaciones se amen y se apoyen mutuamente, lo cual es crucial en momentos como los que estamos viviendo.
Utilicemos la vía telefónica o el video para la ministración o consejería personal. Los momentos de oración grupal pueden ser organizados a distancia. Las plataformas virtuales como Zoom nos ayudan con las reuniones de alabanza y predicación. Classroom nos ayudará con la parte educacional. La era de la tecnología ha sido de gran bendición para la Iglesia de Cristo de muchas formas. Tanto los líderes como los miembros de las iglesias están usando diariamente los medios virtuales de una manera u otra para su crecimiento. Hay un alcance mayor, más recursos disponibles y la posibilidad de prepararse mejor. Dios está usando grandemente la tecnología para que más personas escuchen el mensaje de salvación.
Sin embargo, también hay riesgos que debemos considerar y tener presente todo el tiempo. Las redes sociales, traen consigo una plataforma donde la tentación y el peligro abundan para los creyentes y sus líderes. Hay peligros intrínsecos e insidiosos que pueden ser desastrosos para la vida espiritual de individuos e iglesias, y en particular para pastores o ancianos responsables del cuidado espiritual de cada Iglesia local. Hay muchas maneras en que las redes sociales pueden hacer tropezar a un pastor o anciano, por ejemplo:
- Animando su orgullo al compararse con otros siervos de Cristo y así despreciar a otros ministerios.
- Trayendo desánimo a su propio ministerio al compararse con otros siervos de Cristo y codiciar su éxito.
- Exponiendo su vida a la tentación por contenido mundano o que no es consistente con el estilo de vida del creyente.
- Promoviendo un ambiente tóxico donde un pastor o anciano fácilmente puede descalificarse del ministerio por argumentos o debates estériles
El buen criterio, la madurez espiritual, el respeto y la altura ética serán siempre el estrado donde nos pongamos de pie en contra de la arrogancia o la ignominia. ¡El Señor nos ayude!
Amar a las ovejas
Cuidar de las ovejas significa cuidar su espíritu, alma y cuerpo. En tiempos como estos, llenos de incertidumbre, cuidar a las ovejas significa llamarlos a confiar en la seguridad que solo se encuentra en el Evangelio y guiar a nuestras congregaciones a confiar en nuestro Dios Soberano y Todopoderoso, que tiene el mundo entero en sus manos, recordándoles constantemente la promesa de que su Iglesia estará con Él por la eternidad. Sin embargo, también significa protegerlos de los falsos evangelios que afirman que las personas deben tener suficiente fe (que se muestra al ir a reuniones grandes en plena pandemia) para que Dios los bendiga, dando así una falsa seguridad de que Dios los protegerá contra de la enfermedad. Debemos considerar a aquellos que en nuestras congregaciones corren el mayor riesgo de complicaciones graves si llegan a enfermar. Nuestra teología es equilibrada. No caemos en excesos ni imprudencias. No ponemos en riesgo al rebaño en la medida de lo posible.
En Hebreos 13:17, el autor hace claro que el oficio del pastor o anciano involucra un encargo que es de mucha responsabilidad: Los pastores o ancianos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta. El pastor o anciano es responsable de la supervisión espiritual de cada individuo en la Iglesia, esto debe producir un temor reverente en su responsabilidad, ya que en el día final, va a tener que rendir cuentas a Cristo por su administración sobre las personas que el Señor le dio para guiar y cuidar.
No seamos pastores mezquinos que esquilman al rebaño como si fuera propio. Que sirven buscando beneficios personales o como si el ministerio fuera un medio de realización profesional. No usemos la obra como estrado político Las ovejas son de Dios. Trabajamos en el Reino porque hemos experimentado el amor de Dios, por el entendimiento que tenemos del sacrificio de Cristo, por reflejar la imagen del Dios verdadero. El privilegio y deber de cada pastor es entregar buenos resultados al Príncipe de los Pastores.
La importancia de la Gran Comisión
No podemos detener la Gran Comisión (Mateo 28:18-20). Ahora no es el momento de retirarse. El Evangelio no es menos cierto hoy de lo que era antes de COVID19. En momentos como estos el mensaje de salvación es urgente, y el mandato de ir y hacer discípulos todavía se aplica. Sería demasiado fácil para nosotros descuidarnos y omitir tan grande privilegio. Que el aislamiento físico y el distanciamiento social no sea una excusa fácil para la inactividad, para la indiferencia y la flojera. Las crisis perturban los corazones, pero el Evangelio sana esas heridas. No podemos perder la potencial apertura al mensaje de salvación que seguramente ocurrirá con las personas a nuestro alrededor. ¿Cómo cumplimos la Gran Comisión en aislamiento social? Es una pregunta difícil, pero es nuestra responsabilidad buscar juntos la respuesta con mucha oración y sabiduría. Aquí algunas sugerencias:
- Brindar cuidado infantil a los trabajadores de la salud cuyos hijos no están asistiendo a la escuela.
- Pasear el perro de un vecino de edad mayor.
- Ofrecerse para buscar alimentos y suministros para las personas más expuestas.
- Llamar y enviar mensajes de texto regularmente a las personas de su vecindario para saber cómo se encuentran.
- Ofrecer palabras de esperanza para aquellos que enfrentan ansiedad y depresión.
- Cuando tenga que ir de compras, pregunte a los trabajadores cómo están y dígales que orará por su salus y su seguridad.
Con seguridad los miembros de la iglesia pueden ser creativos para encontrar formas de ministrar en este momento a aquellos que están sin la esperanza que nosotros tenemos. Por supuesto, no solo debemos estar dispuestos a servir, también debemos estar dispuestos a compartir el Evangelio. Seamos decididos para satisfacer las necesidades físicas y espirituales en este momento, pero seamos también valientes para presentar la esperanza que hay en nosotros (1 Pedro 3:15).
La Iglesia no necesariamente tiene que reunirse el domingo por la mañana en un gran auditorio para ser “la Iglesia” o para demostrar que Dios tiene poder sobre la pandemia, pero sí debemos proclamar las Buenas Nuevas del Cristo crucificado y resucitado a una comunidad en caos. Equipemos a los santos para este ministerio, porque ese es el camino que debemos transitar en estos tiempos de crisis.