UN PATRON O MODELO PARA LA ORACION aprende lo que Jesús enseñó a sus discipulos (lec 17)

Jesucristo modeló la mejor manera de orar.

La oración más reconocida en la Biblia es el «Padrenuestro». Sin embargo, es más que una simple oración. Es el patrón que Jesús dio a sus discípulos cuando le pidieron que les ense­ñara a orar. Esta oración, conocida incluso entre los no creyentes, ha sido recitada, enmarcada y adaptada musicalmente. También ha sido la base de innumerables sermones. Sin embargo, no importa cuán familiar pueda ser para noso­tros, nunca pierde su importancia didáctica de cómo debemos orar.

Lucas 11:1 – Señor, enséñanos a orar.

Se ha dicho que se puede examinar la oración con las siguientes adjetivos interrogativos: «Quién, qué, cuándo, dónde, por qué y cómo».
¿Quién debe orar? ¡Todos! ¿Por qué cosas debe­mos orar? ¡Por todo!
¿Cuándo debemos orar? ¡Todo el tiempo!
¿Dónde debemos orar? ¡En todo lugar!
¿Por qué debemos orar? ¡Porque todo en la vida depende de ello!
¿Cómo debemos orar? ¡Con confianza, poder y denuedo!

La oración debe ser una parte continua de nuestra vida. Así como los discípulos de Jesús, nosotros también supliquemos: «¡Señor, enséñanos a orar!».

Parte 1—Cristo enseña cómo orar

Jesús demuestra un compromiso con la oración Lucas 11:1

Cierto día, después do quo Jesús oró, sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar. Jesús, el hijo de Dios, regularmente reservaba tiempo para orar, y estableció un ejemplo importante que sus discípulos notaron. Jesús se levantaba muy tem­prano, o iba a un lugar solitario a orar (véase Marcos 1:35). Antes de llamar a sus discípulos, Él oró toda la noche (Lucas 6:12). «Él se apartaba a lugares desiertos, y oraba» (Lucas 5:16). La oración era parte vital de su vida y ministerio. Los discí­pulos de Jesús comenzaron a tomar nota de la devoción de Jesús a la oración y su impacto, a eso se debe la petición de que les enseñara a orar.

Algunos eruditos han señalado que en tiempos bíblicos era costumbre que un rabino diera a sus seguidores una oración que pudieran repetir. Quizá esta costum­bre motivó la petición de los discípulos.

Jesús describe los elementos vitales de la oración Lucas 11:2-4

Observe que, primeramente, Jesús dijo: «Cuando oréis» no «Si oráis». La oración es esencial para los seguidores de Cristo. Jesús comenzó su enseñanza enfocán­dose primero en reconocer que estamos entrando en la presencia de nuestro Padre Celestial. (Véase Salmo 103:13-18.) Él es santo y digno de nuestra reverencia. Si bien las Escrituras nos invitan a venir confiadamente a Su presencia, debemos venir con reverencia y humildad.

Jesús después instruye a orar que venga el reino de Dios (Lucas 11:2). Aunque la consumación de todas las cosas está en el horizonte, también debemos orar que el reino de Dios reine en nuestro corazón para que cumplamos su voluntad.

Luego, podemos presentar nuestras necesidades: «El pan nuestro pan de cada día, dánoslo hoy» (v. 3). Dios provee para nuestras necesidades. Su provisión, sin embargo, no está exenta de condiciones. En Mateo 6:33, se nos promete que, si buscamos primero el reino de Dios y su justicia, las cosas que necesitamos nos serán añadidas.

El pecado nos impide hacer la voluntad de Dios y recibir sus bendiciones. Por lo tanto, al orar, siempre debemos pedir perdón por el pecado que hemos cometido (v. 4). El perdón que Dios nos ha dispensado requiere que perdonemos a quienes nos han pecado contra nosotros.

La petición final es: «Y no nos metas en tentación» (v. 4). Si bien Dios no nos tienta a pecar (Santiago 1:13), continuamente enfrentamos situaciones y tentacio­nes que nos pueden alejar de nuestra devoción a Dios. Necesitamos la ayuda de Dios para evitar las trampas de la tentación.

Parte 2 Cristo enseña sobre la persistencia de la oración

La necesidad de persistir Lucas 11:5-8

Después de su enseñanza sobre cómo orar, Jesús se enfoca en la importancia de persistir en la oración. En este pasaje, Jesús planteó a sus discípulos una situación hipotética que reflejaba las costumbres del día. Un hombre llega a la casa de un vecino a medianoche, suplicando por un poco de pan para alimentar a un visitante. Según la costumbre, alimentar a un visitante era cortesía común, pero el hombre no tenía nada que ofrecer. Así que le pide pan a su vecino. La hora era inconve­niente. En muchos hogares, la familia acostumbraba dormir en una sala común. El padre dormía en un extremo y la madre en el otro con los niños en medio de ellos. A esa hora de la noche, todos habrían estado ya dormidos.

Por lo tanto, el hombre dentro de la casa le hace ver a su amigo que no es la hora oportuna y que todos estaban durmiendo. Sin embargo, su amigo per­siste en su petición. El dueño de casa finalmente cede, no por la amistad con su vecino, sino por la persistencia. El vecino necesitado buscaba una respuesta a su petición a pesar de la incomodidad. Su determinación refleja la esperanza de que la provisión para su necesidad está a su alcance. La confianza del hombre fue recompensada cuando su amigo le dio el pan que necesitaba para atender a sus visitantes.

Siga pidiendo, buscando, llamando a la puerta Lucas 11:9,10

Siguiendo con el tema de perseverar en la oración, Jesús comunicó su tan familiar instrucción: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». El tiempo de los verbos en el texto original griego implica una acción continua: sigue pidiendo, sigue buscando y sigue llamando a la puerta. También puede haber una progresión en términos de oraciones ofrecidas y la respuesta de Dios. A veces, pedimos a Dios que satisfaga una necesidad en particular y la respuesta llega rápi­damente. Hay otras ocasiones, en que es necesario no sólo pedir, sino buscarlo a Él a través de fervorosa oración y obediencia. Si bien el resultado de pedir es reci­bir, el resultado de buscar es encontrar, quizá implicando el descubrimiento de la voluntad y el propósito de Dios en un asunto. Si la respuesta se retrasa aún más, es posible que debamos perseverar por mucho tiempo. Llamar a la puerta resulta en una puerta abierta, lo que puede representar una dirección específica o un medio específico de cumplir la voluntad de Dios. En cualquier caso, el mensaje es persis­tir para obtener respuesta, ya sea la necesidad algo inmediato o de largo plazo. La diligencia y la sinceridad son clave para recibir respuesta de Dios.

Parte 3 – El Padre da el Espíritu Santo

□ Aun los padres terrenales dan buenas dádivas Lucas 11:11,12

Al concluir su enseñanza sobre la oración, Jesús hizo una aplicación a nivel humano, planteando estas preguntas a los padres: Si un hijo pide pescado, ¿le daría su padre una serpiente? Si pide un huevo, ¿le daría un escorpión? La respuesta rotunda es: «¡Por supuesto que no!». Aunque incluso el padre terrenal más amo­ roso ni siquiera puede acercarse a la santidad y justicia de Dios, ningún padre que se preocupa por sus hijos consideraría remotamente hacer tal cosa. Incluso en su debilidad humana, los buenos padres harán lo que es mejor para sus hijos.

El Padre celestial da mayores regalos Lucas 11:13

Con el ejemplo del amor de un padre terrenal, Jesús declara en tono de pregunta: «¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» No había nada que discutir. La respuesta lógica a esta pregunta es una: «¡Por supuesto que Dios daría el don del Espíritu Santo a sus hijos!»

La referencia de Lucas al Espíritu Santo como dádiva probablemente no se refiere a la presencia permanente del Espíritu Santo en cada creyente, que sigue a la salvación, sino más bien al bautismo del Espíritu Santo. El Espíritu Santo mora en todos los que reciben a Jesús como Salvador; sin embargo, el bautismo en el Espíritu Santo es un regalo posterior para testificar que proporciona un poderoso lenguaje de oración para el uso de los creyentes. Dios no privará a los hijos de sus buenas dádivas; Él quiere proporcionar ese regalo de valor incalculable a quien busque esta bendición.

Jesús nos enseña cómo orar, promete respuestas a nuestras oraciones y concluye con la promesa del don del Espíritu Santo en respuesta a la oración. Este patrón de oración es una excelente manera de aprender a orar.

conclusión

  • Comience un diario de oración con las peticiones de oración y las respuestas.
  • Busque uno o más compañeros de oración para interceder unos por otros.
  • Haga una lista de lo que debe agradecer a Dios antes de hacer sus peticiones.

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