E l pensamiento más importante en la vida de un cristiano es: ¿Quién es Dios? ¿Cómo es Dios?, y ¿cómo se manifiesta en mi vida?
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Quisiéramos definirlo con base en las experiencias vividas en la oración privada, en el altar familiar, en los momentos de adoración, de lectura de la Palabra, al predicar, al imponer las manos sobre los enfermos, al presentar a un niño o aconsejar a un matrimonio; cuando recorre sobre nuestras vidas un calor, un gozo, una convicción de autoridad, de atrevimiento en Dios, si bien es una manera muy subjetiva de definir la presencia de Dios en nosotros, pero así es como él se revela, a través de las distintas situaciones que vivimos.
Es la Palabra quien nos revela a su autor y las manifestaciones de su presencia en nuestra vida. A la presencia de Jehová tiembla la tierra… (Salmos 114:7); Los montes tiemblan delante de él y los collados se derriten; la tierra se conmueve a su presencia, y el mundo y todos los que en el habitan. (Números 1:5); En él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles. Sean tronos o dominios, sean principados, sean potestades, todo fue creado por medio de él y para él. Porque en él vivimos, nos movemos y existimos (Colosenses 1:16).
La vida de Jonás nos presenta diversas maneras en que Dios se manifiesta en nosotros estemos consientes o no de ello, él ejerce su autoridad, dominio y control de todas las cosas; la omnisciencia, omnipresencia y omnipotencia de Dios están siempre presentes; contrasta con la desobediencia, rebeldía y obstinación del hombre al que llama, que trata de huir de Dios y de su voluntad.
Jonás fue llamado para ir y proclamar el juicio sobre una nación gentil, Nínive. Dios conoce la condición de esta ciudad llena de violencia. Sus ojos observan y sus párpados examinan y expresa: porque ha subido su maldad delante de mí. Dios conoce la condición de cada ciudad. Él envía un profeta que proclame juicio para esta ciudad sanguinaria; Jonás se justificaba razonando lo que describió Nahúm: Ciudad sanguinaria llena de mentira y de rapiña; es una nación gentil enemiga (Nahúm 3:1,19). Ante la perspectiva de Jonás, Nínive merecía juicio y muerte ¿Cómo iría entonces a predicar a esta ciudad?
No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia, antes todas las cosas están desnudas y abiertos los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Su santidad demanda que él castigue el pecado, por ello primero envía un mensajero para advertir de juicio, su anhelo es que ellos huyan de la ira venidera, Jonás sabía del amor y de la misericordia de Dios, por eso, se levantó para huir de la presencia de Jehová.
Podemos huir de su llamado, podemos huir de sus demandas, pero nunca podremos escapar de lo imposible, huir de la presencia de Dios que lo llena todo.
Prejuicios contra la ciudad
Cuando Dios nos da un mandato sólo debemos obedecer, sin prejuicios, sin pretextos, sin discriminar al pueblo a quien somos enviados, a pesar del rechazo que podamos sentir hacia ellos. Porque Dios hará cumplir su voluntad y la manifestación de su poder sobre las aguas, viento, mar sobre la tempestad. La intervención de Dios a favor del hombre para cumplir su propósito redentor, se hará presente hoy y siempre.
Jonás sabía que no podía escapar de la presencia de Dios ¿A dónde me iré de Espíritu?¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra (Salmos 139:7-10).
Dios actúa para confrontar a Jonás
Jonás compra un boleto para viajar en una barca y huir al lugar más distante posible, desciende a la parte baja del barco, tratando de olvidar el llamado, cae sobre él sueño; mientras el Señor levanta una tormenta para sacudirle, sus compañeros de viaje lo despiertan para que clame a su Dios; se da cuenta que el que está moviendo los vientos y la tempestad es el que le ha llamado y pide ser echado en el mar porque entiende que Dios tiene control sobre las cosas.
Dios tenía ya preparado un gran pez que tragase a Jonás (1:17). Tratar de huir de la presencia de Dios te llevará a soledad, dolor, inclusive puede llevarte a sentirte desesperado, todo esto no obstante puede ser un instrumento para confrontarte de quien tiene el control de todo, y que él está presto para oírte bajo cualquier circunstancia. Jonás estaba dentro del vientre del pez y clamó a Dios (2:1-9).
No importa en qué condiciones estés ni el lugar de donde clames, si lo haces con toda sinceridad, él responderá. Más tú sacaste mi vida de la sepultura, oh Jehová Dios mío… y mi oración llegó hasta ti en tu santo templo.
Responde Jehová a Jonás
A una palabra de él obedecen los vientos y tempestades, obedecen las montañas y los valles, cómo no obedecer los profetas sin reservas ni pretextos. Entró Jonás a Nínive, y predicó como le fue mandado, De aquí a cuarenta días Nínive será destruida. Un mensaje divino, claro, contundente y de juicio; movió a un arrepentimiento sincero, que produjo ayuno y oración desde el rey hasta la bestia de toda esa gran ciudad, vistiéndose de cilicio desde el mayor hasta el menor.
Ninguna palabra del hombre producirá un genuino arrepentimiento, sólo la Palabra viva y eficaz declarada sin temor provocará el arrepentimiento del hombre de cualquier ciudad en donde se encuentre.
Conclusión
El Soberano Rey del cielo y de la tierra hace mover la hoja del árbol y ésta cae por su voluntad, todas las circunstancias que enfrentamos tienen propósito en él. Jonás desobedeció y se arrepintió y Dios dio una segunda oportunidad, porque él es Dios de restauración y él levanta a sus ministros para hacerlos llamas de fuego, y los usa para hablar un mensaje de poder y de arrepentimiento en medio de una ciudad de violencia. Él sigue siendo lento para la ira y grande en misericordia. No te detengas en proclamar el mensaje de arrepentimiento para tu ciudad en esta generación, porque Dios sigue actuando en medio de su pueblo.