1 Corintios 2:4-5 (RVR1960)
4 y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, 5 para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Conforme los tiempos avanzan, los cambios no se hacen esperar, el gobierno cambia, el trabajo de administración cambia, las costumbres cambian, las familias cambian, las finanzas cambian, los programas cambian, con el tiempo todo lo tradicional cambia y tenemos que reconocer que también la Iglesia y su estructura en los diferentes renglones sufren cambios. Y dentro de estos cambios eclesiales encontramos el renglón de la predicación del evangelio. Hoy tenemos ministros muy bien preparados que cuentan con variados recursos audiovisuales. Pero cómo olvidar la predicación de nuestros pioneros y ministros de la primera y segunda generación, que mal sabían leer y sólo unos pocos conocían la homilética; algunos con gran dificultad sabían hacer bosquejos, pero eso sí, la mayoría fueron hombres y mujeres, pobres y sencillos, de mucha oración y llenos del Espíritu Santo, que cada vez que tomaban el púlpito para predicar lo hacían ungidos por el Espíritu Santo. Y Dios los respaldaba con conversiones y sanidades y algunas otras señales que los acompañaban.
Se lee en la biografía del Rev. Rodolfo C. Orozco, que cuando llegó a establecer la obra de Dios en Monterrey, él no sabía predicar ni leer; cuando juntaba los primeros grupos de gente, solamente se ponía en pie delante de ellos y comenzaba a hablar en lenguas y orar por los enfermos, esa era su predicación pero la gente sanaba y se convertía.
Se ha metido mucho en nuestros púlpitos lo radical, moderno y liberal y lo que antes era una gran predicación llena del Espíritu Santo, algunas veces se han cambiado por un simple discurso o conferencia secular religiosa.
Definición de la predicación pentecostal
La definimos como la comunicación verbal del evangelio de Jesucristo y las verdades escritas en su Palabra, bajo la unción y poder del Espíritu Santo, acompañada de señales, prodigios y maravillas. Para que sea una predicación pentecostal. El predicador tiene que estar bautizado con el Espíritu Santo que es el que unge y da poder y autoridad al ministro que predica. Un predicador sin el bautismo del Espíritu Santo no será más que un comunicador o conferencista que expone un mensaje bíblico claro y ordenado sobre las verdades del evangelio, pero carente de unción y poder. Seguramente que en el tiempo presente tenemos grandes predicadores, muy preparados y con mucha oratoria, muy emotivos, muy versados en el discurso público, pero eso no sustituye la unción del Espíritu Santo.
Ejemplos bíblicos
En la Biblia resaltan dos grandes predicadores Pedro y Pablo, acerca de Pedro leemos que fue llamado por Jesucristo para que fuera su discípulo (Mateo 4:18, 19). Él estaba orando con los 120 en el aposento alto. Cuando llegó el día del Pentecostés fue lleno del Espíritu Santo. Jugó un papel histórico para abrir la puerta del evangelio a los judíos aquel día y después a los gentiles en casa de Cornelio.
Inmediatamente comenzó su ministerio en el aposento alto en donde después del derramamiento del Espíritu Santo, Pedro predicó su primer sermón bien ungido con el poder de Dios y 3 mil personas creyeron en Jesús.
Pedro fue un gran predicador pentecostal, lleno del Espíritu Santo y acompañándole las señales y milagros en su ministerio. Fue un hombre de mucha oración. En el capítulo 3 del libro de los Hechos nos dice que subía al templo a orar, en el capítulo 4 dice que estuvo con la iglesia en una reunión de oración. En el capítulo 8 estuvo en Samaria y oró para que recibieran el Espíritu Santo. Tenemos también el ejemplo del apóstol Pablo, quien fue convertido en el camino a Damasco, (Hechos 9), y poco después fue lleno del Espíritu Santo cuando Ananías oró por él y le impuso las manos para que recibiera la vista. Pocos días después, comenzó a predicar en Damasco, luego en Jerusalén, en Antioquía y después se fue a establecer iglesias en sus viajes misioneros al Asia y Europa.
Estos dos apóstoles se destacan por su fervor y unción del Espíritu Santo al estregar el mensaje de Jesucristo.
Del apóstol Pedro se dice que era un hombre sin letras y del vulgo, pero se maravillaban de su predica y reconocían que había estado con Jesús; Hechos 4:10-13. Y acerca del apóstol Pablo al escribir a la iglesia de Corinto dice: cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Jesucristo, no fue con excelencia de palabras o de sabiduría, ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder (1 Corintios 2:1-4).
Marcas para identificar al predicador pentecostal
- Debe ser un predicador convertido, nacido de nuevo (Juan 3:3).
- Debe estar integrado en el cuerpo de Cristo, la Iglesia (Romanos 12:4, 5).
- Bautizado en el Espíritu Santo, hablando en otras lenguas (Hechos 2:4).
- Que tenga buen testimonio, consagrado, santificado (1 Timoteo 3:7).
- Con un llamamiento bien definido al ministerio (2 Tesalonicenses 1:11).
- Que sea un predicador de oración y mucha unción del Espíritu Santo, de autoridad y poder.
- Que sea activo y de mucho valor para predicar a Cristo.
- Que desarrolle los dones del Espíritu Santo en su ministerio y sea acompañado de señales, milagros y conversiones.
- Que predique la Palabra de Dios y no filosofías humanas (2 Timoteo 4:1, 2).
- Que proyecte a Jesucristo como el tema central de su mensaje.
En qué consiste la predicación pentecostal
- En que se predique un evangelio completo (Gálatas 1:6-8; Romanos 1:16). Muerte y resurrección de Cristo, salvación, santificación, bautismo en el Espíritu Santo, segunda venida de Cristo; que se predique todo el código de doctrinas bíblicas.
- Que se predique en el poder del Espíritu Santo (Hechos 4:31; 1 Corintios 2:4, 5). Unción, dones, fruto, manifestaciones del Espíritu, fuego.
- Predicación acompañada de señales, prodigios y milagros (Hechos 4:30; 5:12). Orar por los enfermos, sacar fuera demonios, liberación, que tenga resultados su predicación.
- Predicación bíblica, que hable de Jesús y su obra expiatoria, la sanidad divina, evangelismo, la piedra angular.
- Que se predique santidad, consagración, separación del pecado (Romanos 12:1; Hebreos 12:14). Vida cristiana madura, crecimiento espiritual.
- Que se predique un evangelio de esperanza (1 Pedro 1:3-5), el regreso del Señor Jesucristo, el rapto de la Iglesia, vida eterna con Cristo, cielos nuevos y tierra nueva.
- Que se predique un evangelio de unidad e integración (Hechos 2:43-49), un cuerpo, una familia, una Iglesia. ¡Somos uno en Cristo!
Conclusión
Dependamos siempre del poder del Espíritu Santo cada vez que prediquemos. Que el fuego del Espíritu se mantenga ardiendo en nuestro corazón todos los días, y no olvidemos que somos predicadores pentecostales. No perdamos este legado.