La decepción en la Iglesia
Todos cuando vamos a la Iglesia vamos con buenas expectativas. Cuando recién llegamos parece que todos tienen su aureola de angeles. Pero la realidad es que la gente que se congrega no son ángeles. Y en algún momento nos van a decepcionar. Ojo, pero mucho ojo. No estoy diciendo que «te pueden decepcionar». Estoy afirmando con toda seguridad que TE VAN A DECEPCIONAR.
Lamentablemente, son muchos los casos de creyentes, que al salir decepcionados por idealizar a su iglesia retroceden en su fe o cambian de iglesia, y sobre todo SE AMARGAN al no perdonar esa decepción. Dando como consecuencia una actitud pecaminosa. Por eso, es muy importante no idealizar, sino conocer porque pasa esto en las iglesias, y cómo debemos reaccionar ante la decepción en la Iglesia.
Entre otras causas, esto ocurre, porque toda iglesia es imperfecta. Simplemente, porque hay gente imperfecta en ella. Los siete mensajes escritos a las siete iglesias del apocalipsis fueron porque eran imperfectas y Dios les estaba llamando a la madurez.
Las cartas de Pablo a las Iglesias de Corinto, Gálatas y demás era por sus imperfecciones. Y así la lista sigue.
Sin embargo, Dios sigue llamándolas Santas y Santificables. Es decir, apartadas para Dios, pero al mismo tiempo siendo perfeccionadas para ser cada día como Cristo. 1 Co. 1:2.
El detalle que muchos pasan desapercibido, es que esto, incluye a todos los hermanos de esa iglesia. Es decir, te incluye a ti, y aún a los líderes y Pastores.
Por consecuencia, la decepción es segura. Pero la diferencia para mantener nuestra fe y adquirir madurez es como reaccionas ante tal decepción.
En primer lugar, tu reacción, debe ser de misericordia. Pues tú mismo decepcionas a otros y necesitas que también usen de misericordia contigo. Mt. 7:3.
En segundo lugar, debe ser de perdón. No solo la gente común necesita ser perdonada, sino también los Pastores y Líderes. Pues ellos al ser directivos nos afecta más la decepción que nos provocan, además, no por ser líderes dejan de ser ovejas como tú y como yo.
El aspecto de perdonar que nunca debemos olvidar, es que, nos beneficia más a nosotros que a los que perdonamos. Porque el perdón mantiene sano nuestro corazón. No hay nada más triste que ver un corazón rencoroso que no ha sabido perdonar. Aleja a los que le rodean, pues nadie quiere ser contaminado con la amargura. Heb. 12:15.
La amargura es una prisión que nos lleva a cometer pecados. Porque a veces en esa amargura difamamos, odiamos, deseamos mal, guardamos rencor y mucho más. Pero sobre todo desobedecemos a nuestro Señor que nos ha mandado a perdonar 70 veces 7 a nuestro prójimo.
En tercer lugar, nunca perder de vista a Jesús. Quien es el único que nunca nos fallará. No lo ha hecho, ni lo hará. Además, al mantener nuestra mirada en él, nuestra fe es intacta y podremos alcanzar la meta. Mantener nuestra mirada en él es mantenernos en obediencia a él, incluyendo el perdón que nos pide dar. Además, al ser el único que ha sido capaz de morir por nosotros en la cruz, es el único que merece toda nuestra confianza e idealización.
Si seguimos estos pasos, nuestro corazón y fe se mantendrán sanos y en constante crecimiento para la gloria y honra de su nombre.
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Hebreos 12:2 RVR1960