Orar es parte indispensable en la vida de todo creyente, líder, ministro o pastor. Es necesario orar para llevar una vida de plenitud; más que un deber, carga o responsabilidad, es un grato privilegio del cual podemos disfrutar en todo momento. La oración de David dice: crea en mi, oh Dios un corazón limpio… plasmado en el salmo 51, revela la calidez de un corazón anhelante de purificación total.
Su relación con Dios, como modelo, enseña que no podemos ser ministros sin contacto diario con Dios …no me eches de delante de ti…
Es un recordatorio de la importancia de la presencia de Dios en el hombre y …no quites de mí tu Santo espíritu… implica necesariamente que el ejercicio de todo ministerio debe ser con la unción divina; la carga de responsabilidad y de agenda; los múltiples proyectos y programas de la iglesia.
Las problemáticas diarias de la feligresía son algunos factores que absorben nuestro tiempo y nos desgastan, sin embargo; oramos por una enfermedad, en un acto de gracia o en una vista pastoral, de allí que la oración no debe ser mecánica, ni debe ser ignorada, mucho menos desatendida.
Si oramos por todo, ¿Cómo olvidar nuestra persona? Oración apasionada, es orar con el corazón en la mano y abierto ante Aquel que lo conoce y sabe todo. El rey y profeta, apasionado, al estar en la presencia misma de Dios muestra que el fervor debe ser parte en nuestra intimidad con Dios; esa debe ser hoy nuestra pasión, y pide: lávame, más y más de mi maldad… y luego añade: purifícame y seré limpio. Rodeados de inmundicias y mil males de nuestra propia debilidad, exige un tiempo en el cual nuestro interior anhele estar limpio.
La pasión es un recurso que llega a tocar el corazón de Dios y cuya respuesta no se dejó demorar, porque Dios es fiel. Tanto así que salvó a un hombre sucumbido por el pecado y meritorio de muerte, ¡Qué gran amor el de Dios! David sabía que la pureza viene de Dios, él es quien purifica una oración apasionada por pureza nuestras conciencias de obras malas; lo acepta y afirma ante el Señor, tú no deseas sacrificios, de lo contrario lo ofrecería.
Un corazón lleno de contaminación es obstáculo para servir plenamente a Dios e impide obtener buenos resultados. Fue el mismo David quien expresa su necesidad: Purifícame con hisopo y seré limpio… lávame y seré más limpio que la nieve, y luego añade, y se recrearan los huesos que has abatido.
El clamor de David se basa en el gran amor de Dios y su buena voluntad y pide ser restaurado en pureza; algunas razones son: da fuerza para obedecer, produce alegría permanente, es un testimonio poderoso y es plataforma a la adoración genuina y pilar para la ministración gloriosa en cada culto congregacional y distintivo de nuestra liturgia pentecostal.
¿Quién no desea predicar y que los transgresores sean transformados? O ministrar y que los corazones afligidos reciban gozo? El Espíritu Santo es generoso y dispuesto a sostener a todo creyente y elevarlo, a la posición que justamente el Señor Jesús compró y con el cual bendice toda vida a él rendida.
Maravillosa lección para hoy la que ilustra la vida de un hombre que llegó a ser conforme al corazón de Dios; que el ritual sin arrepentimiento genuino no sirve de nada, nos enseña que aun hombres profundamente espirituales fallan, pero pueden ser perdonados, restaurados y sanados.
La misericordia de Dios no tiene límites. Seamos pues canales de bendición, buscando primero nosotros, con pasión, la pureza que nos da el Autor de eterna salvación.