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lunes, enero 13, 2025
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El Pastor Frente Al Desaliento — por pbro. José Ricardo Cruz Escobedo

La persona que labora como pastor tiene un lugar de privilegio dentro de la obra del Señor; pero esto no quita que sufra de las mismas situaciones difíciles que viven los miembros de su congregación, él también puede vivir desalientos, mismos que llegan dentro del ministerio.

El desaliento es un estado de ánimo que llega a perjudicar la vida de muchos pastores. En este mensaje estaremos mencionando algunas causas del desánimo, y lo que se tendrá que hacer para enfrentarlo.

Es un hecho que la gran mayoría de los pastores enfrentamos el desaliento en cierto momento de nuestro ministerio, y esto es originado por diversas causas tales como:

problemas en la congregación por ejemplo: cuando no se cuenta con el crecimiento numérico deseado, cuando algunos miembros se retiran de la iglesia y además el desaliento de que los programas en la congregación no alcanzan ni logran cumplir nuestras expectativas; y por el lado familiar la desesperación aumenta cuando las finanzas son insuficientes, y para empeorar el panorama que decir de las enfermedades (en algún miembro de la familia), un problema que cala en el fondo del ser es ver a nuestros familiares lejos de Dios, que decir y cómo actuar cuando los hijos cometen una falta moral que perjudica la buena imagen del ministro y siervo del Señor.

Tres personajes bíblicos que también vivieron el desaliento son los siguientes:

  1. El capítulo 19 del primer libro de Reyes nos narra el momento en que Elías, el Profeta que hizo descender fuego del cielo; y había matado a los profetas de Baal; por la amenaza de muerte de Jezabel, cayó en un profundo desaliento.
  2. También Juan el Bautista cuando disfrutaba de unos de los mejores momentos de su ministerio, ya que bautizaba a mucha gente y sobre todo con el privilegio de bautizar a nuestro Señor Jesucristo de acuerdo a Lucas 3:21, fue encarcelado por Herodes el tetrarca y al transcurrir de los días el desánimo llegó a su vida, mismo que vemos reflejado en la pregunta que envió a Jesús diciendo: … ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro? (Lucas 7:19).
  3. El apóstol Pedro, juntamente con los otros discípulos, quienes después de la muerte de Jesús se encontraban reunidos en una casa por miedo de los judíos (Juan 20:19), experimentaron el desánimo a tal grado que se retiraron para no ser descubiertos por la demás gente del pueblo.

Las personas anteriormente mencionadas, enfrentaron y vencieron el desaliento haciendo uso de los recursos disponibles.

  1. Busquemos un tiempo para el descanso físico. Elías, en 1 Reyes 19:4-6; 9 nos dice que durmió. Juan el Bautista en la cárcel tenía tiempo para descansar y Pedro de igual manera en la casa donde permaneció aquellos días.
  2. Confesemos el motivo del desaliento a un amigo o compañero de milicia y aún mejor a nuestro Señor Jesús. Tanto Elías como Juan el Bautista exteriorizaron las causas, (1 Reyes 19:10; Lucas 7:20)
  3. No abandonemos totalmente las actividades. Elías, caminó; Juan el Bautista, mantenía contacto con sus discípulos; Pedro, permanecía con los otros apóstoles. Tenemos que aclarar que estas actividades no eran tan fuertes como a las que ellos estaban acostumbrados. Simplemente realizaron aquello que en ese momento podían hacer.
  4. Escuchemos la voz de Dios. En cada uno de los casos, ellos tuvieron tiempo para escuchar a Dios.

Durante el desánimo, es preciso contar con tiempos de respiro, haremos bien si dentro de nuestras agendas como líderes y ministros colocamos tiempos de reposo para nuestra vida y aún más si éste lo compartimos con nuestra familia.

Los devocionales que tengamos como líderes en lo oculto con nuestro Señor serán clave para ahuyentar tiempos de crisis espirituales, la confianza en que Dios escucha nuestras peticiones es un verdadero descanso para nuestro ser.

El Señor está atento a las necesidades de los suyos. Tanto Elías, Juan y el mismo Pedro en medio de las crisis, no tomaron la postura de la derrota, sino que supieron esperar el tiempo de Dios para sus vidas. Las luchas, pruebas y demás vendrán, pero vivimos en tiempos donde el ministro y siervo del Altísimo se arropará bajo la camaradería de algún hermano en la fe, o con algún consiervo de la barra ministerial; todo ello nos quitará un peso de encima. El Señor tiene planes para los suyos.

La actitud de derrota no pertenece a los hijos de Dios. Vivamos confiando en el que nos llamó, pues él es fiel y justo para sostenernos en los momentos de dificultad. Busquemos de la ayuda del soberano Dios.

Compartamos nuestras penas y angustias con el que siempre está atento para librarnos del mal. Cada día tenemos una oportunidad de parte del Señor para superar lo que venga.

Lideres y ministros disfrutemos de aquellos momentos donde Dios se manifiesta, en los cuidados personales, en la protección de tu congregación, en la provisión para los tuyos y en tu superación ministerial, todo esto para la gloria de su nombre. Amén

fuente: Aviva 2011

 

 

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