El día de ayer predicaban sobre la parábola del joven rico, que encontramos en Lucas 18:18-27
Una parábola muy conocida y muy predicada, sin embargo, yo me ponía a pensar ¿Por qué este dirigente, le preguntaría a Jesús, que debe hacer para heredar la vida eterna si él cumplía con los mandamientos? ¿Qué le faltaba entonces? Una de dos, o no creía al cien por ciento que cumplir los mandamientos fuera suficiente o de algún modo quería acercarse a Jesús.
No lo dice la Biblia, pero puedo pensar que quizá dijo, claro Jesús eligió a esos 12 porque no me ha visto a mi,
Yo cumplo todos los mandamientos, soy dirigente, debería escogerme a mí y ciertamente Jesús lo invitó a seguirlo, pero ¿Qué pasó?
Este dirigente llega y le presenta todas sus credenciales a Jesús diciéndole en primer lugar “Maestro bueno” a lo que Jesús le contesta ¿Por qué me llamas bueno? No hay ninguno bueno sino solo Dios, Jesús como sabiendo lo que le iba a contestar él en cuanto a que cumplía los mandamientos, o sea seguramente él se creía bueno, porque cumplía los mandamientos y muy probablemente lo era, pero oh sorpresa a Jesús no lo impresionamos con eso.
Una vez que Jesús pone en balance las cosas le dice que cumpla los mandamientos, a lo que él le responde que los ha cumplido desde joven y Jesús no lo niega, pero le saca un pequeño detalle a la luz, “Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro; y ven, sígueme” y bueno sabemos la historia, el joven dirigente no pudo con esa indicación, entonces yo me pregunto ¿era un mandamiento vender todo lo que tienes y darlo a los pobres?
La respuesta es no, si bien la Palabra habla y deja muy claro el cuidado que Dios tiene por los pobres, no era un mandamiento vender tus cosas y darlas a los pobres, él estaba haciendo las cosas medianamente bien y con eso se acerco a Jesús, pero ahora yo digo, ¿si no estaba dispuesto a obedecer para que pregunta?, se hubiera quedado como estaba, seguramente él pensó que lo que hacía era mas que suficiente para seguir a Jesús pero a Jesús no le impresionan nuestras fortalezas, al contrario él quiere que entreguemos nuestras debilidades.
De nada sirve que vayamos a Jesús mostrando lo que somos y lo que hacemos bien, si no estamos dispuestos a arreglar y entregar lo que “aún nos falta” porque así le contesto Jesús a esta persona, que bueno que cumplas los mandamientos, en el versículo 22, peeero “Aún te falta una cosa”
A nosotros nos podría decir, que bueno que vayas a la iglesia, pero aún te falta una cosa, que bueno que ores por los hermanos pero aun te falta una cosa, que bueno que des tu diezmo pero aún te falta una cosa, siempre habrá algo que mejorar, siempre habrá algo que podemos hacer que aún no hemos hecho pues no importa que tanto creamos que cumplimos “no hay ninguno bueno, sino solo Dios”
Otra cosa que puedo aprender de esta historia es que no importa cuantas fortalezas creamos tener, si nos acercamos a Jesús, Él expondrá nuestras debilidades, no para nuestro mal sino todo lo contrario, para seguir creciendo y rindiendo aquello que nos domina. Si no estas dispuesto a rendir tus debilidades, será mejor que tampoco te vanaglories de tus fortalezas.