Tres pastores se juntaron a tomar café. Al conversar se dieron cuenta que en sus tres iglesias había una verdadera invasión de murciélagos.
Uno de los pastores indignado dijo: “Saqué un rifle y comencé a dispararles pero todo lo que logré fue llenar de hoyos el techo”.
“Pues yo traté de atraparlos vivos en una jaula” – dijo otro. “Luego los fui a botar como a 75 kms de aquí, pero toditos volvieron”.
“Pues yo sí que no he tenido ningún problema con ellos”, dijo el tercer pastor.
“¿Qué hiciste?” preguntaron los otros dos asombrados.
“Bueno”, respondió – “Yo simplemente los bauticé y recibí como miembros de la iglesia. ¡Jamás los he vuelto a ver!
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