UN CONCILIO UNIDO.
En mi trabajo de pastor y liderazgo he podido observar los estragos de la amargura. He visto el rencor que lesiona a una organización.
Los otrora amigos íntimos hoy están separados. Los que se tomaban fotos juntos, por el dolor y resentimiento se alejan unos a otros.
Pero también he visto la otra cara de la moneda. Gente que, a pesar de todo, conserva su amor a la obra y no perdió su integridad.
Ministros y creyentes no se sienten bien si están enojados y buscan la reconciliación con sus consiervos.
Para ellos la prueba fue momentánea, pues la relación que tienen con el Espíritu siempre ha sido genuina y la Tercera Persona de la Trinidad les habla a la unidad y el perdón. Por un momento se enojaron, pero la gracia es más poderosa y adhiere a las partes en un solo cuerpo, pues se dan cuenta que el enemigo no es su hermano, sino Satanás.
¿Será posible reconciliar a una nación?, ¡yo creo que sí!, pues lo que se necesita es dejar actuar al protagonista santo, precioso y todopoderoso: El Espíritu Santo.
No vienen tiempos malos, pues eso sería como decir que el Sempiterno Dios tuviera dudas, Él nos ha capacitado para enfrentar todo lo malo, así que sin temor sigamos adelante. Vienen tiempos buenos, donde podremos sujetar nuestro orgullo a los pies de Cristo, perder el orgullo no tiene nada de malo, después de todo, al Altísmo el orgullo humano nunca le ha servido de algo.
¡Nada como el poder del amor del Señor, quien abarca los cielos y la tierra! Cristo Jesús entregó su vida por la iglesia y la habrá de defender. Busquemos la misma actitud del Maestro, quien vino por nosotros cuando éramos aun pecadores. Deja que la gracia del Espíritu dirija tu corazón y ve, busca a tu hermano, vence el orgullo y pídele perdón, pues el peor enemigo que tenemos no es aquél a quien creemos ver con nuestros ojos mortales, sino el Diablo, el mundo, y especialmente, uno mismo.
No es débil quien pide perdón, ¡es valeroso!, pues sólo demuestra que es un simple hombre, pero eso sí, un mortal que está sujeto al Espíritu de Dios.
-Jorge Canto.
