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jueves, diciembre 26, 2024
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El lado absurdo de la vida según el libro de ECLESIASTÉS – te gustará esta historia y enseñanza. 3

Todo es vanidad

 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. 

Actuar conforme al plan de Dios para nosotros hará de nuestra existencia algo trascendente.

Objetivos : Conocer los distintos significados de la palabra “vanidad”. Entender la circularidad de la vida encuanto al trabajo y la naturaleza. Procurar que nuestras acciones trasciendan conforme al plan divi­no en nosotros.

INTRODUCCIÓN

La falta de un significado trascendente en la vida natural es fácilmente perceptible en quienes lo padecen. Resultan afectados por cierta dosis de cinismo, un sentido de frustración, una perspectiva de vacuidad, una conducta depresiva. Algunos, no únicamente frente al dolor incomprensible sino ante cosas y situaciones de la vida cotidiana, caen en el desánimo y terminan exclamando su insatis­facción por su realidad, su desgano por lo que viven.

Bienvenidos al mundo del Predicador, quien partiendo del lado absurdo de la vida, en un hiperrealismo verbal, habrá de terminar postrado frente a la gracia del Eterno y recomendando al trascendente Dios de gracia como el fin de todas las cosas.

I. VANIDAD DE VANIDADES

Comentario adicional
Eclesiastés es una disertación filosófica; pero no pretende el diálogo con Dios como en el caso de Job (23:3-5), sino que hace su planteamiento desde un plano horizontal, terrenal. La frase debajo del sol es la síntesis de una búsqueda de sentido de lo absurdo y de la vida misma a partir del mero razonamiento humano, por lo mismo con resultados predecibles.

Hallar el sentido de la vida por encima de lo que se percibe como injusto, desigual, opresor o caó­ tico, es la tesis de Eclesiastés. Ya en la literatura sumeria y a lo largo de las tradiciones del antiguo Cercano Oriente se había reconocido la falta de significado de la existencia y especialmente de la condición humana; desde tiempos antiguos ha habido vanidad (viento) (Comentario del contexto cultural de la Biblia, pág. 638).

De acuerdo con el Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, en el Antiguo Testamento, el término hebreo traducido como vanidad transmite la idea de algo insustancial, sin permanencia ni valor per­ durable. Denota lo que no es, lo falso, lo irreal.

En el diccionario de la RAE la palabra “vanidad” tiene en sus definiciones la arrogancia, presunción, envanecimiento. También significa vana representación, ilusión o ficción de la fantasía, así como la caducidad de las cosas de este mundo. De esta forma es como se entiende en el Nuevo Testamento, particularmente en Romanos 8:20; Efesios 4:17 y 2 Pedro 2:18, donde la palabra mataiótes es tradu­cida como vanidad en las dos primeras referencias y como vanas en la última. La NV1 lo traduce como frustración, pensamientos frívolos, palabras vacías. Es la vanidad de la creación; la vanidad de su mente, o sea, del razonamiento humanista alejado de Dios; la vanidad de las palabras infladas, esto es, de la palabrería que corrompe el camino recto. Todo ello habrá de ceder el paso al sentido pleno de todas las cosas mediante la creación de un cielo nuevo y una tierra nueva.

En Eclesiastés, por la expresión vanidad de vanidades, lo que se manifiesta es un vacío total, un grado superlativo de la vanidad, del aparente sinsentido. La sola lectura de esta expresión ya acarrea desazón y transmite los sentimientos del escritor, que en la etapa final de su vida experimenta que lejos de Dios a la humanidad sólo le quedaría un gran vacío en su vida.

II. LA CIRCULARIDAD DE LA VIDA

Comentario adicional
Ya los demás yo digo, no el Señor, apunta Pablo (1 Corintios 7:12) Es su apreciación personal del tema que expone, aunque la inspiración del Espíritu estuvo sobre él. Eclesiastés, en forma simi­lar, contiene porciones que son producto del razonamiento humano, consigna dichos de la época o creencias obtenidos por las observaciones propias o las creencias del momento. Por eso en parte hace una descripción inicial de la vida presentando una visión circular en el trabajo y en la naturaleza.

1 En el trabajo

El trabajo acarrea provecho financiero, con un cierto sentido de realización, pero no deja felicidad perdurable. A esto obedece la exclamación: ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? Los adictos al trabajo, quienes sacrifican fe y familia porque su prioridad máxima es trabajar, pero igual el otro extremo, quienes lo ven como una maldición produc­to de las fuerzas financieras mundiales, debieran detenerse para ajustar su forma de ver el trabajo al principio que enfatiza Colosenses 3:23, 24: lo hacemos como para el Señor. Visto así, no es el tra­bajo por el trabajo mismo ni por la retribución económica que justamente se percibe la fuente última de plenitud.

Nuestra recompensa proviene del favor de Dios que concede el gozo en medio de todo. El Salmo 127:2 afirma: Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues a su amado dará Dios el sueño. El contexto es edificar y guardar lo edificado, pero sin la presencia de Dios en las vidas todo se reduce a vanidad; es en vano porque no hay felicidad perdurable. Lo mismo se dice de quienes se desmañanan o desvelan para trabajar alejados del Señor. Al final todo termina. Pero cuando Dios ha sido invocado, entonces las piezas del rompecabezas cobran sentido. A partir de la comunión con su gracia los edificadores, los guardas y todos los trabajadores se convierten en amados del Señor y trabajarán a satisfacción no por el trabajo en sí, sino porque Dios está en sus vidas y hay plenitud permanente.

2. En LOS CICLOS DE LA NATURALEZA

Génesis 8:24 contiene un elemento que es parte del pacto de Dios con la humanidad por medio de Noé: Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, o el verano y el invierno, y el día y la noche. Aunque la acción del hombre acaree alteraciones climáticas, los ciclos naturales habrán de continuarse hasta la consumación de todas las cosas. Esta circularidad de la naturaleza, que los científicos reflejan en parte mediante las leyes de la termodi­námica, es contrastada en Eclesiastés con la brevedad de la vida del ser humano, que en su finita existencia no logra captar la totalidad de la majestuosidad del universo y de lo que llega a ver y oírle / alcanzará para satisfacer su sentido estético pero no le dejará gozo duradero.
Tierra (v. 4), fuego (v. 5), aire (v. 6) y agua (7), aparecen sometidos a las leyes de la naturaleza en sus ciclos y movimientos.

Estos cuatro elementos fueron tenidos como fundamentales para explicar el universo. El Predicador, adelantado en sus observaciones para su tiempo pero no tanto como para
tener el desenlace apocalíptico, los expone para señalar que no es en ellos ni a través de ellos ni por ellos mediante los cuales se puede adquirir llenura trascendente en el corazón del hombre. La tierra siempre permanece, el sol sale y se pone, el viento es incesante y el ciclo del agua no para. De forma que las cosas giran y dan vueltas, pero no dejan satisfacción en plenitud.

3. La excepción en la historia

La historia desde de la perspectiva bíblica no es circular ni de alguna otra forma geométrica, sino que se encamina desde su génesis hasta la consumación de todas las cosas (Romanos 8:21). Entonces el absurdo desde la perspectiva natural adquiere verdadero sentido no por separado sino precisamente mediante la soberana acción de Dios, que revela su divina providencia y se manifiesta como la causa eficiente y final de la creación. El mundo y lo que en él habita es explicado por el mo­verse de Dios en gracia redentora que encamina todas las cosas al cumplimiento de sus propósitos eternos.

Pero el Predicador recién inicia su planteamiento y abre la oportunidad para la reflexión filosófica que, magistralmente, descarta la grandeza del razonamiento humano como vía para obtener el senti­do y la dicha perdurables. Por ahora dejemos correr su línea argumentativa y que explore la vida con el desgano de alguien que quizá esté regresando a la comunión que llena toda vacuidad.

III. el hastío y la desmemoria

Comentario adicional

Qué hay para ver por dónde vives?», me han preguntado. Respondo que hay tres cosas en abun­dancia: selva, agua y piedras. La selva nos rodea. Árboles, arbustos, matorrales y yerbas por doquier. Agua en forma de mar, ríos, riachuelos, esteros, lagunas y pantanos. ¿Piedras? Sí, los edificios pre­hispánicos, mezclarlos en ocasiones con vestigios coloniales. Todo esto es una maravilla pero después de un tiempo de visitarlos y verlos de nuevo, ya se cansa uno.

1. El hastío incapacitante

Dicen que hasta de lo bueno se cansa uno. Pero de este hastío al extremo que plantea el pasaje bíblico, hay mucha distancia.

El tenido como el hombre más sabio y rico de su mundo, ahora nos resulta con esto. Por sí o por otros declara fatiga, hastío, sin sabor extremo: más de lo que el hombre -puede expresar. Espe­ramos que ningún lector sea contagiado de este mal o esté experimentando alguna situación de insatisfacción por la vida como la expuesta, pero si así fuera, hay que seguir leyendo el libro hasta el final. La trama tiene un desenlace que para un lector no entendido lo sorprenderá, pero que para la gente de fe será un final feliz.

2. EL AGUIJÓN DE LA DESMEMORIA

El deseo de trascender no sólo estuvo en el Predicador sino que está en la naturaleza del ser huma­no, relacionado con lo esencial y opuesto al olvido de la desmemoria. En el versículo 11 se expresa este deseo de no caer en el olvido, porque la trascendencia es hallarle un sentido a la existencia y es una característica del ser humano.

Eclesiastés desde el trono de Israel lo procura. Pero igual lo hace, por ejemplo, Viktor Frankl, un psicólogo vienés de origen judío, que sobrevivió a los campos de exterminio alemanes pero perdió en ellos a toda su familia. El escribió: El ser humano se realiza a sí mismo en la medida que se trasciende. En su biografía se lee: El sentido de trascendencia confiere un significado a la vida, frente a la mera casualidad o el absurdo… Nos da con ello la esperanza de que podemos esperar un mundo mejor, que es posible librarse del mal voluntario, de que nuestros esfuerzos por lograrlo no serán en vano. El escribió que en esta trascendentalidad somos responsables ante Dios, entendiendo a Dios tal como lo pre­senta el lenguaje de la cultura judía monoteísta.

CONCLUSION

El profundo vacío, la insatisfacción por su estado actual, el desgano por no haber en su horizonte nuevos desafíos que lo motivaran, y el sentido de intrascendencia y desmemoria, son el marco para plantear el sentido de vacuidad en el libro de Eclesiastés, progresando en su exposición hasta llegar al final a la trascendencia de Dios.

Al escarbar en lo profundo del razonamiento humano se extraerá más de lo mismo: vanidad, circularidad, hastío y desmemoria. Ludwig Wittgenstein, un filósofo vienés de inspiración cristiana, en su búsqueda de lo trascendente, escribió: El sentido del mundo debe quedar fuera del mundo… Si hay un valor que tenga valor, debe quedar fuera de todo lo que ocurre y de todo ser-así. El Predicador ya había seguido este camino para contrastar lo temporal del mundo con lo trascendente de Dios, y tomar su decisión por lo eterno de Dios. Así hagamos nosotros y nuestros hijos.

fuente: libro sobre eclesiastes – eccad

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Pastor: David Gamboa
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