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lunes, diciembre 23, 2024
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Introducción al libro de Salmos

Por Nicolás Marcón

Salmos es uno de los libros más leídos de toda la Biblia, se citan en cuanta reunión o acontecimiento nos podamos imaginar: cultos, ceremonias fúnebres, presentación de niños, cumpleaños, dedicación de templos. Tan importante eran los Salmos que en el Antiguo Testamento hebreo representaba una de las tres partes que lo constituían (Lc.24:44). Aún en la historia de la iglesia los salmos han influido y determinado la adoración en la liturgia eclesiástica pero también en la devoción individual por el aporte de sus letras, sus ideas, los estados emocionales de sus autores y los temas que atraviesan la poesía revelada.

Cada salmo no es un capítulo del libro, más bien se presenta como unidad literaria propia que, en la mayoría de los casos, no guarda relación con los salmos que preceden o continúan y eso le agrega una dosis de facilidad en la comprensión lectora.

La colección completa de todos los salmos se divide a partir de cinco libros, una idea tomada posiblemente por los compiladores de la obra al pretender imitar los cinco libros del Pentateuco,[i] a saber:

Libro I: Salmos 1 – 41

Libro II: Salmos 42 – 72

Libro III: Salmos 73 – 89

Libro IV: Salmos 90 – 106

Libro V: Salmos 107 – 150

A continuación, se presentan ciertas características que deben considerarse al momento de abordar la lectura e interpretación de los Salmos.

El significado del título del libro

El idioma original hebreo le dio el primer título al libro: Tehilim, es decir, alabanzas o himnos, par que posteriormente la Septuaginta lo tradujera a Psalmoi, término que conserva la misma idea de alabanza cantada, oda o himno a veces acompañado por algún instrumento musical.[ii] Por lo tanto, los salmos, conocido también como salterio, son una colección de canciones que, en la mayoría de los casos, eran oraciones privadas o comunitarias que expresaban por diversos motivos alabanzas a Dios.

La paternidad literaria de los Salmos

A pesar de que estamos acostumbrados a decir “los salmos de David” para referirnos a la colección completa, lo cierto es que David fue uno de los mayores escritores, pero no fue el único. A partir de los epígrafes que encontramos al inicio de la mayoría de cada salmo (que no son las menciones en negrita que funcionan a modo de título colocados por las Sociedades Bíblicas y otras casas editoras), se pueden reconocer los siguientes autores:

David: no menos de 73 salmos

Moisés: Salmo 90

Salomón: Salmos 72,127

Asaf: Salmos 50, y 73-78

Hijos de Coré: Salmos 42, 44, 45, 47-49, 84, 85, 87-88

Hemán: Salmo 88

Etán: Salmo 89

Los autores de la Septuaginta identificaron como autores a:

Ezequías: Salmos 120-134

Jeremías: Salmo 137

Hageo: Salmo 146

Zacarías:  Salmo 147

Esdras:  Salmo 119

El resto de los salmos, cuarenta y nueve en total, se consideran huérfanos o anónimos por no estar identificados en su paternidad literaria.[iii]

Fecha de composición 

Si bien es cierto que la mayor producción salmográfica se encuentra en tiempos de la monarquía, donde la poesía como género literario prevalecía, tendríamos una idea incompleta si se supones que ahí surgieron los salmos. Como el libro de los Salmos se trata de la conformación de una colección de canciones sería inadmisible pretender el establecimiento de una fecha de composición, lo más lógico en este caso es reconocer el período que abarque desde el “primero” hasta el “último” de ellos.

Por lo tanto, si el salmo 90 es de autoría mosaica (1500 a.C.) y los salmos 126 y 137 hacen referencia al retorno de la cautividad babilónica (539 a.C. fecha del primer regreso),[iv] entonces Salmos sería el libro que más tiempo llevo en escribirse a través de un período de mil años aproximadamente.

Títulos asignados e indicaciones

Como ya se ha observado que casi cincuenta salmos son anónimos y por tanto carecen de epígrafes debe reconocerse que:

En los que se atribuye la autoría a un nombre determinado, formaba parte del texto hebreo, y aunque investigaciones lingüísticas e histórico – críticas no confirman plenamente la veracidad literal de esas adscripciones, parece probable que al menos en algunos casos los títulos fuesen el resultado de una actividad editorial que bien pudo tener por objeto preservar alguna tradición histórica con respecto a composiciones específicas.[v]

Muchas de esas adscripciones o epígrafes también se reconocen indicaciones:

Las colecciones que identifican a David como autor: Salmos 3- 41, 51-72

Los cánticos graduales o de gradas, nombre atribuido por las escaleras que subían los peregrinos camino a Jerusalén el días festivos, Salmos 120-134

Los salmos Aleluya, por ser esa la primera palabra del cántico (traducido como alabad), Salmos 111-113, 116-118, 135-136, 146-150

A tales epígrafes podemos agregar algunas indicaciones que a partir de ciertas palabras arrojan mayor luz a la comprensión e interpretación de cada salmo:

Ajelet-Sahar              Una tonada, “sierva de la aurora” Sal.22

Alarnot                       Voces femeninas, coro de doncellas, Sal.46

Higaión                      Meditación, nota musical, Sal.9:16

Jedutún                      Otro nombre de Etán, Sal.39

Mahalat                      Salmo de lamentación, “enfermedad, pesadumbre”, Sal.53

Masquil                      Salmo hábil o ingenioso, sapiencial, Sal.32

Mictan                        Salmo dorado o célebre, Sal.16

Neginot                      Instrumentos de cuerdas, Sal.4

Nehilot                       Instrumentos de viento, Sal.5

Selah                           Pausa, “detente y medita”, Sal.3

Seminit                       Coro de varones, Sal.6

Sigaión                       Alabanza u oda apasionada, Sal.7

Sobre Gitit                 Variedad de arpa, Sal.8

Sobre Mut-Laben     Música fúnebre, “muerte del hijo”, Sal.9[vi]

Clasificación de los salmos

Existen diversas formas de agrupar a los salmos a partir de diferentes criterios, de ahí que se pueden consultar varias fuentes y se encontrarán las más variadas posibilidades. En este caso en la clasificación que se presente responde a los temas de los salmos.

Elegias:de “elegos”, llanto. Poesías líricas de temas tristes o tiernos. Una tercera parte de los Salmos, pertenecen a esta categoría. Reflejan luchas y sufrimientos personales confesados ante el Señor. Pueden ser individuales (Sal.3, 22, 31, 39, 42) o congregacionales (Sal.12, 44, 80, 94).

Acción de gracias:expresan gozo por algo que ha salido bien, por la fidelidad y protección de Dios. También pueden ser individuales (Sal.18, 30, 33, 34) o colectivos (Sal.65, 67, 124, 136).

Himnos de alabanza:se concentran en la alabanza a Dios por ser quien es como Creador (Sal.8, 19, 104, 150), protector de Israel (Sal.66, 100) o como el Señor de la historia (Sal.33, 103,113).

De la historia de la salvación:realizan un repaso de la historia de las obras salvadoras de Dios entre el pueblo de Israel (Sal.78, 105, 106, 135).

De celebración y afirmación: utilizados en ceremonias de entronización. Son agrupados en liturgias de renovación del pacto, alabanzas a la función de los reyes y salmos de entronización (Sal.50, 2, 46, 24, 65).

De sabiduría o sapienciales:alaban los méritos de la sabiduría y de la vida sensata (Sal.1, 36, 49, 112, 133).

Cantos de confianza: expresan la confianza en Dios cuando todo va bien y cuando no (Sal.11, 16, 121,125).

Penitenciales:fueron escritos con referencia a alguna ocasión de dolor intenso por causa del pecado (Sal.6, 25, 32, 38, 51).

Imprecatorios:son oraciones en las que se pide daño o castigo para alguien (58:6-9, 59:6-15, 109:9-15, 137:8-9, 140:8-11).[vii]

Correcta interpretación:

Como la Biblia es la palabra de Dios, la mayoría de los cristianos suponen que todo lo que ella expresa son palabras de Dios hacia el ser humano, y por lo tanto se pierde de vista textos como los salmos que son expresiones del hombre a Dios. Sin embargo, no por eso dejan de ser “palabra de Dios” ya que si están entre los libros sagrados es porque cuentan con el reconocimiento de inspirados por Dios mismo, eso hace que Salmos también sea parte de las Sagradas Escrituras.

Sin olvidar lo planteado se sugieren algunas pautas sencillas pero certeras para su correcta interpretación:

Los salmos se dirigen a la mente a través del corazón, son palabras cargadas de emoción.

Son poemas musicales y oraciones cantadas.

El vocabulario de la poesía es metafórico.

Los salmos son de diversos tipos, no es lo mismo una elegía que una acción de gracias, por lo tanto, debe prestarse atención al tema que se desarrolla.

Desempeñan una función en la vida de Israel, cada Salmo tiene un propósito.

Cada salmo debe leerse como una unidad literaria que tiene un contexto histórico particular.

Nunca olvidar que la función principal de los salmos no es la enseñanza doctrinal, ni moral.

Nos ayudan a expresarnos delante de Dios y meditar en sus caminos.

Como cualquier parte de las Escrituras, la lectura de Salmos cumple con la función propia de la Palabra de Dios que es hablarnos, pero si tomamos el tiempo que se merece su estudio con atención en el contextos histórico y literario, sus expresiones figuradas, los estados de ánimo de los autores y el significado de las palabras, entonces es muy seguro que nuestra perspectiva y comprensión de cada salmo será enriquecida para bendición de nuestra vida a partir de la meditación profunda y devocional de estas oraciones cantadas llamadas Salmos.

 

Bibliografía

[i] Hoff, Pablo. Los libros poéticos, Editorial Vida, 1998, p. 71.

[ii] Jamieson, Robert, Fausset A. R., y Brown, David. Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia, Tomo I. El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, 2003, p.509.

[v] Martínez, José M. Hermenéutica bíblica, Editorial Clie, 1984, p. 323.

[vi] Douglas, J. D. Y Hillyer, N. (Directores). Nuevo Diccionario Bíblico. Barcelona: Ediciones Certeza, 1997.

[vii] Fee, Gordon y Stuart, Douglas. La lectura eficaz de la Biblia, Miami: Editorial Vida, 1985, p.173-174.

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