Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad (2 Corintios 13:8).
L a verdad triunfa por sí misma, la mentira necesita siempre complicidad. Epicteto de Frigia (50-135) Filósofo grecolatino, escritor de esta frase célebre, parece coincidir con el concepto paulino de verdad, contenido en sus cartas y resumido en 2 Corintios 13:8 que dice de la siguiente manera en algunas versiones de la palabra de Dios.
Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad (RV60).
Porque no podemos hacer nada contra la verdad, sino solamente a favor de la verdad (DHH).
Pues no tenemos poder alguno contra la verdad, sino sólo a favor de ella (BLS).
El texto se puede dividir naturalmente en dos partes a saber.
La primera es Porque nada podemos contra la verdad… (RV60). La NVI aumenta la palabra …hacer… de tal manera que podemos concluir que el texto nos lleva a reconocer, que nada podemos hacer que sea en contra de la verdad. La segunda …sino por la verdad (RV60). La Biblia de las Américas nos dice: …sino sólo a favor de la verdad, podemos inducir que es un contraste entre la palabra …contra y a favor de… la primera palabra denota oposición y la otra en beneficio y/o utilidad. La Biblia en Lenguaje Sencillo además traduce la palabra …podemos… como poder, pues en griego se usa dunamai, lo que refuerza con mucha más autoridad la posición de que no tenemos poder alguno en oposición o en contra de la verdad, sólo podemos hacer cosas que beneficien la verdad. La Palabra nos presenta un ejemplo claro en el ministerio del apóstol Pablo expresado en la defensa de su apostolado precisamente en esta carta a los Corintios.
Una de las acusaciones en contra del apóstol, era que predicaba en la carne y no en el Espíritu. Esto quiere decir que hablaba de sus propios pensamientos y no los de Dios. A lo cual Pablo responde, que …aunque andamos en la carne, no militamos según la carne (2 Corintios 10:3). Pablo se refiere en sus cartas no a sus propios argumentos, sino en las revelaciones del Espíritu Santo. En su defensa el menciona en 2 Corintios 4:2 Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Se nos dice claramente que no son sus argumentos, puesto que renunció a ellos, lo que quiere decir que sus dichos no eran propios, sino revelados por el Espíritu. Estas revelaciones las cita de manera clara en los pasajes que hablan de: Su conversión en el cap. 9 de Hechos, además en el cap. 12 de 2 Corintios menciona que fue llevado hasta el tercer cielo con el propósito de que se le enseñara el evangelio que tenía que predicar ratificando esto cuando escribe en Gálatas 1:10-24.
Una segunda acusación era que carecía de autoridad y sólo aprovechaba las cartas para endurecer su postura, pero que no se atrevía a decirlo de frente, de forma presencial era débil y carente de profundidad. Pablo arma su defensa recalcando su autoridad como siervo de Dios. Se sustenta en argumentos bien definidos en el capítulo 11:22-33; Primeramente alude a su descendencia; hebreo, israelita, hijo de Abraham; después menciona su llamamiento y ministerio, prosigue con una lista de sufrimientos y por último presenta las señales de su apostolado; señales, prodigios y milagros. Con estas credenciales defiende la autoridad no sólo de la carta, sino de todo su ministerio. Es importante decir, que deja bien en claro en el cap. 13 que su palabra tiene autoridad ya sea por carta o estando presente y que en su siguiente visita no sería indulgente aclarando todo enfrente de testigos.
Todo esto nos enseña que el actuar en contra de la verdad no tiene provecho alguno. Todo lo que hacemos, actúa ya sea a favor o en contra. Como ya hemos dicho, ponernos en contra nos llevará finalmente al fracaso, puesto que nada podemos hacer en contra de la verdad. Por orto lado si decimos y actuamos a favor de ella nada ni nadie podrá acusarnos y por el contrario podremos acabar como el apóstol que no sólo habló de la verdad, sino que la respaldó con sus hechos y dijo: de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios (Hechos 20:24).
Cuantas personas van por la vida creyendo que no tendrán consecuencias de su actuar. Todo tiene consecuencia, es necesario entonces entender que tenemos que vivir para que nuestro testimonio sea el testigo de la verdad.