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Cristo y el pensamiento convencional (18) una hermosa leccion bíblica para estudiar

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Los creyentes deben seguir el ejemplo de Jesús de relacionarse con los pecadores.

Lucas 14:23 Dijo el señor al siervo: Vé por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa.

Jesús llegó al mundo en una época en la que los líderes religiosos judíos habían añadido muchas normas y tradiciones propias a la Ley. A menudo, las enseñanzas de Jesús iban contra esas tradi­ciones, y hubo conflicto con esos líderes reli­giosos. Jesús enseñó a sus discípulos y a otros seguidores nuevas maneras de pensar sobre su responsabilidad ante Dios y ante los demás.

Piense en estas preguntas por un momento:

«¿Qué viene primero, la actitud o la acción?». «¿Determina su actitud lo que usted hace, o usted cambia de actitud cuando realiza ciertas acciones?». La lección de hoy presenta a Jesús enseñando sobre la compasión, la humildad y la respuesta adecuada a Dios. Él enseña la impor­tancia de la compasión al sanar a un hombre, aun cuando otros pensaban que no era el momento adecuado. Luego, presenta el resultado que se obtiene de la humildad y lo que se obtiene del orgullo, y cómo los creyentes deben adoptar de todo corazón lo que Dios tiene para ellos. En todo esto, encontraremos que nuestras actitudes y acciones juegan papeles clave en nuestra manera de andar con Dios y la obediencia a Cristo.

1—Jesús sana en el día de reposo

□ Respondiendo a las necesidades Lucas 14:1-4

Las interacciones más polémicas de Jesús con los líderes religiosos fueron en relación con el día de reposo. Los líderes religiosos judíos durante siglos habían interpretado la Ley y habían agregado reglamentos que distorsionaban el verda­dero significado del día de reposo. Jesús se encontró con un hombre que sufría de «hidropesía» (v. 2) que es la acumulación de líquido en los brazos y las piernas. Esta enfermedad en ese tiempo se consideraba incurable. «He aquí» sugiere que el hombre apareció repentinamente frente a Jesús. Su presencia posiblemente fue plan de los enemigos de Jesús, para fabricar una polémica.

A pesar de la motivación, Dios muestra su poder para cumplir sus propósitos. Cualquier intento de los enemigos de Jesús de atraparlo fracasó porque Jesús cumplió su propósito al sanar al hombre que estaba ante El (véase Hechos 10:38).

Pero antes de sanarlo, Jesús preguntó: «¿Es lícito sanar en el día de reposo?» (Lucas 14:3). Esto planteó un dilema para los fariseos y expertos en la ley. Por un lado, la ley misma no prohibía la sanidad en el día de reposo. Pero si reconocían que era lícito, no podrían criticar a Jesús después. Los que intentaban atrapar a Jesús cayeron en su propia trampa. Después de preguntarles su opinión y de no recibir respuesta, Jesús sanó al hombre (v. 4).

□ Un asunto de compasión Lucas 14:5,6

Antes que los fariseos pudieran responder con críticas o acusaciones después de la sanidad, Jesús habló y su enfoque fue en las actitudes de los fariseos y los intérpre­tes de la Ley que estaban presentes (Lucas 14:5). ¿Rescatarían ganado valioso en el día de reposo, o dejarían que un niño sufriera y tal vez muriera por causa del día de reposo? La pregunta de Jesús fue de retórica: ninguno de ellos dejaría que su hijo muriera o su animal sufriera atrapado. La compasión—aun por el ganado—exigía acción. La compasión movió a Jesús a sanar al hombre con hidropesía. Aquellos que lo cuestionaron tuvieron que callar, no podían argumentar contra la necesidad de compasión, independientemente de si era o no el día de reposo (v. 6).

2—-Jesús enseña humildad y servicio

□ Recompensa a la humildad Lucas 14:7-11

Jesús dirigió su atención a los que competían por un lugar en la cena. Anterior­ mente había corregido a sus propios discípulos cuando discutían entre ellos acerca de su lugar de importancia (véase Lucas 9:46-48). Jesús observó cómo los asistentes a esta cena del día de reposo «escogían los primeros asientos a la mesa» (Lucas 14:7), posiblemente a empujones.

Cuando Jesús enfatiza la necesidad de la humildad, recordamos Proverbios 25:6,7, donde Salomón advierte a los que tratan de exaltarse ante los reyes. Jesús convirtió su menscge en una parábola, en que su misma audiencia eran los pro­tagonistas. Comenzó diciéndoles que no eligieran el lugar de honor cuando los invitaran a un banquete de bodas—lo opuesto al comportamiento que estos líde­res judíos acababan de exhibir (Lucas 14:8). Un anfitrión podría asignar asientos a sus invitados según la edad, el rango o la posición social. También era libre de ofrecer el lugar de prominencia a quien tenía en alta estima por alguna razón. En todo caso, el invitado que se precipita a ocupar lugar de prominencia puede ser avergonzado.

Jesús nos ha invitado a practicar la humildad. Cuando un invitado voluntaria­ mente se sienta en el lugar más humilde, el anfitrión podría insistir en que ocupe un lugar exaltado. El anfitrión en la parábola llama a su humilde invitado «amigo», mientras que no trata de esta manera a su invitado orgulloso. Nosotros debemos elegir entre la humildad que resulta en honra, o la exaltación personal que puede conducir a la humillación.

□ Ayudando a los desamparados Lucas 14:12-14

Después de disuadir a sus compañeros invitados de luchar por una posición social, Jesús aplicó esa misma prioridad a su anfitrión. Así como un invitado puede elegir un asiento, y ser exaltado o humillado por haber hecho esa elección, finalmente es el anfitrión quien tiene la última palabra.

El mensaje para el anfitrión es: «invita al pobre, al lisiado, al cojo y al ciego» (v. 13, NTV), los desamparados que nunca podrían retribuir la generosidad invi­tando a una fiesta propia. Jesús dijo que cuando los necesitados están en la lista de invitados, tal anfitrión será recompensado por Dios. Esta recompensa no tiene lugar en esta vida, sino en la venidera. La elección es clara: uno puede aspirar a la recompensa y reconocimiento en esta tierra o puede obrar para recibir el recono­cimiento y las bendiciones espirituales eternas que vienen de Dios.

3—La invitación a la gran cena

□ Lugar a la mesa Lucas 14:15-20

Uno de los invitados recordó la esperanza de los judíos. Ellos esperaban anhelan­ tes un reino que establecería el Mesías, un tiempo de victoria sobre sus enemigos nacionales—y un tiempo de autoridad judía sobre el mundo gentil. Jesús no res­pondió directamente al comentario de este hombre. Es claro que el anfitrión del banquete en esta parábola era Dios, que invita a todos a aceptar el sacrificio de Cristo y de esta manera entrar a la vida eterna en el Reino celestial (véase Juan 3:5,14-17).

Cuando el amo envió a su sirviente a anunciar la hora de la gran fiesta, los invitados dieron excusas en vez de aceptar la generosa hospitalidad del anfitrión. Dos presentaron la excusa superficial de que necesitaban examinar unas compras que habían hecho. Esto representa a aquellos que anteponen sus propios intereses al reino de Dios (véase Mateo 6:33). El último invitado que rechazó la invitación dijo: «Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir» (Lucas 14:20). Un varón judío recién casado estaba exento del servicio militar y otros deberes públicos durante todo un año (Deuteronomio 24:5). Era un insulto igualar la alegría de un banquete de bodas con el hecho de haber sido reclutado para el servicio militar.

□ Oblígalos a venir Lucas 14:21-24

El amo se enfureció cuando supo que su invitación había sido rechazada por todos los que había invitado (Lucas 14:21). En respuesta a este desaire, ordenó a su siervo que fuera a «las calles y callejones de la ciudad» y trajera a los desposeídos y los discapacitados.

Jesús vino primeramente al pueblo judío, cuya experiencia con la Ley y los profetas sirvió de fundamento para su muerte y resurrección. Después de su ascensión, los discípulos debían anunciar al mundo entero—tanto judíos como gentiles—las buenas nuevas de salvación a través de Cristo. Aquellos que respon­den positivamente a la invitación de Dios celebrarán por siempre en su presencia.

Qué nos dice Dios?

Jesús usó el escenario de una cena del día de reposo para enseñar acerca de la compasión y para enfatizar que el más grande anfitrión de todos, Dios el Padre, extiende la invitación al Reino, que es el más grande honor que se nos puede conceder.

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