DIOS HIJO – Jesucristo es el eterno Hijo de Dios

Hebreos 1:1 a 2:4 Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. Hebreos 1:8 Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro de equidad es el cetro de tu reino.

Esta lección prepara el escenario para la presentación de Jesús como nuestro gran Sumo Sacerdote y Sacri­ficio. Primero, la epístola a los Hebreos establece que Jesús es Dios Hijo. No tiene igual—ni entre los ánge­les ni entre los profetas del Antiguo Testamento. Él finalmente tendrá la victoria porque Dios puso a sus enemigos por «estrado de [sus] pies» (Hebreos 1:13).

El escritor de Hebreos cita abundantemente del Antiguo Testamento para mostrar a sus lectores ori­ginales que Jesús es, de hecho, el prometido Mesías, y que ellos (y nosotros) hacemos bien en prestar aten­ción al mensaje del evangelio.

Aunque no sabemos quién escribió el libro de los Hebreos, es importante reconocer que fue escrito ori­ginalmente para los judíos cristianos que enfrentaban el desánimo y la persecución. Ellos necesitaban ver a Cristo como el Creador divino, el Mesías prometido y el cumplimiento de la Ley.

Parte 1-EI más excelente nombre

□ Desde el principio, Dios habló Hebreos 1:1

Hebreos 1:1 comienza con la proclamación: «Dios habló» (1:1, ntv), un recordatorio de que Hebreos está lleno de referencias a la actividad de Dios en favor de su pueblo. Puesto que eran una congregación de judíos cristianos que enfrentaban luchas y persecución, necesitaban un recordatorio de que Dios estaba con ellos, tal como lo había estado con su pueblo desde el principio- hablando e interactuando con ellos.

En el Antiguo Testamento, Dios habló a los «antepasados» y «profetas» «muchas veces y de diversas maneras» (v. 1, ntv). Le habló a Moisés en una zarza ardiente (Éxodo 3:1-3), a Elias en un suave susurro (1 Reyes 19:12,13), a Isaías a través de una visión (Isaías 6:1-8), y a Oseas mediante circunstancias difíciles (Oseas 1:1-11). Dios tuvo una relación cercana con su pueblo desde el principio, con el fin de animarlo y exhortarlo, amarlo y discipli­ narlo. Esta comunicación íntima y sincera culmina en la revelación de Jesucristo.

□ Dios habla a través de su Hijo Hebreos 1:2-4

Los «postreros días» o «últimos días» (ntv) mencionados en Hebreos 1:2 se refieren al tiempo entre la primera venida de Cristo y su pronto regreso. El escritor crea una conexión con el mensaje de Dios en el Antiguo Testamento y a la vez una distinción. En el pasado, Dios había compartido su mensaje a través de profetas y patriarcas. Pero Jesús trajo la ple­ nitud de la revelación de Dios—algo que fue anunciado en el Antiguo Testamento.

Como «heredero de todo» (v. 2), Jesús es plenamente Dios. Al convertirse en hombre, Jesús no renunció a su naturaleza divina. Más bien, Él mismo estableció sus límites al tomar un cuerpo humano. Su cuerpo glorificado se describe como «el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia» (v. 3). Jesús es el Dios Creador, y Él sostiene la creación por su poder.

¿Cómo se relacionan estos versículos iniciales con el resto del libro? Hebreos asegura y afirma la supremacía absoluta de Cristo sobre todas las cosas creadas, especialmente res­ pecto a la salvación. La naturaleza humana induce a las personas a concentrarse en otras cosas para satisfacer sus necesidades espirituales, tal como su disposición para hacer cosas o abstenerse de cosas, o incluso enfocarse en otras fuerzas para lograr su salvación.

Para los cristianos del primer siglo, los ángeles presentaron este tipo de tentación. En la historia de Israel, los ángeles participaron en la liberación de enemigos y peligros y entre­ garon mensajes y dirección del Señor (cf. Génesis 16:8,9; 19:1-12; Jueces 2:1-4; 2 Samuel 24:16,17; Isaías 37:36; Daniel 6:22). Como resultado, en los tiempos del Nuevo Testamento, el pueblo de Dios enfrentó la tentación de adorarlos. Al ceder, estaban poniendo su con­ fianza en la creación, no en el Creador. Cristo es superior a los ángeles y a toda la creación.

Parte 2-Señor de la creación

□ Jesús es superior a los seres creados Hebreos 1:5-9

Hebreos 1:5-9 explica por qué Jesús es diferente de los ángeles. «Porque ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú … ?» (v. 5). En el antiguo testamento el término «hijos de Dios» se aplicó a veces a los ángeles (Job 1:6; 2:1). Sin embargo, a ningún ángel, ni a ningún otro ser creado se le dio el estatus descrito en Hebreos 1:5-9. Solo Jesús tendría y podría ocupar esa posición descrita. La relación única entre Padre e Hijo, que existe dentro de la Trinidad, existió en la eternidad pasada y existirá en la eternidad futura. Jesús posee una grandeza insuperable como Hijo del Dios viviente.

Jesús es el objeto legítimo de adoración de los ángeles (v. 6). Al citar Deuteronomio 32:43 (ntv), el autor vincula a Jesús con la adoración de Dios en el Antiguo Testamento y lo distingue como digno de toda la adoración celestial.

Hebreos 1:7-9 contrasta a Jesús y los ángeles al asemejar a los mensajeros angelicales de Dios a las fuerzas terrenales del viento y el fuego. Usa imágenes de realeza para describir a Jesús: trono, cetro, gobierno, reino. Se sienta en el trono divino y posee atributos divinos como el amor por la justicia y el odio por el mal. Él solo es el Mesías ungido e Hijo de Dios.

Al salir del judaismo, estos primeros lectores de Hebreos se encontraron con serios desafíos. Necesitaban reafirmar su confianza en su Salvador recién descubierto. Asimismo nosotros hacemos bien en renovar nuestra confianza en nuestro incomparable Salvador por encima de cualquier otra distracción.

□ La creación pasará; Jesús permanece para siempre Hebreos 1:10-14

Hebreos 1:10 continúa contrastando al Salvador eterno con el mundo temporal. Cuando comenzó el mundo, Jesús ya estaba presente. Asimismo, aunque el cielo y la tierra pasarán, Jesús permanecerá para siempre (w. 11,12). Nótese la referencia a la ropa, cosas que se vuelven viejas, andrajosas y se gastan con el uso. Pero Jesús estará allí en el «desgaste» del mundo, tal como estuvo cuando fueron puestos sus cimientos (v. 12).

La naturaleza divina de Jesús se destaca como eterna en el versículo 13, que lo coloca a la diestra del Padre, a diferencia de los ángeles, que están en pie ante Dios (véase Lucas 1:19; Apocalipsis 8:2). Dios mismo convierte a sus enemigos en estrado de los pies de Cristo. Hebreos 1:13,14 conlleva la imagen de la guerra en los tiempos bíblicos. Los con­ quistadores ponían sus pies en el cuello de los conquistados, como símbolo de triunfo y superioridad. Tales palabras acerca de Jesús habrían traído consuelo a los creyentes judíos que sufrían persecución. Jesús está sentado a la diestra del Padre y ningún enemigo de su pue­ blo podría salir victorioso sobre ellos al final. Él es el Dios Creador soberano. Todos los enemigos finalmente ocuparán un lugar de deshonra y derrota bajo su autoridad.

Parte 3-Maravilloso Salvador

□ No nos desviemos de la verdad Hebreos 2:1

Dado que Cristo es superior a los profetas y a los ángeles, los creyentes debían «prestar mucha atención a [la verdad]» (Hebreos 2:1, ntv). Los lectores originales de esta epístola debían de ser muy cautelosos en su fe, ya que algunos incluso estaban contemplando regre­sar al judaismo. Había peligros por delante si se alejaban de su relación con Jesús. Habían permitido que las luchas de la fe desviasen su atención de la verdad.

Aquellos que no «[prestaron] mucha atención» al evangelio enfrentaban el peligro de alejarse. La audiencia original de esta epístola no había abandonado el evangelio, pero estaban considerando hacerlo. Si escuchaban enseñanzas que contradecían el Evangelio, enfrentaban el grave peligro de alejarse de la seguridad que disfrutaban en Jesucristo.

Hoy vemos indiferencia a las afirmaciones de Cristo, ignorancia de sus buenas nuevas e interés en las falsas enseñanzas. Aquellos que quedan atrapados en estas cosas deben reconocer el peligro de rechazar la salvación a través de Cristo. Él es la única esperanza de vida eterna.

□ No ignore la salvación Hebreos 2:2-4

Para los judíos, el mensaje de la Ley vino de Dios, y tanto Hechos 7:53 como Gálatas 3:19 identifican la Ley como algo que vino «por disposición de ángeles». Cualquier judío que no obedeciera la ley enfrentaba graves consecuencias (Hebreos 2:2). Si desobedecer una ley que vino a través de ángeles era catastrófico, ¿cuánto más serio es «descuidar» (v. 3) la salvación que recibimos del Padre mismo a través de Cristo?

Tres cosas subrayan la grandeza de la salvación en Cristo: el Señor mismo la pro­ clamó, los apóstoles la predicaron y Dios confirmó su autenticidad con señales, prodigios y milagros (w. 3,4). Debemos de mantenernos firmes en nuestro compromiso con Cristo. La advertencia es clara. No podemos escapar «si descuidamos una salvación tan grande» (v. 3). No hay otra respuesta para el problema del pecado.

¿Qué nos dice Dios?

El evangelio de Jesucristo todavía ofrece la única esperanza de salvación (véase Hechos 4:12). Ante la eternidad, Cristo proporciona seguridad. Debemos decidir permanecer fir­ mes en nuestra fe en Cristo sin importar las tentaciones o luchas que nos rodean.

Acerca de: Editorial VIDA

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