DANIEL CAP 4
El orgullo endurece al hombre y lo lleva a enaltecerse y a atribuirse la gloria para sí mismo, dejando a Dios fuera de Su vida.
Comprender que el orgullo es un estorbo para agradar a Dios. Apreciar la intervención divina en el gobierno humano. Darle siempre la gloria al Señor por los logros obtenidos.
Nabucodonosor II fue uno de los reyes más destacados de la dinastía caldea de Babilonia. Reinó desde el 605 al 562 a. C. Aparece en la historia bíblica como el conquistador de Judá y de Jerusalén. Se distinguió por su actividad constructora; entre sus monumentales obras estaban los famosos jardines colgantes, que según cuenta la leyenda, fueron construidos para su esposa que sentía nostalgia por el ambiente montañoso primaveral donde creció.
En Irak es considerado uno de los mejores reyes de su historia. Nabucodonosor cayó en un estado de locura, luego de que declaró arrogantemente haber construido la gran Babilonia. Su soberbia lo llevó a ser humillado por el Rey del cielo. La historia de este gobernante ha quedado como un ejemplo de las trágicas consecuencias del orgullo y el enaltecimiento. Pero también nos ilustra la gracia divina que restaura y bendice
¿¡quienes reconocen la soberanía de Dios y dan gloria al Todopoderoso.
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EL SUENO DEL REY (4:1-18)
Algo complementario a saber:
El capítulo cuarto de Daniel ha sido descrito como el más notable documento de estado que haya llegado hasta nosotros desde la antigüedad. Encabezado por la inscripción Nabucodonosor rey
(1) hablaba con autoridad imperial a todos los pueblos, naciones y lenguas que reconocían su autoridad. Sin vergüenza o excusa esta proclamación exaltaba al Dios Altísimo
(2). Pocos líderes mundiales de cualquier época han superado a Nabucodonosor en dar gloria a Dios o en presentar correctamente su carácter exaltado (Roy E. Swim. Comentario bíblico Beacon: Los Profetas Mayores (Tomo 4). pág. 650).
Jehová no le era desconocido al rey babilonio; ya había tenido el sueño de la estatua. al cual Daniel le dio la interpretación profética. Además, él fue testigo de cómo Dios había salvado milagrosamente del horno de fuego a los tres jóvenes hebreos. En este capítulo, el monarca reconoce las obras de Dios y proclama su señorío (4:1‐3).
A continuación, relata su testimonio de lo que Jehová ha hecho en su vida
Se encontraba Nabucodonosor en su palacio, feliz y lleno de prosperidad (4:4 NVI ) . Tuvo entonces un sueño que perturbó su tranquilidad. En él veía un gran árbol de follaje hermoso y abundante fruto; su copa llegaba hasta el cielo, por lo que podía verse desde cualquier parte de la tierra. Todos los seres vivos hallaban refugio y alimento en él. De pronto un vigilante y santo que venía del cielo ordenó: Derribad el árbol y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto… Mas la cepa de sus raíces dejaréis en
la tierra , con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo ; se a arrojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra (4:14. 15). La sentencia contra el gran árbol también incluye darle un corazón de bestia durante siete tiempos. Y además, agrega un propósito: para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres (4:17).
El rey se sentía muy satisfecho de sus logros. Lo había alcanzado todo, y al parecer. ya no tenía un sueño que realizar, ni una cima por conquistar. Tenía esa actitud de quien está excesivamente satisfecho consigo mismo, de quien dice que lo tiene todo y no necesita a Dios. Es una actitud que Jesucristo censuró en aquella ilustración del hombre rico , a quien se le llamó necio, por no tomar en cuenta a Dios.
El Señor le da la oportunidad al rey de poner en orden sus asuntos. Todos los seres humanos, le sirvan o no, crean que exista o no. tendrán que rendirle cuentas al Creador.
Dios tiene un plan para cada una de sus criaturas. Es un plan de bien y no de mal. Su amor es tal para nosotros que nos lo da a conocer de una u otra manera. En este caso, le habló al rey a través de un sueño. ¿De qué modo nos ha hablado a nosotros? Seguramente lo ha hecho de muchas formas. y ha usado a ciertas personas como canales para que conozcamos su plan maravilloso.
II . LA INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO (4:19-27)
Nota complementaria
Daniel tuvo dolor al aconsejar al rey y vaciló:»quedó atónito por un momento»(v. 19), turbado. Quiso evitar la necesidad de informar al rey un mensaje de juicio divino. El rey tuvo que reasegurarle: «No te turben el sueño ni su interpretación»(v. 19). Se ve la humanidad de Daniel frente al rey, y su deseo de que el «sueño sea para tus enemigos», pero aun así le dio a conocer al rey que la interpretación no le era favorable. Pese al sentir personal fue fiel en su misión (Juan Carlos Cevallos y Rubén O. Zomli. Comentario bíblico Mundo Hispano, Tomo 12: Ezequiel y Daniel. pág. 438).
Nabucodonosor había ordenado traer a todos los sabios, astrólogos y adivinos de Babilonia para que le dieran la interpretación de su sueño. Ninguno, sin embargo. pudo saber el significado. Entonces el rey consultó a Daniel, le contó los detalles de su visión. El monarca consideraba superior al siervo de Dios, lo describe como alguien en quien mora el espíritu de los dioses santos (4:8. 18).
Daniel comprendió inmediatamente el significado del sueño, se quedó perplejo por casi una hora. No eran buenas noticias para el gobernante. Nabucodonosor lo animó a darle la interpretación, así que Daniel le dijo: El árbol que viste… tú mismo eres, oh rey (4:20-22). El árbol representaba la grandeza y el dominio del monarca. Era verdad que, con este rey, el imperio de Babilonia se había extendido y consolidado.
Pero luego Daniel le informa la sentencia que Dios ha decretado sobre Nabucodonosor: . . . te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes… y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres… (4:25).
El siervo de Dios ofrece entonces su consejo. Hace un llamado al rey a redimir sus pecados con justicia, y sus maldades con obras de misericordia. Esto requería un cambio radical en el corazón del soberano. Un cambio de actitud. Humillarse ante Jehová, y generar un cambio positivo para sí mismo y para otros. Daniel le dice al rey que se arrepienta de sus pecados. de su orgullo y soberbia. Este gobernante fue uno de los reyes más poderosos de la historia de la humanidad. Fue Dios quien le dio esa autoridad. pero el monarca no lo reconoció. Dios pide cuentas a todas las personas, mayormente a los que están en eminencia. Para el Señor no hay nada más desagradable que la arrogancia.
III.LA HUMILLACIÓN Y RESTAURACIÓN DEL REY(4:28-37)
Nota complementaria
Lo primero que hizo Nabucodonosor, después de recobrar la cordura, fue reconocer la grandeza del Dios de Israel. En contraste con los gobernadores terrenales, que van y vienen, la soberanía de Dios es eterna. Comparadas con Dios. las naciones de la tierra, incluyendo Babilonia, nada son. Nadie puede detener la mano del Todopoderoso.Ni aun el rey más poderoso de la tierra puede interferir con los planes del Creador (john C. ]eske. La Biblia Popular, Daniel. pág. 87).
Nabucodonosor tuvo una oportunidad, pero no la supo aprovechar. Un año después. se encontraba paseando por el palacio real de Babilonia. sintiéndose orgulloso de sus logros. Entonces se escuchó una voz del ciclo que ratificó la sentencia contra el gobernante. La palabra de Dios se cumplió. El Señor castigó al rey con un ataque de locura. Por siete años el monarca comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves (4:33). A causa de su altivez, perdió no sólo su gobierno. sino también su salud mental y su dignidad.
Por un tiempo, la amonestación y el consejo del profeta causaron una impresión profunda en el ánimo de Nabucodonosor; pero el corazón que no ha sido transformado por la gracia de Dios, no tarda en perder las impresiones del Espíritu Santo. La complacencia propia y la ambición no habían sido desarraigadas todavia del corazón del rey. El tiempo se había terminado y la Palabra se cumplió.
Tras siete años de locura, recobró el juicio: …alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta (4:34). El rey podría haber estado resentido con Dios, pero sucede todo lo contrario, se humilló ante él, y reconoció su pecado de soberbia y arrogancia. Expresó que Jehová hace su voluntad entre el cielo y la tierra, y que nadie puede cuestionarle. Trastodo esto, Nabucodonosor recibe de vuelta la majestad de su reino, su dignidad y su grandeza. Todos sus líderes importantes regresaron a él y lo reconocieron nuevamente. Es restablecido en su reino y mayor grandeza le es añadida.
El orgulloso que se ensalza a sí mismo, al igual que Nabucodonosor, será humillado (Mateo 23:12; Lucas 14:11; 18:14). Muchos son los que hoy día se parecen a este rey. Se sienten personas llenas y satisfechas consigo mismas; tienen todo lo que desean, dinero, fama o poder. En su corazón dicen: No necesito nada y ese nada incluye al que les dio todo. Pero tarde o temprano. quien piensa así, caerá en la cuenta de que sin Dios
no se es nada.
CONCLUSIÓN
Nabucodonosor es un ejemplo de que Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes (Santiago 4:6). Su arrogancia lo llevó a la humillación hasta que reconoció la soberanía del Altísimo. La gracia divina le dio una oportunidad, y cuando fue restaurado. le tributó alabanza y gloria al Rey del cielo.
El orgullo y la soberbia no han de formar parte de los hijos de Dios. La Escritura nos advierte contra esta actitud de envanecimiento que nos hace olvidar nuestra dependencia del Altísimo: Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorias como si no lo hubieras recibido? (1 Corintios 7:14). Reconozcamos siempre los favores divinos que, sin merecer, se nos han otorgado; nada tendríamos si no fuera por su infinita gracia. Demos gloria siempre al único Soberano y sometemos nuestra vida a su voluntad.