Por Francisco Couoh
El Presbítero Alfonzo de los Reyes Valdez, quien fungió como superintendente del Concilio Nacional en México (1984-1996), escribió que “muchos creyentes se sorprenden, cuando en la congregación se encuentran con algunos conflictos… les parece increíble que esto se vea en la iglesia… Jesús… establece la posibilidad de malas relaciones en la iglesia”.[i]
En la congregación del Antiguo Testamento surgieron sismas que quedaron grabados en la historia: la división en el tiempo de Moisés con Coré (Nm.16); la división temporal de la casa de David con Absalón (2 Sa.15:1-6,12); la división de Israel de la tribu de Judá (1 Re.12:19).
En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo atendió algunas comunidades cristianas que enfrentaron divisiones: en Roma (Ro. 16:17-19), y en Corinto (1 Co.1:10-12; 11:17-22).
Respecto a la división en el tiempo de Moisés, “El líder era Coré; y por ello los rebeldes son llamados compañía de Coré” (Nm.16:5, 6;26:9; 27:3).[ii] Así narra Moisés la división que le tocó enfrentar: Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, es decir, “ganaron adeptos para su plan, o persuadieron para que se unieran a ellos”,[iii] y se levantaron contra Moisés, o sea, “crearon un tumulto delante de sus ojos”,[iv] con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre (Nm.16:1-2); con esto se explica que dichos hombres eran “miembros del consejo de la nación que administraban los asuntos de la congregación”.[v] Así que era una división muy seria.
La maldad de ellos consistía en que pedían “igualdad con el sumo sacerdocio, o al menos una igualdad con Aarón”,[vi] argumentando, como señala Kmobel: “que el pasado les baste”, ya que por mucho tiempo Aarón y Moisés han tenido el sacerdocio y el gobierno; además, señalaron: toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová, y de esto infieren que hay igualdad de derechos, motivo por lo que todos podían también ser sacerdotes.
Estos hombres olvidaron que Dios mismo había destinado a Moisés y Aarón como mediadores entre Sí mismo y la congregación. También olvidaron que la condición unida a su llamado era: si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto (Ex.19:5), cosa que ellos no habían cumplido cabalmente, puesto que diez veces habían tentado al Señor, y no habían oído su voz (Nm.14:22).
Esta división se dio porque Coré y sus seguidores desearon ocupar una función que no les pertenecia. Un puesto que no era aprobado por Dios.
En cuanto a los promotores del sisma que atendió el apóstol Pablo en Roma, el énfasis recayó en los falsos maestros que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina (Ro.16:17). De éstos, dice algunas cosas en los versículos 17 al 18 del capítulo 16: causan divisiones; trastornan la fe de los creyentes (Ro.16:17b NTV), no sirven a nuestro Señor Jesucristo (Ro.16:18a), sirven… a sus propios vientres (Ro.16:18b), con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos (Ro.16:18c).
En el mismo capítulo, pero en el versículo dieciséis, el autor ha comentado que se saluden con ósculo santo; por eso ahora les pide que se cuiden de éstos que tienen espíritu divisionista, para que no turben la unidad de la iglesia.
Algunos de estos maestros pueden haber sido legalistas (judaizantes). Otros antinomianistas; “en un sentido amplio se aplica a las ideas de fanáticos que se rehúsan a reconocer cualquier tipo de ley que no sean sus propias ideas”.[vii] O quizá ascetas, que enseñaban una “rigurosa abnegación de los placeres y necesidades corporales… por la creencia errónea de que el cuerpo físico es malo”.[viii]
En general, estos falsos maestros, “pueden negar verdades esenciales de la fe, como la expiación, la resurrección, o la justificación solo por la fe en Cristo”.[ix]
En lo que se refiere a la división que existió en la iglesia de Corinto, Pablo escribe: cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones (1 Co.11:18). De acuerdo con 1 Corintios 1:10-12, los hermanos de Cloé habían informado a Pablo que en Corinto había divisiones y que, al respecto, una representación de Corinto le habían expresado un informe oral (1 Co.16:17).
Las razones de la división pudieron ser varias: primero, entre el liderazgo estaba el deseo de identificarse con Pablo, Apolos, Pedro o Cristo (1 Co.1:12). Pero en el capítulo 11, el asunto era que los miembros de la iglesia procedían de trasfondos culturales, sociales y económicos distintos… Así que aquí “la división no se origina debido a los líderes, sino que se caracteriza por factores socioeconómicos”,[x] que se reflejaron evidentemente en los cultos desordenados de la iglesia de los corintios (1 Co.11:20-22).
“Lo importante que se debe reconocer aquí es que en Corinto se da por sentado que la comida fraternal tiene conexión con la Cena del Señor”.[xi]
Para comprender mejor este concepto, Carleton escribe que antes de que los primeros cristianos celebraran la Santa Cena, celebraban una comida común, a la que llamaban ágape, una comida sencilla y de amor fraternal. La comida era preparada ya fuera en casa o en el lugar donde se celebraba la reunión, de acuerdo con las circunstancias.
Y citando a Unger, señala: “Antes de comer, los invitados se lavaban las manos, ofrecían una oración, y se leían las Escrituras. Después de la comida se recogía una ofrenda para las viudas y para los huérfanos, se daba el beso de la caridad, se leían y se daba contestación a las cartas de otras congregaciones.” Luego añade: “El ágape… era una expresión voluntaria de amor y unidad cristiana… Originalmente los miembros más prósperos de la congregación llevaban comida para ser compartida por todos, pero muy pronto… Surgieron grupos sociales que compartían sólo entre ellos mismos. Uno se puede imaginar fácilmente los efectos que las divisiones y las facciones tuvieron sobre este banquete de amor en Corinto”.[xii]
El apóstol Pablo hace notar que este desorden consistía en que algunos se quedaban con hambre mientras otros se embriagaban (1 Co.11:21), de tal manera que con esta reunión “dividían al cuerpo de Cristo y causaban escándalo ante los incrédulos, en lugar de dar gloria a Dios y edificar a los hermanos”.[xiii] Por eso dice que hacían más mal que bien (1 Co.11:17), y que esto no es comer la cena del Señor (1 Co.11:20).
Y con esto menospreciaban a la iglesia de Dios al humillar a los pobres (1 Co.11:22), pasando por alto que Jesús es cabeza del cuerpo, y que ama y estima a cada miembro, y ninguna parte del cuerpo puede ignorar a otra parte de este (1 Co.12:14–27).
Además, “la consecuencia era que, con cada encuentro, las divisiones se ahondaban”.[xiv]
Cómo enfrentar la división en la iglesia
Las divisiones se pueden dar en la congregación por varias razones. Tres de ellas son las que se han planteado: cuando algún miembro de la feligresía desea una posición en la iglesia; cuando surge falsa doctrina en derredor o en el interior de la comunidad cristiana; y cuando existen problemas socioeconómicos.
Para enfrentar cada problema, la Escritura señala principios que se desprenden de cada experiencia narrada, porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron (Ro.15:4).
De la narrativa de la rebelión de Coré, se pueden desprender varias enseñanzas:
Antes que nada, al enfrentar una división es indispensable orar. Ante la rebelión de Coré, lo primero que hizo Moisés fue que se postró sobre su rostro; (Ro.16:4).
La oración debe ir acompañada con la confianza de que Dios va a contestar la petición (Ro.16:5).
Después de orar, es preciso llamar a la reflexión a los promotores de la división (Nm.16:8-11).
Inclusive encararlos, aunque ellos no deseen entrar en la negociación para resolver el problema (Nm.16:12-14).
La firmeza en el líder debe ser parte del proceso del enfrentamiento (Nm.16:15); es decir, el dirigente no debe dejarse intimidar por los promotores de la división.
Además, es preciso dejar que los divisionistas se desmientan de su mala actitud (Nm.16:6-7, 16-18).
En todo momento hay que dejar que Dios actúe (Nm.16:19-20); Él es el dueño de la obra.
Siempre que surge un problema, el líder no debe dar lugar a que se manche su corazón, ni albergue resentimiento o amargura (Mt.5:8); en este caso, debe interceder por los divisionistas, pedir a Dios a favor de ellos (Nm.16:22).
A veces los problemas “ensimisman” a quienes lo están viviendo, y existe la tendencia de actuar pasando por alto que el Señor está en control de todo, por lo que es imprescindible valorar la misericordia de Dios en proteger a los inocentes, durante todo el proceso(Nm.16:23-26, 27a).
En todo momento, el líder no debe perder de vista la posición que Dios le ha dado, (Nm.16:28-33) por lo que no debe “rebajarse” a la actitud de los que promueven la división.
También hay que dejar que los inocentes vean los resultados de la acción de los divisionistas, para que teman a Dios (Nm.16:34-35).
Es imprescindible dejar claro a los divisionistas que no es la voluntad de Dios que se dañe la congregación con el espíritu con que ellos actúan (Nm.16:36-40); al respecto, el texto sagrado señala que los israelitas quedaron advertidos con lo que vieron: “y serán como señal a los hijos de Israel”.
La forma de enfrentar las divisiones no siempre son las mismas, porque los motivos son diferentes. Respecto a la división en la iglesia en Corinto, Pablo:
No alabó a los promotores de la división (1 Co.11:17), les dijo la realidad de lo mal que estaban al señalarles que sus “reuniones… en vez de serles de ayuda, los perjudican”; les dijo aún más: la verdad es que no les interesa la Cena del Señor(NTV).Les da a entender que ni siquiera deberían asistir a las fiestas de amor, si carecen de él y de la consideración por los pobres.[xv]
Expresó con cautela respecto a lo que oye de la división; la cautela de Pablo se nota cuando escribió: y en parte lo creo (1 Co.11:18).
Además, hizo notar el lado positivo de las divisiones: “para que se vea quiénes son los verdaderos seguidores de Cristo” (1 Co.11:19 TLA).
Señaló lo mal que están los divisionistas, presentándoles razones del por qué están mal. (1 Co.11:21-22); es ese sentido, “Pablo se sirve de una pregunta retórica para abordar a los ricos, y les pregunta si se dan cuenta de que al humillar a los pobres desprecian la iglesia”.[xvi]
Les hizo ver los resultados de su mala actitud (1 Co.11:27, 29-30, 32).
Señaló la forma en que pueden corregirse (1 Co.11:28, 31, 33); “no les sugirió que abandonaran la fiesta, sino que restauraran el sentido apropiado de la misma [v 34]”.[xvii]
Cómo evitar la división en la iglesia
El apóstol ofrece tres consejos en el libro a los Romanos, mismos que pueden aplicarse en cada circunstancia, como medidas para evitar la división de la iglesia. Dijo a los creyentes: que os fijéis… y que os apartéis de ellos (Ro.16:17).
Juan Calvino comenta que los falsos maestros, “…unas veces siembran disensiones, por las cuales los espíritus se apartan de la unidad que está en la verdad, y otras promueven escándalos para apartar los corazones del amor del Evangelio”.[xviii] Por eso Pablo comenta que en primer lugar hay que fijarse de lo que ellos hacen. La palabra griega al respecto es skopéo, y se puede traducir “cuidar de”; “notar”. Las versiones explican esto: “vigiléis” (BLA); “que se cuiden” (NVI; RVC); “que se guarden” (BJL); “que pongáis atención” (LBT); “tengan cuidado” (NTV); “estén alertas” (Peshita). Así que lo que hay que hacer para prevenir la división es “[identificar]… quienes las ocasionan…”.[xix]
Además, dice Pablo: “y que os apartéis de ellos”; “tienen que evitarlas claramente, alejarse de ellas.[xx] En ese tenor escribió a los hermanos de Tesalónica:…os ordenamos… en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros (2 Ts.3:6). Si alguno no obedece a lo que decimos… a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano. (2 Ts.3:14-15).
Luego les da un tercer consejo: pero quiero que seáis sabios para el bien, e ingenuos para el mal (Ro.16:19b). Stott comenta que J. B. Phillips capta bien el contraste: “quiero verlos expertos en el bien, y ni siquiera principiantes en el mal”.[xxi] Así que deben tener discernimiento.
En resumen, para evitar las divisiones hay que realizar tres acciones: ser vigilantes, apartarse, y aprender a discernir. Así cumpliremos con el propósito de Dios en mantener en su iglesia la unidad generada por su Espíritu.
Bibliografía
[i] Allfonzo de los Reyes Valdéz, Eklesiopedia: una ponencia eclesiológica (Comenzar de nuevo, 2021).
[ii] Keil, C. F., & Delitzsch, F. Comentario al Texto Hebreo del Antiguo Testamento (Barcelona: Editorial CLIE, 2008), 414.
[vii] Renwick, A. M. Antinomianismo (Grand Rapids: Libros Desafío, 2006), 97.
[x] Utley, B. Las Cartas de Pablo a los Corintios: Cartas a una iglesia problemática: 1 y 2 Corintios (Lecciones Bíblicas Internacional: Versión digital para logos, 2015)
[xi] Fricke, R., Sánchez, G., Caruachı́n, C., Hill, T. W., Baldeón, E., Comentario bíblico mundo hispano: 1 y 2 Corintios (El Paso: Editorial Mundo Hispano,2003), 138.
[xii] Toppe, C. A. 1 Corintios (Editorial Northwestern, Versión digital para logos, 1998), 109.
[xv] Kistemaker, S. J. Comentario al Nuevo Testamento: 1 Corintios (Grand Rapids: Libros Desafío, 1998), 425.
[xix] Stott, Jhon. El mensaje de Romanos (Barcelona: Ediciones Certeza Unida, 2007), 470.
[xx] Cranfield, C. E. B. La Epistola a los Romanos (Nueva Creación; William B. Eerdmans Publishing Company. Versión digital para logos, 1993), 357.