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martes, diciembre 31, 2024
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Nuestro compasivo Sumo Sacerdote – Jesucristo ministra como nuestro compasivo Sumo Sacerdote.

Al estudiar la carta a los Hebreos, debemos entender el punto de vista de los primeros lectores. Como creyentes judíos, habían pasado toda su vida en el contexto del sistema sacrificial levítico. Todavía esta­ ban aprendiendo la relación entre su fe y las enseñan­ zas del Antiguo Testamento. Nosotros lo abordamos desde una perspectiva diferente; sin embargo, ver a Jesús como el eterno Sumo Sacerdote y el cumpli­miento del Antiguo Testamento muestra la hermosa unidad de la palabra de Dios.

Hebreos fue escrita cuando el templo en Jerusalén todavía estaba en pie. La adoración en el Templo era una parte central de ser judío. Todos los días, los sacerdotes ofrecían sacrificios en el gran altar frente a los escalones y pilares de la magnífica estructura. Los creyentes judíos lucharon, entre otras cosas, con la necesidad de adorar en el templo. Algunos de ellos estuvieron al borde de dejar su fe en Jesús, porque era habitual para ellos acercarse a Dios con sacrificios. No había sacrificio que acercara la persona a Dios. Desde el principio, esto fue un asunto de fe.

Parte 1—Lleno de gracia y misericordia

□ Acercarnos a Dios confiadamente Hebreos 4:14-16

Después de mostrar que Jesús era exaltado por encima de los ángeles y por encima de Moisés —el más grande de todos los líderes y profetas— el escritor de Hebreos se refirió a Jesús como el gran Sumo Sacerdote. Esto elevó a Jesús por encima de los sacerdotes del Antiguo Tes­tamento, quienes ofrecían sacrificios por sus propios pecados antes de ofrecer sacrificios por los pecados del pueblo (véase Levítico 4:3-12).

Jesús, sin embargo, por no tener pecado, murió y resucitó como el sacrificio perfecto por el pecado. Luego ascendió a los cielos, y ahora intercede por su pueblo como el gran Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14; véase también 10:10; Romanos 8:34). Jesús es el Sumo Sacerdote perfecto y superior porque, a diferencia de los sacerdotes del Antiguo Testa­ mento, su sacrificio fue una vez y para siempre. Jesús sintió hambre, dolor, traición y pesar. Él también fue tentado a responder pecaminosamente a estos problemas comunes, ya que «fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado» (v. 15).

El versículo 16, nos anima a acercarnos a Dios confiadamente, en contraste con el temor que uno podría esperar ante la deidad. Preguntas como: «¿Realmente se me permite el acceso?»; «¿Puedo hablar con completa sinceridad?»; y «¿Soy digno de dirigirme a Dios directamente?» podrían venir a la mente. Pero Dios no está distante ni es indiferente. Él es el Padre Celestial que envió a su Hijo a establecer el medio para que nos acerquemos a Él confiadamente. Su Hijo—el Mediador entre Dios y el hombre (véase 1 Timoteo 2:5)— «[puede] compadecerse de nuestras debilidades» (Hebreos 4:15).

□ El Sumo Sacerdote llamado por Dios Hebreos 5:1-4

La función de un sacerdote era representar al pueblo en su trato con Dios (Hebreos 5:1). El sumo sacerdote era un mediador en favor de los demás, ofreciendo sacrificios por el pecado, así como ofrendas de alabanza a Dios. Debía ser sensible a los demás, al igual que reconocer su propia pecaminosidad (w. 2,3). Ningún hombre era digno de ser sumo sacer­ dote; esa autoridad y posición venían de Dios, comenzando con el mismo Aarón (v. 4). El Antiguo Testamento registra relatos desastrosos de hombres que intentaron realizar los deberes del sumo sacerdote (Números 16:1-35; 1 Samuel 13:8-14; 2 Crónicas 26:16-23).

La redención no proviene de la actividad o los decretos humanos. En el Antiguo Tes­ tamento, uno no podía desempeñar el ministerio sacerdotal simplemente haciendo todo lo requerido. Dios era la fuente del perdón, la limpieza y la redención. Aun hoy, los creyentes deben de confiar solo en Dios para lograr el renacimiento y la limpieza espirituales.

Parte 2-Perfecto y eterno

□ Jesús:El Sumo Sacerdote perfecto y eterno Hebreos5:5-10

Jesús no afirmó su papel de Sumo Sacerdote como hombre (v 5). Cumplió como sumo sacerdote porque Él es el Mesías. Su sacerdocio era del orden de Melquisedec (v. 6). Visto en Génesis 14:17-20, Melquisedec no tenía una genealogía registrada, lo que lo separa de aquellos en el sacerdocio aarónico, cuyo linaje provenía de Aarón. En cierto sentido, Melquisedec trascendía el tiempo, por lo que representaba el sacerdocio eterno de Cristo. Melquisedec sirvió como sacerdote de Abraham que recibió la promesa del plan redentor de Dios para todas las naciones: «serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Géne­ sis 12:3). El Mesías vendría a través del linaje de Abraham y proporcionaría el medio para la reconciliación con Dios.

El escritor detalla las cualidades únicas de Cristo para servir como Sumo Sacerdote. «Ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte» (Hebreos 5:7, ntv). Jesús practicó la sumisión y la obediencia a través del sufri­ miento (w. 7,8). La agonía de Cristo mientras oraba en Getsemaní, en Lucas 22:39-44, muestra la humanidad de Cristo al luchar y sufrir como lo hacemos nosotros. Él no solo oró para que se terminara el sufrimiento, sino también para que se hiciera la voluntad del Padre. Jesús fue «perfeccionado» (Hebreos 5:9), lo que no se refiere a la perfección moral, porque Cristo es el Hijo de Dios sin pecado, sino a la consagración completa del sacer­ dote. El completó su misión de lograr la salvación eterna. Cumplió los deberes de su Sumo Sacerdocio—el sacerdocio de Melquisedec—que le dio el Padre (v. 10).

□ El crecimiento espiritual es necesario Hebreos 5:11

En Hebreos 5:11, el escritor señaló que podría haberles enseñado mucho más sobre el tema, pero sería difícil de explicar. Este problema no se debía a que el tema fuera difícil, sino a que las personas eran «torpes espiritualmente». La palabra traducida como «torpe» se refiere a quien es perezoso o lento. No era una crítica de su capacidad mental. Más bien, se habían vuelto espiritualmente torpes. Habían seguido las enseñanzas del sacerdocio levítico desde la niñez. Conocían el mensaje del Mesías como estaba profetizado en todo el Antiguo Testamento. Y conocían la historia de Jesús, el Mesías que había venido, pro­ clamado el reino de Dios, sufrido una muerte sacrificial y luego resucitado. Sin embargo, espiritualmente, no estaban preparados para sondear las profundidades de la enseñanza sobre Cristo como sacerdote.

Muchos cristianos han experimentado la salvación y saben lo que dicen las Escrituras. Pero no han alcanzado un nivel de madurez espiritual que les permita tener una compren­ sión profunda de las Escrituras para aplicarla a su vida. Cultivemos nuestra relación con Dios y busquemos comprender mejor su Palabra.

Parte 3-Justo y nunca olvidadizo

□ Dios no es injusto Hebreos 6:9,10

Hebreos 6:9-12 sigue a un pasaje muy comentado en las Escrituras. Los versículos 4-6 tratan de la seguridad espiritual del creyente. Declaran que alguien que ha experimentado el don de la salvación, y luego se aparta de Dios, no puede volver a Él: «Es imposible lograr que esas personas vuelvan a arrepentirse» (v. 6, ntv). Si bien este pasaje no está cubierto en el alcance de esta lección, es importante tener una comprensión básica de este al examinar el versículo 9. En pocas palabras, esta es una situación poco común en la que un cristiano rechaza voluntariamente a Cristo, renunciando a la fe en su muerte sacrificial (véase el versículo 6b). El texto no dice que «no puede ser perdonado» o «no puede ser restaurado a la salvación». Más bien, es «imposible» (v. 4) que esta persona se arrepienta, lo que indica que la persona no puede decidir arrepentirse, lo que señala la dureza de corazón del ser humano.

El escritor estaba seguro de que sus lectores todavía buscaban agradar a Dios. Por perezosos que hayan sido en el estudio de los principios de la fe, no lo habían sido en todo. Aún había evidencia de fe en la vida de ellos (w. 9,10). Las palabras: «Dios…no olvidará con cuánto esfuerzo han trabajado para él» (v. 10, ntv), no significan que Dios salva por las obras. Las obras no son la causa, sino la evidencia de la salvación.

□ Nuestra esperanza puede asegurarse Hebreos 6:11,12

En Hebreos 6:11,12, el escritor llamó al pueblo a seguir la norma que habían establecido en el pasado—perseverar en la piedad y, por lo tanto, en la fe. Hacerlo serviría para «plena certeza de la esperanza» (v. 11). Esto se refiere a la confianza «plena» en algo. Por lo tanto, la referencia no es a tener la convicción de que algo sucederá—aunque eso es importante. Más bien, habla del pleno desarrollo de la esperanza, y de que «por la fe y la paciencia, [heredarán] las promesas» (v. 12). En otras palabras, el escritor los exhortó a perseverar en su amor y fidelidad hasta el fin, «mientras tengan vida» (v. 11).

Qué nos dice Dios?

Cuando somos salvos, comenzamos a crecer. Leemos la Palabra y entendemos el mundo a través de la guía del Espíritu. Nuestro aprendizaje y crecimiento deben de continuar; es algo que nunca termina.

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Editorial VIDA
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