domingo, noviembre 23, 2025

Conozca – La masculinidad cristiana

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Por Donald Exley

Introducción

La masculinidad cristiana es muy provocadora o aburrida, según el criterio que se usa para entenderla. Para algunos simplemente trata del tema de las relaciones sexuales en el matrimonio, para otros es como ser el “Gran Macho” y para nosotros hoy habla del diseño de Dios para el hombre.

Estuve en un retiro de hombres cristianos y al escuchar la charla de un hermano de la iglesia y justamente  del tema del matrimonio cristiano.  Aunque la exposición fue muy amplia, él simplemente quiso hablar de las relaciones sexuales en el matrimonio.  No sé porque, pero él se describió como “Un Gran Toro” y dijo, “debo tener relaciones sexuales todas las noches”.  Me quedé asombrado por haber hablado de algo muy personal porque el asunto era más amplio que las relaciones sexuales en el matrimonio.

La misma palabra “masculinidad” significa “cualidad de masculino” y el sinónimo hombría quizás sea mejor para esta charla porque “hombría” significa cualidad buena y destacada del hombre.  En la creación perfecta de Dios, primero creó el hombre y fue perfecto su diseño y después siguió con la creación de la mujer y estableció la relación matrimonial como algo hermoso y perfecto entre un hombre y una mujer: “por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gn.2:24).

Hoy, más que nunca, es importante hablar, explicar y defender los principios y valores bíblicos de lo que es ser hombre (y esposo).  Cuando se habla de lo que es la masculinidad cristiana se habla de las características bíblicas del hombre formado a la misma imagen de Dios. Es imposible tener una lista completa de estas características, pero, por lo menos, abramos la charla con estas cinco aspectos.

El Dominio Propio: En el diseño de Dios nos formó con la capacidad y la responsabilidad de tomar nuestras propias decisiones. Pablo habló mucho del “querer y del hacer” para que pudiéramos entender que lo que era imposible para el hombre viejo hoy con Cristo todo es posible. Eso también incluye el dominio propio de mis deseos, aún mis deseos sexuales.  Siempre es importante entender que son mis deseos sexuales y no mis necesidades sexuales. El agua es una necesidad porque uno se muere sin el agua, pero las relaciones sexuales son deseos.

En una ocasión, mientras predicaba de este tema a los jóvenes, les dije que Dios nos creó con todo un “cableado” para el sexo, pero como con la electricidad hay formas sanas y formas destructivas en su uso. Tomé un secador de pelo de doble voltaje y puse el control en 110 volts, pero lo enchufé en 220 volts y dentro de segundos el secador estaba lanzando humo y el olor de plástico quemado.  Lo desenchufé y lo tiré como algo que no servía. Les dije, “el acto sexual es un regalo de Dios, pero su eso, según el Creador es diseñado para el uso exclusivo de un matrimonio”.

La Fidelidad: Es doloroso leer del adulterio de David con Betsabé porque él era un hombre con pasión de servirle a Dios. Duele pensar en Betsabé, una esposa fiel a su marido hasta ese momento. Genera enojo leer del final trágico de Urías, un hombre de alta fidelidad e integridad.  El deseo y el diseño de Dios es para que vivamos con integridad y fidelidad en todas nuestras relaciones, primeramente, con Dios, también con nuestro cónyugue, con nuestra familia y después con otros.

Una verdad conocida es que todos seremos expuestos a la tentación. En un viaje escuché en una emisora cristiana que transmitía en vivo la entrevista de un autor cristiano. Él había escrito un “best seller” de como vencer las tentaciones. Lamentablemente la entrevista tocaba el tema del mismo autor y su pecado de adulterio.

El autor contó como sucedió su propia tragedia: un empresario de su congregación lo había invitado a almorzar y durante la comida él hombre le preguntó al pastor “si el enemigo te atacara o te tentara, ¿en qué área de la vida vendría la tentación?” El mismo autor le respondió: “no sé dónde pero sé que en mi matrimonio no hay peligro”.  Al mes cometió adulterio y en pocas horas lo confesó a su esposa y a los ancianos de su iglesia. Tuvo que renunciar como pastor y pasar uno a dos años en el proceso de la restauración.

Dios exige de nosotros fidelidad en nuestra relación con El y con nuestra familia.

La Generosidad: En el contexto de este tema cuando se habla de generosidad no es tanto del dinero sino del tiempo.  Como hombre tengo que aprender de ser generoso con mis tiempos.

Nuestra hija tenía 4 años cuando llegamos a la Argentina por primera vez y la inscribimos en un jardín de infantes bilingüe para que aprendiera el castellano. Las primeras palabras que aprendió eran, “es mía.”  Seguramente con otras niñas discutía de quien era la muñeca. Sin embargo, es un ejemplo tan claro de la naturaleza humana de ser egoísta.

Las palabras como “el Rey de la Casa”, “primero soy yo”, y “acá mando yo” tienen que desaparecer del uso del hombre que tenga una relación sana con Dios, con su esposa y con su familia. La verdad es que si tuviera una relación sana con Dios las distintas formas de la generosidad estarían visibles. Esta actitud generosa producirá un equilibrio entre Dios, la esposa, la familia. la iglesia y el cumplir en el trabajo, pero en tantas ocasiones parece imposible cumplir en pasar tiempo de calidad en cada área mencionada.

En varias ocasiones he intentado explicar, con este dibujo, que las responsabilidades de tantas áreas se cumplen cuando es el “turno” de tocar suelo o sea cuando cada rayo toca el suelo hay que dedicarse el tiempo necesario para cumplir el deber en ese momento.

Los ejes representan mi vida de integridad. Los rayos Representan:

  1. Tiempo en pareja
  2. Salidas de pareja
  3. Comida en familia
  4. Tiempo con los hijos
  5. Cultos y servicio de la iglesia
  6. El trabajo

El Servicio:  Cada cultura define los roles de cada área de la vida, pero cuando llegamos a ser hijos de Dios y ciudadanos de la “Patria Celestial” tenemos que aprender a ser transformados para cumplir con lo que Dios espera de nosotros como hijos de Él y ciudadanos de Su Reino.  ¿Qué espera Dios de mí como hombre? ¿Qué espera Dios de mí como esposo? ¿Qué espera Dios de mí como padre? La respuesta es muy fácil porque nuestro ejemplo es Jesús. Él nos dijo que no vino para ser servido sino para servir.

Plantamos una iglesia en la ciudad de Córdoba en un barrio de obreros. Se convirtió una familia con hijos pequeños. En un culto el hermano Juan (el esposo y padre) pidió hablar porque quería agradecerle a Dios por su nueva vida y dar testimonio de los cambios en su vida y en la casa.  Dijo: “quiero darle gracias a Dios… quiero darle gracias a Dios… quiero dale gracias a Dios…” Por fin levantó su cabeza y miró a la congregación y dijo, “por primera vez en todos los años de matrimonio esta semana le ayudé a mi esposa al lavar los platos y limpiar la cocina. Gracias a Dios porque me está cambiando”.

Estaba aprendiendo seguir el ejemplo de Cristo. Hoy en día en la mayoría de los hogares trabajan fuera de casa tanto la esposa como el marido y el testimonio de Juan debería inspirarnos a todos que con Dios es un gozo servir.

El Perdón: Cada matrimonio tendrá momentos difíciles, momentos de discusión o aún momentos de enojo y gritería. Si no hay perdón y reconciliación el hogar se transforma en un campo de batalla minado y peligrosísimo. Es porque uno nunca sabe cuándo dirá algo que resulte en una explosión de enojo y gritería.

Pero, cuando estamos dispuestos a pedir perdón sin dar excusas y sin defendernos cambiará el clima del hogar en un clima harmonioso; reinará la paz y no la discusión.  Habrá conversaciones con risas y no el silencio frío.

Después de un retiro de hombres en Buenos Aires se tomaban testimonios de lo que Dios había hecho en la vida de los hombres. Un hombre se puso de pie y llorando le confesó a su esposa que le había tratado mal y que públicamente quería pedirle perdón. Toda la iglesia se quedó en silencio por un momento viendo el valor de un hombre que pedía, públicamente, perdón a su esposa. Ese acto de pedirle, públicamente, perdón resultó en lágrimas incontrolables del mismo matrimonio abrazado. Sin duda, pedir perdón, perdonar y ser perdonado son regalos de Dios. Es por el poder del Espíritu Santo que la actitud de perdonar reemplace la actitud del orgullo masculino.

Conclusión

Los tiempos cambian, las culturas cambian, las opiniones del hombre cambian, pero los absolutos de Dios no cambian.  El diseño y el rol del hombre de parte del Creador no han cambiado, son eternos.  Lo que esperaba Dios de Adán es lo que espera de nosotros hoy, hombres de integridad, amantes del Él y seguidores de Sus instrucciones en todas las áreas de la vida.

 

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