Así que, arrepentios y convertios, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio (Hechos 3:19)
Las personas que hoy tienen 60 años han sido testigos de más cambios que los que pudieron conocer las gene raciones anteriores. Parece que el progreso precipita su curso. La vida material ha mejorado en ciertas etapas de la sociedad, pero esa mejora hace resaltar el estancamiento moral, y esto no es más que el indicativo de que cada día que pasa, el hombre necesita reconciliarse con su Creador por medio de Jesucristo.
En cierta ocasión un niño entró a una tienda para comprar dulces. Sólo tenía en el bolsillo un peso. Se quedó mirando el mostrador. El dependiente pronto se impacientó y dijo: —Niño si quieres comprar algo, ándale, rápido, pues vamos a cerrar el negocio y tengo que ocuparme en otras cosas. Entonces el niño lo miró y le dijo: —tengo sólo un peso para gastar, así que debo hacerlo con mucho cuidado.
Tenemos una sola vida, por lo tanto, somos llamados a administrarla sabiamente. La sociedad, cada vez más devaluada moralmente y carente de los principios bíblicos, necesita de jóvenes que, como Jonatan Edwards, sean los instrumentos de un avivamiento en nuestros días
1. SU CONTRIBUCIÓN
Jonathan Edwards fue la persona más sobresaliente en ese avivamiento que se llamó El Gran despertar. Su vida es un destacado ejemplo de consagración al Señor que propició un mayor desarrollo del entendimiento, y lo hizo sin ningún interés personal, dejando al Espíritu Santo que hiciera uso de ese mismo entendimiento como un instrumento en sus manos. Jonathan Edwards amaba a Dios, no solamente de corazón y alma, sino también con todo su entendimiento. Su mente prodigiosa se apoderaba de las verdades más profunda alma era de hecho un santuario del Espíritu Santo. Bajo una calma exterior aparente, ardía el fuego divino como un volcán.
Los creyentes de hoy le deben mucho a ese héroe de la fe; gracias a su perseverancia en orar y estudiar bajo la dirección del Espíritu se retornó a varias doctrinas y verdades de la iglesia del primer siglo. Una de ellas es la del nuevo nacimiento, como una experiencia cierta y definida, en contraste con la idea de la iglesia romana y de varias denominaciones, de que es suficiente vivir únicamente por las obras
II. SU INFANCIA
Jonathan Edwards fue el único hijo varón, hermano de diez hermanas. Su padre fue pastor de una misma iglesia durante 64 años y su madre era hija de un predicador que pastoreó una iglesia durante más de cincuenta años. Jonathan, a la edad de siete u ocho años, presenció un avivamiento en la iglesia que pastoreaba su padre, y desde aquel entonces se acostumbró a orar durante cinco veces todos los días y a llamar a otros niños para que oraran junto con él.
Este joven se destacó por un profundo deseo de consagración a Dios, dejando que el Espíritu Santo usara su vida como el instrumento que traería un despertamiento en Nueva Inglaterra y las colonias del norte, llegando hasta Escocia e Inglaterra durante el siglo XVII.
Desde su temprana edad se dedicó con ahínco a estudiar, no sólo la Biblia, sino también en lo secular. Graduó a los 17 años en el Colegio de Yale, con las más altas calificaciones. Tiempo después fue elegido para el ministerio y a la edad de 24 años se casó con Sara Pierrepont, hija de un pastor; de esa unión nació una familia de 11 hijos, tan numerosa como en la que él creció.
III. SU CONSAGRACIÓN
Jonathan Edwards tenía por costumbre estudiar y orar trece horas diarias. Su esposa también lo acompañaba diariamente en la oración. Después de la última comida, dejaba todo cuanto estuviera haciendo para pasar una hora con su familia.
Es importante destacar que en el tiempo en el cuál Jonathan vivió fue una época en donde las iglesias estaban indiferentes a Dios y llenas de pecado; habían olvidado la verdadera experiencia del nuevo nacimiento. Era necesario que los cristianos despertaran ante el peligro de pasarse la vida sin tener la seguridad de estar en el camino de Dios, cuando en realidad estaban a punto de caer en el infierno.
La iglesia necesitaba despertar a un avivamiento y fue Jonathan quien con la unción del Espíritu Santo comenzó a predicar sobre la doctrina de la salvación por gracia, justificación por fe, y la necesidad de un arrepentimiento genuino en los corazones de los hombres
IV. SU SERMÓN MÁS FAMOSO
El sermón Pecadores en las manos de un Dios airado merece una mención especial. El pueblo, al entrar al culto, mostraba un espíritu de indiferencia y hasta falta de respeto ante los cinco predicadores que estaban presentes. Jonathan fue escogido para predicar.
Él medía dos metros de altura; su rostro tenía un aspecto delicado y su cuerpo estaba muy enflaquecido de tanto ayunar y orar. Sin hacer ningún gesto, apoyado con un brazo sobre el púlpito, sosteniendo el manuscrito con la otra mano, hablaba en voz monótona. Su discurso se basó en el texto de Deuteronomio 32:35: a su tiempo su pie resbalará.
Después de explicar ese pasaje, añadió que nada evitaba por un momento que los pecadores cayesen al infierno, a no ser la propia voluntad de Dios; que el Señor estaba más encolerizado con algunos de los oyentes que con muchos de los que ya estaban en el infierno; que el pecado era como un fuego encerrado dentro del pecador y listo, con el permiso de Dios, para transformarse en hornos de fuego y azufre; y que solamente Dios los guardaba de una muerte instantánea.
También les dijo:Ahí está el infierno con la boca abierta. No existe nada a vuestro alrededor sobre lo que os podáis afirmar y asegurar… hay en este momento nubes negras de la ira de Dios cerniéndose sobre vuestras cabezas, que presagian espantosas tempestades con grandes rayos y truenos. Si no fuese por la soberana voluntad de Dios, que es lo único que evita el ímpetu del viento hasta ahora, seríais destruidos y transformados en una paja de la era… El Dios que os sostiene en la mano sobre el abismo del infierno, más o menos repugnante sobre el fuego, por un momento, para dejarlo caer después, está siendo provocado en extremo
V. EL GRAN DESPERTAR
No fue sino hasta el año de 1740 en Nueva Inglaterra, que dio inicio uno de los más grandes avivamientos de los tiempos modernos y éste se logró con la firme convicción que Jonathan tenía de que hay una obra directa que el Espíritu Santo realiza en el alma humana.
Hoy en día mucha gente vive decepcionada ante el mundo que le rodea, y llena de pesar por no haber alcanzado lo que se han propuesto; también se han dado cuenta de que existe un gran vacío en sus corazones. Se dice que Einstein, poco antes de su muerte, declaró que si volviera a empezar su vida se haría plomero. Openheimer, otro gran científico, especialista en energía nuclear, dijo que había más verdad en la música religiosa de J. S. Bach que en todos los laboratorios del mundo.
¿Por qué ocurre esto? La respuesta puede estar en otra pregunta: ¿Fue creado el hombre para correr tras el viento? No; fue puesto en la tierra para mirar al cielo. El hombre sólo puede ser grande cuando conoce a su Creador. Es feliz si busca a Dios y acepta a Jesús como su Salvador; es desdichado si rehúsa por negligencia o indiferencia la gran salvación que Dios le ofrece.
VI- LA ORACIÓN Y EL ESTUDIO DE LA PALABRA
Al fin de su vida, Edwards podía expresarse como el apóstol Pablo. Quizá no había conmovido al mundo con grandes descubrimientos científicos, pero sí podía decir yo se en quien he creído, como el de Tarso. El avivamiento que se desarrolló bajo el ministerio de Edwards ha sido el más grande despertar espiritual que experimentó el mundo de su época, y que hasta nuestros días resuena a través de los efectos que nos llegan.
La fe que lo caracterizó animaba su servicio activo y fiel por el Señor; predicaba el evangelio, enseñaba la doctrina, corregía, consolaba, de viaje o en prisión, según la voluntad de Dios lo exigiera. Estudiar vidas como la de Edwards deben hacernos levantar nuestra propia vida para proclamar el mensaje de salvación.
La vida de Jonathan siempre se caracterizó por pasar muchas horas en comunión con Dios. Sin lugar a duda, la victoria de ese gran avivamiento se ganó de rodillas. Nunca abandonó la vida de oración que desde niño practicó, pues conocía la importancia de buscar a Dios. Este joven es un ejemplo de continua consagración y entrega completa al servicio de nuestro Padre celestial.
Cuando aprendemos a llevar vidas consagradas a Dios, entendemos lo útil que podemos ser en sus manos. La consagración involucra oración, y la consagración se convierte en un estilo de vida en nosotros. Sólo así podemos ser parte del gran avivamiento que Dios está trayendo en nuestros días
Uno de los biógrafos de este personaje escribió lo siguiente : En todas partes del mundo donde se habla inglés, Jonathan Edwards es considerado como el mayor erudito desde los días del apóstol Pablo o de Agustín Dios espera que nuestras vidas sean impactadas por el poder del Espíritu Santo y que tomemos la decisión de servir al Señor. Aun existen muchos jóvenes que necesitan contemplar la gloria de los cielos y la realidad del castigo que está muy cerca de todos aquellos que viven alejados de Dios. Tú también puedes ser un pionero del aviva- miento en tu iglesia, en tu ciudad, en tu país, sólo necesitas vivir en consagración cada