EL HOMBRE A IMAGEN DE DIOS
GENESIS 1:26,27
SALMOS 8:5 -6 Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, para que lo visites? 5 Le has hecho poco menor que los ángeles, Y lo coronaste de gloria y de honra
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos
VERDAD CENTRAL
El hombre posee un gran valor por ser creación divina. Jehová lo hizo a su imagen y semejanza y le dio vida con su soplo. La finalidad del ser humano es vivir para la gloria de su Hacedor.
OBJETIVOS
Comprender la naturaleza del hombre y los aspectos que abarca la imagen de Dios en él. Apreciar esa dignidad
con que fuimos distinguidos. Experimentar la plenitud de vida para la cual fuimos creados.
INTRODUCCIÓN
A menudo se escuchan las Siguientes preguntas: ¿Por que es tan “VALIOSO el ser humano? ¿Qué lo distingue de los animales? ¿Por qué Dios le da un trato especial?
Al hablar de los orígenes del ser humano, la ciencia nos presenta la imagen de un ser subdesarrollado y salvaje. Pero la Escritura nos enseña que la creación del hombre fue la Obra cumbre de la actividad creativa de Dios.
El universo en general revela algunos aspectos de su Hacedor. Pero la humanidad manifiesta cualidades esenciales de Dios que no se pueden ver en otra parte de su creación. El Señor hizo al hombre a su imagen y semejanza, lo creó para su gloria y para tener comunión con él.
DESARROLLO DE LA LECCIÓN
l. LA DIGNIDAD DEL SER HUMANO
Nota complementaria
¿Por qué el autor de Hebreos aplicó a Cristo un salmo acerca de la humanidad en general? Jesús es el hombre por excelencia (Hebreos 2:10-18). Si en algún sentido Dios puso toda la creación bajo autoridad humana, «cuánto más Jesús tiene autoridad sobre ella! De nuevo la hipérbole juega un papel aún mas importante aquí. No «todo» está bajo los pies del ser humano en general, pero sí de Jesús (Hebreos 2:8—9) (Gary Williams. Estudios bíblicos ELA: Alabanza y clamor a Dios [Salmos]. pág. 102).
El hombre ocupa un lugar especial dentro de la creación. Esta verdad se sustenta en el relato de Génesis y en el Salmo 8.
En Génesis hallamos el hecho de que sólo en el caso del hombre se relata una creación directa, por medio del soplo divino. Es cierto que también los animales son descritos como seres vivientes al igual que el ser humano (Génesis 1:20, 21; 2:7), pero sólo este último recibe su vida por un acto especial de Dios. De esta manera, Adán es puesto en la cumbre de la creación.
En el Salmo 8, David reconoce la soberana voluntad de Dios como la única explicación a la posición privilegiada del hombre. Ve la imponente creación, que testifica de la grandeza misma de Jehová, y entonces mira la pequeñez del ser humano. Sin embargo, Dios ha puesto su atención en los hijos de Adán: Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies (Salmos 8:5, 6).
El Rey del universo le otorgó al hombre una enorme responsabilidad. Le confió la mayor autoridad en la tierra al dotarlo como su mayordomo. Jehová le dio señorío sobre las demás especies creadas. Su deber primero fue el de clasificar y dominar sobre los animales para la gloria de su Hacedor. Como representante del Todopoderoso, su principal función era cuidar y preservar en buen estado lo hecho por Dios (Génesis 1:26;2:15, 19, 20).
II. LA IMAGEN DE DIOS EN EL HOMBRE
Nota complementaria
Creados a la imagen y semejanza de Dios nos da la interesante representación de una moneda que ha sido puesta en un troquel, y lo que hay en el cuño queda marcado en la moneda. En el hombre hay de lo que hay en Dios (J. Dwight Pentecost. Marchando hacia la madurez espiritual. pág. 38). El gran propósito que Dios quiere realizar mediante la redención, es restaurar esa imagen en el hombre, hasta que sea perfecta, como se observa en Cristo. (Pablo Hoff. El Pen‘tateuco. pág. 27).
La imagen divina en el hombre no se refiere a una representación física, pues Dios es espíritu. Los siguientes aspectos son los que comprenden la imagen del Señor en el ser humano:
l. IMAGEN ESPIRITUAL
El hombre fue hecho para cumplir su propósito de adorar al Altísimo. Esto no se trata de un mero accidente cósmico, sino más bien de una aptitud para conocer los deseos del Creador.
Por esta capacidad espiritual, tenemos el enorme privilegio de entrar en comunión personal con Dios. Las personas fueron creadas, después de todo, para alabar al Señor y encontrar su finalidad más alta en ello. La responsabilidad de honrarle, glorificarle y gozarse en él nos habla del objetivo más elevado del ser humano: amar a su Hacedor. Aunque por el pecado se rompió esa comunión, en Cristo es posible su restauración.
Dentro del área espiritual puede mencionarse también su eternidad. El hombre se distingue de todas las demás formas de vida por el hecho de ser inmortal. Sólo él recibió el soplo de Dios, siendo conformado en un ser con un espíritu que no muere.
2. IMAGEN RELACIONAL
Los seres humanos fueron creados para relacionarse, para complementarse unos a otros en el amor. El plan era que hombre y mujer llegaran a ser una sola carne, una unidad en todos los niveles: espíritu. alma y cuerpo. La imagen de Dios en el hombre le da la capacidad de amar. cuidar, proteger, sentir afecto y establecer relaciones de amor y compañerismo con otras personas, dentro de un estado saludable para él y los demás.
3. IMAGEN MORAL
Dios creó al hombre moralmente recto. Era el ser humano inocente de pecado cuando recién habitó el Edén. Por causa de la caída llegó a conocer el mal. Pero posee autoconciencia que lo alienta a hacer aquello que es correcto y lo reprende al realizar acciones incorrectas. La conciencia le ayuda a aceptar la culpabilidad de sul mal proceder.
4. Restauración de la imagen de Dios en el hombre
Debido a la degradación que el pecado provocó en el ser humano se estropeó la figura divina en el hombre, a tal grado de distorsionar el propósito por el cual las personas están en este mundo. Pero en Cristo las cosas son restauradas a su esencia inicial, volviendo a tomar el rumbo fijado por el Creador. En Jesús hallamos el modelo perfecto de lo que el Padre espera de nosotros, en su humanidad Cristo es la perfecta imagen de Dios ofrecida a la humanidad como el ejemplo a seguir (LBLA índice de tópicos).
III. LA NATURALEZA DEL HOMBRE
Nota complementaria
El Antiguo Testamento ve siempre la forma física del cuerpo como algo que participa en los fines espirituales a los que puede llegar la naturaleza humana. Los miembros del cuerpo son siempre medios y expresiones de valores personales y nunca se entienden en su aspecto puramente físico. Cuando Dios perdona, los huesos que estaban rotos (en español dice «abatidos» se. regocijan (Salmos 51:8) (“William Dyrness. Temas de la teología del Antiguo Testamento. pág. 72).
¿Cómo describe el Antiguo Testamento al hombre?
¿Qué elementos lo conforman?
No encontrarnos en un pasaje que con detalles explique la composición del ser humano. Pero sí se usan constantemente términos básicos que sirven para describir su naturaleza y dan evidencia de su finitud y su condición de criatura.
Uno de ellos es
- POLVO, el cual alude a su origen. El hombre es sólo polvo de la tierra, únicamente tiene vida porque Dios ha soplado en él (Génesis 2:7).
- CARNE – Asimismo, los hebreos usaban frecuentemente la palabra “carne”. Este vocablo resalta la existencia física y la temporalidad del ser humano (Génesis 6:3); comparados con el Eterno, los hijos de Adán son como la efímera hierba (Isaías 40:6-8). En ocasiones se usa simplemente como sinónimo de «persona» (Génesis 6:12).
- ALMA – La palabra “alma” también aparece en el Antiguo Testamento. El término posee varios significados: cuello, garganta, respiración. Cuando se aplicaba al hombre podía hacer referencia a su aliento como elemento de Vida (Génesis 35:18), a su interior o al ser entero (Salmos 42; 103:1; Proverbios 19:15; Ezequiel 18:20).
- ESPÍRITU – Otro vocablo similar es «espíritu». que también se traduce como “viento” o «aliento», y en ocasiones parece tener un sentido más elevado que “alma . Puede significar el aliento o energía del cual emana la vida dada por Dios (Isaías 42:5), el ánimo, la actitud, las emociones o el temperamento (Génesis 26:35; Números 14:24; Proverbios 16:18; 17:27; Eclesiastés 7:8) e incluso la intención y el pensamiento (Ezequiel 11:5).
- CORAZÓN: Finalmente. aparecen con frecuencia dos términos más: Un de ellos es «corazón«, que puede referirse tanto al órgano del cuerpo (Éxodo 28:29; 2 Samuel 18:14), como al ser interior de la persona (Deuteronomio 30:14; 1 Samuel 16:7). El pensamiento veterotestamentario consideraba al corazón como el asiento de las emociones, la razón, y la voluntad. En Génesis 6:5 vemos que el pecado está establecido en el “corazón” del hombre, es decir, en su voluntad, en su pensamiento y en sus acciones. Por ello, el Señor pide al hombre el corazón a fin de que sus ojos anden en camino de rectitud (Proverbios 23:26).
- SANGRE – El otro vocablo es “sangre”, que en muchos casos tiene un sentido literal, pero también puede ser símbolo de la vida (Génesis 9:4-6; Proverbios 1:16).
CONCLUSIÓN
No somos un accidente del universo. Somos resultado del acto creador del Todopoderoso. Las capacidades con que fuimos dotados nos distinguen de los animales y nos dicen que fuimos hechos a imagen de Dios. Aunque la imagen del Creador fue afectada por el pecado, gobernando así el egocentrismo, Jesucristo logró con su sacrificio expiatorio conectarnos una vez más con el Señor. El perdón de nuestros pecados y la restauración de nuestra vida, de la imagen inicial, como obra principal de la sangre derramada por Cristo en el madero, nos permite hoy en dia poder acercarnos a Dios.
El fin más alto por el cual Dios nos hizo es para su gloria y para que disfrutemos de su comunión amorosa por siempre (Salmos 73:24—26; Romanos 11:36).
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