SALMOS 150:3-6; NEHEMÍAS 12:46; EFESIOS 5:19
19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones;
El canto del pueblo de Dios lo distingue; es la adoración de los salvos para su Señor y debe ser practicado de acuerdo a principios que honren a Dios y a las instrucciones que para ello nos da en su Palabra.
I- NUESTRA REALIDAD HOY
La nueva cultura musical cristiana está provocando el surgimiento de muchos cantantes al más puro estilo del mundo que reclaman privilegios y un trato especial. Es innegable que han impactado la iglesia en general y mayormente el sector juvenil. Debido a las redes sociales y consolidados por la influencia mediática, muchos de estos cantantes y grupos musicales son exportadores de modelos de música que influyen en los estilos de culto de muchas iglesias y no siempre de manera positiva y edificante.
Debido a este fenómeno renovador y a su innegable influencia, ahora percibimos un estilo de culto musicalizado y reorientado hacia la concientización cristiana basada en valores de la música, de tal forma que el núcleo del culto radica en los tiempos conocidos como de alabanza y adoración. No pocas veces hemos sabido de reuniones donde se privilegia este aspecto dejándose de lado la predicación de la Palabra de Dios y otros aspectos edificantes como la intercesión, la enseñanza y el testimonio vivo del poder del Señor.
No negamos el valor y la importancia de la música en la celebración de las reuniones cristianas, antes bien debemos conocer lo que la Biblia nos enseña al respecto a fin de evitar exageraciones o desviaciones que destruyen y dividen. Quienes se dedican al hermoso ministerio de la música, además deben tener clara conciencia de la trascendencia que el ministerio conlleva, así como la altísima responsabilidad de tener una saludable madurez cristiana y el respeto por la autoridad pastoral.
Pregunta de reflexión o aplicación: ¿Cuáles son los diversos géneros musicales que se han integrado en la ministración de la iglesia?
II- TIPOS DE ADORACION EN LA IGLESIA
Hay por lo menos tres tipos de adoración en la iglesia actual que no necesariamente tienen una base bíblica. Podemos enumerarlos como sigue (adaptado del libro Adoración en crisis
- Adoración Extática
Es una adoración en la cual la gente es llevada a estados altamente emocionales, ya que ese es su objetivo. Se trata de estimular el ánimo para producir un efecto simulado de exaltación emocional. Se busca lograr una impresión de cálida felicidad semi-terapéutica, o en otras ocasiones un gran entusiasmo tratando de obtener por estos medios una sensación de presencia de Dios a través de aspectos terrenales y físicos de adoración como sonido, rítmica, efectos de multimedia o de ambientación.
- Adoración Estética
Representa la idea de que las cosas que son hermosas, artísticas o hábilmente ejecutadas deben ser ofrecidas como una expresión de adoración a Dios. Esta basada en la noción de que no sólo adoramos con pensamientos espirituales procedentes de nuestras mentes y corazones, sino también con las habilidades creativas de nuestras manos y nuestros intelectos. - Adoración mundana
Este estilo de adoración trata cosas bíblicas y sagradas con irreverencia o indiferencia, de tal modo que lo genuino se contamina y vulnera. Puede tratarse de música o estilos irreverentes como el vestido y el comportamiento de la persona que la dirige. Tiene que ver con conductas exhibicionistas en el púlpito y con cantos egocentrados y eminentemente humanistas. Pregunta de reflexión o aplicación: ¿Cuál sería para usted un exceso en la adoración en la iglesia; es decir, que no sea precisamente muestra de genuina entrega a Dios?
III. PRINCIPIOS PARA EL DESARROLLO DEL CANTO Y LA ADORACIÓN
A continuación daremos los siguientes principios para el desarrollo del canto y la adoración en la Iglesia:
- ¿Qué estoy cantando?
El tremendo auge de la música cristiana ha hecho que la producción y composición de melodías sea prácticamente cosa de todos los días. Muchos miembros de nuestras congregaciones experimentan el sufrimiento de apenas aprenderse un canto reciente cuando ya están presentando el nuevo hit cristiano.
Si el problema fuera sólo la cantidad, sería manejable, pero el desafío es que no toda la himnología actual es buena.Es decir, no tiene nada que ver con la Palabra de Dios, e inclusive en ocasiones la contradice. La cuestiones que, al gustar el estilo musical, o los arreglos que la integran. el parámetro para escoger un canto se vuelve solamente el sonido y no su contenido.Con los detalles propios de cada generación, podemos decir en favor de los cristianos de hace algunos años que los testimonios de salvación en las iglesias eran muchas veces en los momentos de alabanza. lira común oír a personas manifestar que se habían entregado a Cristo cuando escucharon Pecador ven al dulce Jesús o algún otro canto con profundidad teológica y evangélica. No eran pocos los que experimentaban una circunstancia así. La letra de los himnos de antaño era una predicación en el más puro y espiritual sentido de la Palabra. El canto era bíblico y ungido por lo que resultaba en la conversión de alguien.
Como explica John Blanchard en su libro El rock invade la iglesia: la música debe ser siempre sierva de la Palabra de Dios, nunca su ama. Si el volumen de la música o su rítmica, me distraen de la letra que se está cantando y me impiden desarrollar una respuesta espiritual (no física ni emocional), entonces el objetivo que debería perseguir, que es la conversión de las almas y la edificación del cuerpo de Cristo, se pierde; y aunque podemos asegurar que es en esta época donde la expresión musical ha tenido su auge más acentuado, la verdad es que cristianos de todas las épocas se han expresado con preocupación en este sentido, como Agustín de Hipona (siglo V), Juan Calvino (siglo XVI) o Carlos Spurgeon (siglo XIX).
- ¿Estoy glorificando a Dios con 10 que canto?
Todo lo que somos y lo que hacemos tiene el altísimo fin de glorificar a Dios (1 Corintios 10:31; Mateo 5:16), por lo que la música no debería ser una excepción. Muchos cantos actuales tienden más bien a presentar una imagen distorsionada de Dios (como un amante celestial, por ejemplo) o sencillamente lo dejan de lado. Es reconocido como un grave problema actual que tanto la predicación como la alabanza se han desviado a un enfoque humanista en una búsqueda de Dios que sólo tiene como fin el bienestar y prosperidad personal sin la intención de glorificarle. Asegurarnos de que Dios está siendo glorificado en lo que cantamos debe ser una prioridad en el culto cristiano.Otro de los problemas más recurrentes con nuestros músicos y ministros de alabanza es el exhibicionismo. El deseo de escucharse más, o de que los talentos sean reconocidos por la congregación, o inclusive de imponer el gusto personal en cuanto a un estilo o género musical. Todo esto conlleva el riesgo de que la gloria de Dios —el objetivo de todo servidor genuino—, se pierda, y con ello la esperanza de una manifestación divina en la alabanza.
Un buen remedio para esto es elegir una alabanza que sea temática. Es decir, una serie de cantos que toquen un solo asunto o concepto, como el poder de Dios, o su amor, o su misericordia. Esto me forzará a buscar material que hable del tema tanto en himnos, coros o canciones modernas. Así el criterio estará centrado en lo que voy a exaltar de. Dios y no en el estilo o canto que le agrade a algún ministro de alabanza en particular.
- ¿Mi canto… es pentecostal?
No es que queramos definir una postura radical en este aspecto, como si lo que no fuera pentecostal no fuera bueno, pero algo que debemos admitir es que en nuestros cultos se ven cada vez menos manifestaciones pentecostales. Nos referimos al bautismo con el Espíritu Santo. Esto tiene una importante razón de ser en los cantos que entonamos.Muchos de los más reconocidos compositores actuales no creen, o en el mejor de los casos no cantan de la llenura del Espíritu Santo, de la sanidad divina o de la venida de Cristo, temas que son medulares en nuestra teología pentecostal.
Nuestros cantos invitaban al Espíritu Santo a manifestarse con poder, a un derramamiento, a una llenura. Tenemos innumerables ejemplos: Vamos orando hasta que baje el poder de Dios; El poder de Dios se siente aquí; Si estoy enfermo alguien me sana; Oh Señor quiero que arda hoy mi ser. Los himnarios nos proveían de abundante material escatológico pentecostal: Oh sí quiero verle; Un día Cristo volverá; Viene otra vez.
Cuando la congregación canta, también ora. Los himnos muchas veces son una especie de clamor, de invitación ferviente y colegiada. Si yo canto pidiendo un derramamiento del Espíritu de Dios, sanidad divina o bautismo con el Espíritu Santo, se convierte en una oración unánime de toda la congregación. ¿Por qué el Consolador no se mueve entre nosotros como lo hacía antes? Tal vez la alabanza forma parte de la respuesta.
Pregunta de reflexión o aplicación: ¿Qué diferencias encuentra usted entre los cantos de antaño y los actuales que se usan para la alabanza en la iglesia?
CONCLUSIÓN
La música y el canto hoy en día son uno de los desafíos más importantes que la iglesia cristiana presenta. No se debería de buscar pobremente sólo una respuesta emocional o física de las personas, sino principalmente una espiritual, un asentimiento a la verdad divina, una confrontación con su situación individual y una entrega genuina ante el Señor.
Nuestra música debe glorificar a Dios, honrarle, y predicar el mensaje de su Hijo encarnado, crucificado y resucitado. Debe exaltar al Espíritu Santo y a sus dones y manifestaciones, y afianzar en el corazón la esperanza de la venida de Cristo.
Además, el canto es un momento importantísimo en la preparación de la congregación para que en el tiempo de la predicación el corazón se encuentre dispuesto para recibir la Palabra.
APRENDISTE: ¿Qué principios bíblicos deben regir el canto cristiano? 2. ¿En qué sentido el canto cristiano es también una oración?
fuente: libro Teología del Culto – Eccad – Tema 22
Aún cuando hay vasta información en la biblia, acerca del uso de música en la alabanza y adoración de Dios; parece ser que pocas congregaciones cristianas se abstienen de ella, para evitar que esta se convierta en una manifestación de desenfreno, alegría antes que gozo y promueva una suerte de emocionalismo mundano.