Advertencia apostólica sobre los últimos tiempos

Advertencia apostólica sobre los últimos tiempos :Lea 2a Pedro 2:1-22

Predicción de la apostasía

1 Timoteo 4:1-5
 Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios;
por la hipocresía de mentirosos que, teniendo cauterizada la conciencia,prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad.Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias;porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado.

INTRODUCCIÓN

No había pasado ni un siglo luego del nacimiento de la igle­sia cuando empezaron a surgir grupos y personajes con nuevas enseñanzas que apartaban a los creyentes de la sana doctrina, llevándolos a un estilo de vida totalmente contrario a lo que el Señor Jesucristo había enseñado a sus discípulos. Guiados por el Señor, algunos de los apóstoles comenzaron a es­cribir a las iglesias alertándolas sobre el peligro de recibir a los fal­sos maestros y predicadores del engaño en sus congregaciones y advirtiendo sobre los riesgos de alejarse de la sana doctrina. Tales avisos sirven de orientación a la iglesia contemporánea; si se ob­servan con suma atención se evitará caer en el error de doctrinas dañinas y perversas.

I. LA SANA DOCTRINA DEFENDIDA POR EL APÓSTOL PABLO

1. Una seria advertencia

La advertencia de Pablo no viene sólo de él; es el Espíritu quien afirma claramente (del gr. rhetos, ‘expresamente”1) cuál será el escenario de los últimos tiempos (1 Timoteo 4:1). Así que no de­bería sorprender a nadie el surgimiento de la apostasía. De hecho, el mismo Señor Jesús también nos advirtió de la llegada de los farsantes: Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces (Ma­teo 7:15). Asimismo, anticipó que conforme se acercaran los días finales, la mentira se acrecentará junto con la maldad y muchos caerán en confusión y engaño (Mateo 24:4-12).

El apóstol señala el origen maligno de las herejías. Vienen de es­píritus engañadores y son doctrinas de demonios. Como bien apuntan Cevallos y Zorzoli: La importancia de este señalamiento radica en que como creyentes advirtamos el peligro que representan las fuerzas diabólicas aun en el interior de la iglesia, ya que se nos advierte que Satanás puede disfrazarse como ángel de luz (2 Corin­tios 11:14)2.

2. La correcta instrucción doctrinal

Para el apóstol Pablo el concepto de sana doctrina es aquel que comprende las enseñanzas del Señor Jesucristo y aquellas verda­des y principios que Dios enseñó a su iglesia por medio de sus apóstoles. Se le llama sana doctrina (hygiainouses didaskalia) por­ que resulta saludable y benéfica; es la higiene del alma, frente a las doctrinas erróneas y las prácticas viciosas, que perjudican a la per­sona y le arruinan la vida espiritual3. El de Tarso la llama también la buena doctrina y la palabra fiel (12 Timoteo 4:6; Tito 1:9). Este marco de referencia nos es muy útil para comprender el con­ tenido de la sana doctrina. No se puede ni se debe añadir o quitar palabra alguna. Su integridad debe conservarse intacta pues re­ presenta la voluntad y el pensamiento de Dios.

Desde luego, los falsos maestros no se ciñen a la palabra inspirada por el Señor, y consecuentemente, tampoco respetan la pureza de su mensaje. Por ejemplo, Pablo afirma que estos engañadores establecerán mandatos y prohibiciones que Dios jamás estableció (4:3). Un pseudo maestro tergiversa la Palabra y la usa para su propio beneficio. Esto ya de por sí le acarrea condenación, pero además arrastra a los que le siguen llevándolos a perdición.

Un buen siervo fiel comienza por respetar el contenido de la re­velación predicando con fidelidad el mensaje divino, permitiendo en primer lugar que toque su corazón y su conciencia. Al hacerlo así, tendrá la aprobación del Señor al trazar y predicar la palabra con limpieza y verdad.

3. El llamado a estar alertas

¿Qué habría pasado si Pablo no hubiera advertido con voz profética de los peligros postreros? Evidentemente no sería un buen ministro de Jesucristo. Cada siervo de Dios debe hacer honor a su llamado de convertirse en un heraldo responsable que advierte del peligro y del error.

No somos llamados a callar y presenciar los estragos que causa una doctrina o enseñanza impura y nefasta. Hemos de levantar la voz con un mensaje certero, claro y fuerte. Muchas enseñanzas perversas quieren la aprobación de la grey y de sus pastores para legitimarse y de esa forma terminar minando y socavando la auto­ridad de la iglesia.

4. El discernimiento de lo falso y lo verdadero

Una eficaz arma que usa el maligno es precisamente el engaño, esto sucede cuando los oyentes inmaduros aceptan sin reflexionar o analizar a la luz de la Palabra cualquier enseñanza, que, como ya se ha dicho, no se trata solo de ideas o conceptos filosóficos meramente humanos sino que proviene de la inspiración de Sa­tanás, quien utiliza sus demonios para marcar el pensamiento de los que habiendo perdido la limpia conciencia, ahora viven en su engaño como si fuera verdad; estos son un campo de cultivo para la hipocresía y no les queda más que hablar mentira. Es interesante la manera en la que se cae en la apostasía: en 1Timoteo 4:1 la expresión para seguir (gr. prosejó), que significa estar alerta, con­siderar cuidadosamente, en combinación con engañador (gr. pla­nos), da la idea de considerar cuidadosamente el engaño, pero es sorprendente que sea no para evitar caer en él, sino para creerlo. Los maestros del engaño no actúan solos y tampoco lo hacen por ignorancia, y nada les importa la piedad sino que con la concien­cia corrompida convencen a otros que en sus deseos encuentran una oportunidad de satisfacerse a sí mismos.

Los creyentes tienen la gran responsabilidad de crecer en el cono­ cimiento de la Palabra y de estudiar su doctrina, a fin de desarro­llar la capacidad de discernimiento y de buen juicio. Esto ayudará a detectar el peligro que va encubierto por una fachada aparente­ mente piadosa pero que en su interior resulta mortal.

Nótese que es el mismo Espíritu quien hace la advertencia (4:1). Esto sin duda ha de llevar a considerar la importancia de que el creyente ande constantemente en una vida llena del Espíritu Santo para ser dirigido siempre hacia la verdad y para discernir el error, puesto que el método que usan los falsos maestros, no es un ataque frontal, no es una declaración alta y clara en contra de la verdad, si no que ellos mezclan la verdad con el error5, de tal suerte que los que los escuchan son fácilmente seducidos y engañados. La dirección del Espíritu aunado al conocimiento de la Palabra, constituye un requisito obligado, pues ayudará a distinguir entre lo falso y lo verdadero.

II. ADVERTENCIAS DEL APÓSTOL PEDRO SOBRE LOS FALSOS OBREROS (2 Pedro 2:1-22)

El conocimiento es la vacuna contra el virus del error. Esta es la razón por la que Pedro en su segunda carta, antes de advertirnos contra los falsos obreros, establece en 3:2 la realidad de que Dios nos ha provisto anticipadamente con todo lo necesario para una vida victoriosa en Cristo.

El llamado de Pablo fue tanto a los jóvenes pastores como a los creyentes, a fin de que perseveraran en la sana doctrina. Ahora Pedro está preocupado por los falsos maestros que se han intro­ducido en las iglesias causando estragos y conflictos en la obra de Dios.

Con pluma magistral, el apóstol Pedro describe en su segunda carta las características y el perfil de los falsos obreros. De hecho, usa comparaciones y figuras que ilustran y aclaran la verdadera personalidad de los siervos de la obscuridad (2 Pedro 2:1-22).

1. Los engañadores se disfrazan de apariencia inofensiva y ofrecen frutos apetecibles.

Infortunadamente siempre han existido entre el pueblo de Dios los falsos profetas y maestros corruptos. Reconoce Pedro: Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo como entre vosotros falsos maestros… (2 Pedro 2:1). Kistemaker subraya: Estos profetas eran falsos por partida doble: primeramente, por su mensaje y en segundo lugar por reclamar para sí el oficio profético. Dios los condenó por la mentira que enseñaban y vivían. Además, residían entre el pueblo de Dios con el propósito de descarriarlo6. Y el presente no es la excepción, tal como sucedió en Israel y en la iglesia primitiva, los falsos profetas y maestros siguen infiltrándo­se en la iglesia actual.
Estos mensajeros de destrucción no se cansan ni dan tregua en su nefasta labor de enredar con sus artimañas a los escogidos para desviarlos del buen camino. Usan argumentos persuasivos y ofre­cen frutos apetecibles, pero en realidad son “manzanas envenena­ das”, y muchos sucumben. Ofrecen un evangelio de convenien­cia, predican una gracia barata y viven a expensas del engaño y el fraude. ¡Cuántas historias no hemos oído de cómo estos falsos maestros dividen iglesias y lastiman familias! Con sutil hipocresía y sagacidad maliciosa estos hombres desprestigian la fe de Cristo.

2. Los falsos maestros son una amenaza para la salud de la iglesia

Si estos hombres sin escrúpulos son admitidos en una iglesia sa­ ludable pronto aparecerán los síntomas del contagio y la enfermedad. Los falsos maestros tienen una estrategia que les permite introducirse en comunidades sanas y de esa forma diseminar su virus maligno, presentando sus herejías como doctrinas innovado­ras, como nuevas “revelaciones”que deslumbran e impactan. Pero al paso de los días, cuando germina su semilla perversa, da a luz un monstruo doctrinal que todo lo devora y lo consume.

Por esa razón el apóstol Pedro cataloga estas doctrinas como he­rejías destructoras. El vocablo griego que se traduce como “he­rejía” es jairesis; aparece nueve veces en el Nuevo Testamento y en ocasiones se traduce como “secta” (véase por ejemplo Hechos 5:17). Se relaciona con el verbo jaireomai, que significa “elegir”, “escoger”. La idea que plantea es una doctrina o enseñanza que resulta en división y sectarismo.

Pedro advierte que con tal de lograr sus propósitos egoístas y su avaricia desmedida se defienden con astucia y utilizan vana sabi­duría. El apóstol firma que estos seudo maestros se aprovecharán de los creyentes usando palabras fingidas (del gr. plastois logois, v. 3), la frase literalmente significa palabras inventadas, fabricadas. Es decir, los engañadores sabrán estructurar bien sus discursos; tendrán suma habilidad para usar palabras halagadoras a fin de despertar la fascinación en los incautos. Aparentarán tener un verdadero interés y amor por los oyentes, pero la realidad es que la avaricia y el egocentrismo son su motivación; sólo piensan en cómo explotar a los inocentes.

Pero Dios que es justo no les permitirá ir más allá de los límites dispuestos, y al llegar ahí encontrarán destrucción repentina: So­bre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. Los juicios que Dios ejecutó contra los malvados a lo largo de la historia son el ejemplo vivo de que el Señor no deja el engaño, la injusticia ni la maldad sin castigo.

3. Los falsos maestros son artífices de la esclavitud

Les prometen libertad y terminan esclavos, les prometen paraísos que terminan en infiernos y oasis sin agua ni descanso. El mismo Pedro dice que son fuentes sin agua, niebla empujada por la tormenta (v. 17 NVI), lo que significa que no tienen conteni­do ni esencia, son solo apariencia y todo termina en desilusión y desencanto. Las comparaciones que usa el apóstol no podían ser más acertadas. Imaginemos la decepción de alguien que, sediento acude a una fuente, y descubre que está seca; o el campesino que con emoción ve una nube acercarse, para luego descubrir que es solo neblina que es llevada por el viento (NTV). Así son estos maestros; prometen mucho, pero al final no ofrecen nada digno de valor.

Los expertos del error no buscan edificar sino “atrapar” a sus se­guidores; acechan a sus víctimas esperando convencerlos de vol­ ver al pecado (2 Pedro 2:18). Estos portadores de maldad están perfectamente conscientes de que están equivocados y así deli­beradamente persisten en su vil proceder. No aceptan exhortos ni correcciones, huyen a la luz de la comunión y no conocen la sen­sibilidad ni la paz del Espíritu. El aviso pastoral de Pedro previene pues, a quienes tienen una fe tambaleante y que con facilidad van tras los manipuladores y los publicistas de inmundicia.

III. EL LLAMADO A PERMANECER FIELES EN CRISTO

Muchos de los que iniciaron una herejía o secta fueron personas inconformes con la sana doctrina. Creyeron haber descubierto una “nueva revelación” o “verdad”; se convencieron de que los demás estaban equivocados, sin preguntarse si usaban un método correcto de interpretación bíblica para llegar a sus conclusiones. Luego hallaron en creyentes menos capacitados que ellos un te­rreno fértil para sembrar sus errores.

i. El exhorto del apóstol Pablo

No fueron pocas las advertencias que Pablo hizo a los jóvenes ministros para que permanecieran fieles al llamamiento de Dios. Usó ilustraciones de la milicia, de los deportes, de un hombre de campo que siembra su semilla con esperanza. Toda victoria, afirma el apóstol de los gentiles, ha de conquistarse con determi­nación y valor. Muchos son los obstáculos que se enfrentan para llegar a la meta, pero en todos ellos Dios dará su fortaleza para salir adelante con la frente en alto y sin nada de qué avergonzarse.

2. El exhorto del apóstol Pedro

Luego de hacer un repaso por la historia y ver cómo en todo tiem­po los falsos maestros han causado mucho daño al pueblo del Señor, Pedro ahora por revelación de Dios vislumbra a las comu­nidades cristianas del futuro que también enfrentarán sus crisis y problemas. Percibe que, así como la iglesia del primer siglo en­frentó dificultades causadas por hombres vestidos de ovejas pero que en el fondo son lobos rapaces, así también la de nuestros días no estará exenta de sus propias batallas ocasionadas por los enviados del príncipe de este mundo, que solo desea y provoca desolación y ruina. 1

Sin embargo, se ha de mantener la confianza en que el Señor sabe librar de tentación a los piadosos (2 Pedro 2:9). Por ello, es im­ portante afirmarse en las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles (2 Pedro 3:2). Con paciencia se ha de aguardar la venida de nuestro Señor y Salvador, mientras se vive en integridad, evitando caer en el extravío de los embaucadores.

Conclusión

Sea para la vida de un siervo de Dios en su ejercicio como pastor, maestro o misionero, o para la vida de una iglesia como cuerpo de Cristo, las advertencias son claras a no desviarse del buen camino de la fe y la sana doctrina. Se ha de mantener la vigilancia y estar atentos a los vientos de supuestas teologías que intentarán inva­dir la vida personal o a la iglesia, intentando desviar del rumbo ya trazado. Por otra parte, conviene perfeccionar los sentidos del juicio correcto para desenmascarar a los mentirosos que intentan descarriar el rebaño del Maestro. Igualmente, hay que conducirse de acuerdo con lo recibido mediante la predicación apostólica. Así como Dios guardó a sus siervos que en humildad y obediencia vivieron y predicaron la sana doctrina, también Dios cuidará a su iglesia de los fraudulentos doctores extendiendo su protección y la unción o iluminación impartida por el Espíritu Santo (1 Juan 2:22-25).

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