S i vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu (Gálatas 5:25). El apóstol Pablo nos señala que el propósito de Dios para cada uno de sus hijos es que nos rindamos al gobierno del Espíritu Santo. Que sea la dirección y rectoría de su Espíritu en nuestra vida.
Andar en el Espíritu significa tener dirección y decisiones correctas
El Espíritu Santo provee instrucciones absolutamente claras y detalladas, marca el camino y nos da la guianza necesaria para no andar en confusión.
Los ejemplos de Felipe el diácono y el apóstol Pedro son más que elocuentes para ilustrar y demostrar la dirección del Espíritu Santo.
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Felipe se fue al desierto hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza y justo cuando se ubicó en el lugar desértico el Espíritu le dio la dirección correcta. Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro (Hechos 8:29). Observe que el Espíritu Santo, que todo lo sabe, conocía la gran necesidad del eunuco etíope que viajaba a bordo de ese carro y de su hambre por conocer las Sagradas Escrituras. Es admirable cómo el Espíritu de Dios señaló el carro y movió a Felipe para que el funcionario de Candace fuera instruido en la Palabra y convertido al cristianismo. La dirección del Espíritu Santo es una realidad y una bendición para todo hijo de Dios.
El caso de Pedro también es una experiencia con la dirección correcta del Espíritu Santo. El apóstol subió a orar a la azotea de la casa de Simón en Jope, y mientras intercedía sintió hambre y ocurrió que le sobrevino un éxtasis. …vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.
La reacción de Pedro fue muy impulsiva, pues dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Mientras Pedro estaba impactado por aquella visión que había visto llegaron tres hombres a buscarlo enviados por Cornelio. Y este es el momento en que el Espíritu Santo le da dirección correcta al apóstol. Le señala con exactitud lo que debía hacer. Le provee instrucciones precisas y claras: …le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado (Hechos 10:19-22).
Una vez más el Espíritu de verdad se manifiesta dando instrucciones muy puntuales para cumplir un propósito y no dar lugar a la duda o a la confusión. El Señor sabía de la condición de los gentiles y tenía un plan estratégico para salvarlos. Conocía la trayectoria de Cornelio y la necesidad espiritual que había en su familia y amigos. La dirección del Espíritu Santo es indispensable para vivir correctamente y hacer la voluntad de Dios. La iglesia primitiva nunca envió a misioneros a menos que el Espíritu Santo los eligiera y los ordenara: Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre (Hechos 13:2-4). Una vez más el Espíritu de Dios elige a hombres para enviarlos por una ruta de trabajo, hacia un proyecto de evangelización a fin de ganar para Cristo a cientos de personas en distintas latitudes del mundo.
Andar en el Espíritu significa manifestar la autoridad espiritual ante la oposición demoniaca
Todo creyente que anda en el Espíritu podrá enfrentar y vencer cada ataque del enemigo. Pablo fue atacado por espíritus malignos, pero como vivía lleno del Espíritu Santo avergonzó y derrotó a todos los poderes de las tinieblas. La experiencia más notable fue cuando Pablo reprendió y expulsó el espíritu de adivinación: Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación… Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación. Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora (Hechos 16:16-18). ¡El reino de las tinieblas esta vencido!
El poder del Espíritu Santo es suficiente para aplastar las obras del mal. Cada hijo de Dios que anda en el Espíritu tiene la autoridad y el poder para hacer pedazos al enemigo. Puede vencer la tentación, la soledad, la depresión y toda fuerza de las tinieblas.
Andar en el Espíritu significa mantener la serenidad ante la crisis
Después de que Pablo echó fuera el demonio de la muchacha poseída, Satanás comenzó a complicar las cosas y agitó a la multitud para ponerse contra Pablo y Silas. Los azotaron, los metieron en la prisión, en el calabozo de más adentro y les pusieron los pies en el cepo. Estaban en una tremenda crisis, pero a media noche les oían orar y cantar; adoraban a Dios y exaltaban el nombre de Cristo. El diablo no sabía que cuanto más ataca a los creyentes que andan en el Espíritu, más alabanza sale del corazón para glorificar a Dios (Hechos 16:19-25). Es admirable oír a quienes están sufriendo y sintiendo el dolor en carne propia, cantar y adorar al único Dios verdadero.
La única manera de mantener la serenidad en la crisis es vivir en el Espíritu, andar sometido al poder y a la soberanía del Espíritu de Dios. Nadie está exento de pasar por crisis, todos estamos expuestos a sufrir por causa del reino de Dios, pero si andamos en el Espíritu seremos capaces de mantener la serenidad y de creer en lo sobrenatural. Pablo y Silas, en medio del dolor y de la crisis adoraron al Señor y de repente los cimientos de la cárcel se sacudieron, las cadenas se rompieron, se abrieron las puertas y quedaron en libertad. Cada creyente que anda en el Espíritu sabe que lo sobrenatural vendrá para ayudarle. Dios nunca defrauda a quienes confían en él.