S e conoce como evangelización el acto de predicar el evangelio de Jesús, es decir, de difundir el las buenas nuevas de salvación, La palabra evangelista viene del griego euangelistes, que significa proclamador o dador de buenas noticias. La tarea evangelística comenzó con Jesús mismo; él fue enviado por el Padre para dar a conocer las buenas noticias de salvación, luego él envía y compromete a sus discípulos en esta gran comisión: Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28:18-20).
Este es un mandato, una orden de nuestro Señor Jesucristo para que continúe la proclamación del mensaje de salvación y la predicación del reino de Dios. Veamos tres puntos muy interesantes de cómo evangelizaron los apóstoles.
Evangelizaron con acción
Esto quiere decir que fueron congruentes, lo que predicaban lo llevaban a la práctica. Recorrían ciudades y aldeas anunciando las buenas nuevas de salvación. Aquí vemos al apóstol Pablo en acción: Y después de estar allí algún tiempo, salió, recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando a todos los discípulos (Hechos 18:23). Enseñaban en las sinagogas: Y entrando Pablo en la sinagoga, habló con denuedo por espacio de tres meses, discutiendo y persuadiendo acerca del reino de Dios (Hechos 19:8). Predicaban con poder: Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos (Hechos 4:33). Sanaban a los enfermos: Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón (Hechos 5:12).
Evangelizaron con compasión
Dentro de este apartado podemos analizar la visión y la introspección de los apóstoles: Su visión: Los vieron descarriados: Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas (1 Pedro 2:25).
Los vieron lejos del reino de Dios: para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros (Hechos 17:27). Los vieron desorientados: porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio (Hechos 17:23).
Los vieron esclavizados al pecado: ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? (Romanos 6:16). Su introspección: (Esto nos hace conocer que es lo que sentían dentro de sí).
Sentían dolor por los perdidos: Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría (Hechos 17:16). Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros (Gálatas 4:19).
Sentían gozo: Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre (Lucas 10:17).
Evangelizaron con un alto grado de compromiso
Reconocían que su encomienda era un llamamiento divino (Marcos 16:15). Creían fielmente en la autoridad que Cristo les había otorgado para echar fuera los espíritus malvados y sanar toda enfermedad (Mateo 10:1). La presencia del Espíritu los capacitó, y nunca faltó el ingrediente de la pasión para llevar a cabo la tarea. Sabían además de lo importante que era la oración en esta misión. Desde esa perspectiva, creo que aún estamos en deuda con el mandato de nuestro Señor Jesucristo de cumplir con la gran comisión.