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jueves, diciembre 26, 2024
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EL PACTO DE DIOS CON NOÉ – Dios desea que nosotros vivamos en una relación pacto con Él

Dios desea que nosotros vivamos en una relación pacto con Él. Génesis 9:8-10 – Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros.

Las promesas se hacen y se rompen todos los días. Cada periodo electoral está lleno de promesas de lo que este o aquel político hará si es elegido. Aun amigos bien intencionados hacen promesas y no las cumplen. Y los padres a veces rompen sus promesas a sus hijos, a menudo por circunstancias que no pue­ den controlar. Pero las promesas de Dios son ciertas y ninguna circunstancia está fuera de su control.

En esta lección, estudiaremos el pacto o promesa de Dios a Noé. Usó a los descendientes de Noé para cumplir la más grande promesa de todos los tiempos: la promesa de la salvación.

Poco después de dejar el arca, Noé mostró su agrade­ cimiento a Dios por su salvación. La vida en la tierra se renovaría y se multiplicaría. Dios no quería que nadie dudara de que Él nunca volvería a juzgar la tie­rra de la misma manera; y prometió que ya no habría maldiciones a la tierra, que no se repetiría el Diluvio y que habría un regreso a los ritmos del mundo natu­ral. Noé y su familia, así como los creyentes hoy, reci­bieron «preciosas y grandísimas promesas» (2 Pedro 1:4) sobre las cuales edificar su vida.

Parte I -Adoración y bendición

□ Un sacrificio agradable Génesis 8:20-22

Al salir del arca, Noé pagó tributo a Dios por su poder salvador (Génesis 8:20). Como había hecho Abel siglos antes, Noé hizo una ofrenda de animales como sacrificio a Dios en un altar—probablemente un montículo de tierra, como Dios dispuso más tarde (véase 4:3- 4; Éxodo 20:24). Dios le había dicho a Noé que llevara en el arca siete parejas de animales y aves aptos para el sacrificio; algunos ahora le fueron devueltos a Él en acción de gracias.

Dios luego prometió que no volvería a maldecir la tierra en respuesta al pecado de la humanidad (Génesis 8:21), y que nunca más destruiría todos los seres vivientes a través de un diluvio. Dios también prometió que los ritmos del día y del año permanecerían en efecto mientras la tierra permanezca (v. 22). Dentro del arca, era difícil marcar el paso del día y la noche, y el Diluvio interrumpió el ciclo anual de la temporada agrícola. Al agregar su promesa de restaurar y mantener estos ritmos naturales, Dios prometió que «mientras la tierra permanezca» las estaciones no se interrumpirían.

□ Multipliqúense y honren la vida Génesis9:1-7

Dios repitió el mandato de Génesis 1:28, que la humanidad se multiplicara y gobernara sobre otras formas de vida (9:1,2,7). La palabra hebrea traducida «sean fructíferos» (v. 7, ntv) es la misma que se usa para describir la pululación de criaturas marinas en 1:20.

La relación de los humanos y los animales ahora incluía «el temor y el miedo» (Géne­ sis 9:2). Parte de ese temor surgiría de la bendición de Dios sobre el consumo de carne (v. 3). Sin embargo, «todo lo que se mueve y vive» no incluía animales encontrados muertos o que habían sido presa de otros animales (véase Éxodo 22:31; Levítico 22:8). Además, la sangre, símbolo de la vida, debía drenarse antes de comer la carne (Génesis 9:4). La sangre se usaría más tarde en el sistema de sacrificios, que apuntaba a Cristo.

La sangre también era una señal de la santidad de la vida humana. Si una persona o un animal le quitara la vida a un ser humano, Dios exigiría su vida (v. 5), incluso si la parte culpable fuera un pariente que gozara de la simpatía de otros miembros de la familia. Al decir que «por el hombre» (v. 6) impondría la pena por asesinato, Dios estaba anticipando el concepto de gobierno humano y su lugar en mantener el orden y castigar las malas acciones (Éxodo 21:12; Romanos 13:4).

Debido a que Dios creó al ser humano a su propia imagen, debemos honrar, y no des­truir la vida humana. Esta imagen, aunque estropeada por el pecado, todavía está presente en cada persona, y debe tratarse con dignidad y honor. El asesinato es un acto, no solo contra otra persona, sino contra el Dios que la creó.

Parte 2-Este es el pacto

□ El pacto es confirmado Génesis 9:8-11

La promesa que Dios hizo en Génesis 8:21, de nunca volver a destruir a todo ser viviente, se repite en 9:8-11. El mismo Dios que juzga también promete la gracia. En Génesis 6:17 su lenguaje es enfático: «He aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra». En 9:9, Él dice: «He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros». Él prometió que nunca más un diluvio destruirá la tierra (v. 11). Todo ser humano desde la época de Noé ha vivido bajo la misma maravillosa promesa. A los seres humanos y a los animales se les dio la libertad de obedecer su mandato de repoblar la tierra, sin temer que Dios repitiera este acto de juicio.

□ Recordando el pacto Génesis 9:12-17

Dios proporcionó una muestra, o símbolo visible, de su pacto con la humanidad y todo ser viviente (Génesis 9:12-17). Noé y toda su familia se habían aferrado a la palabra de Dios por más de un año entero antes de dejar el arca (véase Génesis 6:18). Pero los vividos recuerdos del Diluvio permanecerían toda la vida y se transmitirían a las generaciones venideras. Para recordarle a la gente su promesa de pacto de nunca enviar otro diluvio universal, Dios hizo el arco iris como una señal visible.

Dios prometió recordar Su pacto «para todas las generaciones futuras» (v. 12, ntv). El lenguaje repetido de este pasaje apunta no solo a la promesa de Dios de recordar, sino también a su deseo de que su pueblo recuerde su pacto de gracia. De la misma manera, Cristo nos ha dado dos ordenanzas, el bautismo en agua y la Santa Cena, recordatorios perpetuos del nuevo pacto hecho posible por su muerte y resurrección.

Parte 3-Un nuevo comienzo

Todo ser humano en la tierra ha descendido de Adán. Todo ser humano también ha des­ cendido de Noé, y es un descendiente de uno de los tres hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet (Génesis 9:18,19). Dado el mandato de Dios de repoblar la tierra, cada familia se extendió del lugar donde el arca posó (w. 1,7).

Una gran victoria espiritual puede ir seguida de una gran tentación. El versículo 20 describe la vida de Noé después del Diluvio. Llamado «labrador», «agricultor» u «hombre de la tierra» (en otras versiones de la Biblia), plantó un viñedo. Quizá celebrando la época de la cosecha en el mundo renovado, Noé bebió demasiado vino, se embriagó y se acostó desnudo en su tienda (v. 21). Este es el primer ejemplo de embriaguez registrado en la…

Al entrar en la tienda y ver a su padre desnudo, Cam le faltó el respeto al difundir el informe a sus hermanos (v. 22). Sem y Jafet entonces entraron de espaldas a la tienda de Noé y lo cubrieron (v. 23). Su devoción por su padre cubrió el pecado de Noé de una manera semejante a la gracia de Dios al tratar con Adán y Eva (3:21).

□ Maldición y bendición Génesis9:24-29

Cuando Noé volvió a la sobriedad, descubrió lo que Cam había hecho (Génesis 9:24), y maldijo a Canaán, el hijo de Cam (v. 25). Puede parecer injusto que Noé maldijera a Canaán en vez de a Cam. Sin embargo, Canaán pudo haber sido testigo de la vergüenza de Noé primero, y se lo informó a Cam; o pudo haber participado de otra manera en el pecado de Cam.

El pronunciamiento de Noé contra Canaán no fue una fórmula mágica. Dios eleva y rebaja a las personas como sea su voluntad (véase Lucas 1:1-52). Noé quería que Dios pusiera a la familia de Canaán en una posición de servidumbre para con su familia extendida.

Noé también pronunció bendiciones sobre sus otros hijos (Génesis 9:26,27). Hizo hincapié en la maldición sobre Canaán como un beneficio para Sem y sus descendientes. Bendijo al «Dios de Sem» (v. 26, ntv). La familia de Sem incluiría al pueblo de Israel, que eran los antepasados terrenales de Jesucristo. Jafet también fue bendecido (v. 27). Noé que­ ría que Dios expandiera su territorio; los descendientes de Jafet cubrieron Europa y gran parte de Asia. Algunos creen que el deseo de Noé de que Jafet «[habitara] en las tiendas de Sem» se concede cuando las personas no judías creen en el evangelio y se benefician de la muerte, y resurrección de Jesucristo.

¿Qué nos dice Dios?

Noé y su familia habían sobrevivido un acontecimiento diferente a cualquier otro visto desde el principio de los tiempos. Dios entonces prometió que no enviaría otro diluvio uni­ versal, no impondría ninguna maldición adicional a la tierra y mantendría el ciclo natural de los días y las estaciones mientras la tierra permaneciera. La gracia continua de Dios se encuentra en la salvación para todos los que aceptan a Jesucristo.

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