Los adultos mayores cristianos deberían ser valorados en su papel dentro de las relaciones familiares. 2 Timoteo 4:7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera,
he guardado la fe.
La vejez puede estar llena de amor y esperanza, o puede ser triste e improductiva. Mucho depende de la actitud de quien envejece como de quienes interactúan con él. Dios espera que la Iglesia, sea una familia terrenal donde los miembros se apoyan unos a otros. El adulto mayor que no tiene familia cerca debería depender de la iglesia para mostrarle el amor de Cristo. El beneficio funciona en ambos sentidos, ya que quienes ministran a los adultos mayores son bendecidos por la sabiduría y el amor que comparten estos valiosos miembros de la familia de Dios.
Nuestra percepción de la vida cambia drásticamente conforme avanzamos en las etapas de la edad adulta. Los adultos jóvenes tal vez ven a sus padres y abuelos y sienten que pasará mucho tiempo antes de que ellos mismos lleguen a esa etapa. Pero, lo que más adelante parecerá poco tiempo, se preguntarán cómo fue que ya llegaron allí. Dios tiene un plan maravilloso para que todas estas generaciones interactúen entre sí de una manera que lo glorifique y que edifique su reino. Cada uno debe valorar al otro como una parte vital
de la familia de Dios.
Parte 1-Enseñar el respeto mutuo en la familia
– Los beneficios del honor y el amor Éxodo 20:12; 1 Corintios 16:14
La vida es mejor cuando todas las personas reciben el honor, el respeto y el amor que merecen (Éxodo 20:12). Cuando los niños aprenden a respetar a sus padres, entonces el respeto a los maestros y otros surge de forma más natural. Cuando los niños crecen con reverencia por Dios y sus caminos, es más probable que tengan una relación personal con Él. Las familias que no se muestran honor, respeto y amor entre sí a menudo luchan con problemas de comportamiento y actitud. El mayor daño son las consecuencias espirituales cuando los miembros de la familia se rebelan contra Dios.
Las relaciones cambian con el tiempo. En la relación padre-hijo pequeño, el honor se relaciona fuertemente con la obediencia hasta que los niños alcanzan la edad adulta. En la relación entre padres e hijos adultos, el honor implica respeto por los valores, preocupacio- nes y el bienestar de los padres. Se debe tener en cuenta que el fundamento de todos estos valores, preocupación y bienestar es el amor (1 Corintios 16:14).
El respeto se enseña mejor al modelarlo. Los padres pueden modelar el respeto en su relación con sus propios padres. Si ven a sus padres ancianos como una carga o como si no tuvieran un papel valioso en su vida, los niños adoptarán esa misma actitud. Una de las recompensas de la enseñanza temprana es la amistad que viene con la relación entre el hijo adulto y sus padres.
– Aprecie su herencia espiritual 2 Timoteo 1:5,6
La importancia de enseñar a los niños sobre Dios estaba arraigada en la sociedad judía (Deuteronomio 6:1-7). Los padres debían usar los eventos de la vida cotidiana como «momentos de enseñanza». El amor por Dios se expresaba al elegir obedecer la Palabra de Dios en todos los aspectos de la vida. Ciertamente Timoteo se había beneficiado de la enseñanza de su madre y su abuela (2 Timoteo 1:5,6).
Si bien cada generación puede expresar su fe de manera diferente, los creyentes más jóvenes deberian apreciar la base espiritual proporcionada por sus padres, abuelos y mentores espirituales, y edificar sobre esta. Los métodos de enseñanza y expresión de la adoración pueden cambiar, pero el mensaje del evangelio sigue siendo el mismo. Los creyentes mayores no deberían descartar los nuevos enfoques sólo porque son diferentes. Los creyentes más jóvenes no deberían menospreciar su herencia espiritual. No hay mayor gozo para los padres y los abuelos que ver a sus hijos y nietos crecer con una «fe no fingida» (1 Timoteo 1:5) en Cristo.
Parte 2-El respeto y el cuidado a los cristianos mayores
– Trate a otros con respeto 1 Timoteo 5:1,2
Los creyentes deben tratar a los cristianos mayores como tratarían a su padre o madre. Aquellos que son más jóvenes o de edad similar deben tratarse como un hermano o una hermana. Estos principios reflejan la naturaleza amorosa de Dios que debe imitarse en Su pueblo. Mostrarse amor entre sí dentro de la familia natural y la familia de Dios es una caracteristica que define a los que siguen a Cristo (Juan 13:34,35).
Las personas más jóvenes a veces ven a los mayores como anticuados y desconectados, y los descartan como inútiles. Si bien los creyentes mayores pueden resistirse al cambio, tienen la sabiduría adquirida por la experiencia. Cuando los mayores y los jóvenes trabajan juntos, sus elecciones promoverán mejor la causa de Cristo.
Sería miope pasar por alto el encargo de Pablo de tratar con pureza a las mujeres de toda edad(1 Timoteo 5:2). Los cristianos, tanto hombres como mujeres, deberían ser cons- cientes de cómo interactúan con los miembros del sexo opuesto. No deberían dar lugar a las acusaciones de conducta inapropiada, sino que deberían ser conocidos por tratarse unos a otros con respeto.
– Cuide y atienda a los que están solos 1 Timoteo 5:3-11
La piedad cosecha bendiciones. Observe las cualidades de una viuda que debería recibir ayuda: guerrera de oración, esposa fiel, buena madre, ayudadora de los necesitados. Aque- llos que han servido fielmente al Señor deben ser recompensados.
Santiago definió la religión pura y genuina como el cuidar de los huérfanos y las viu- das, y llevar un estilo de vida piadoso (Santiago 1:27). La lglesia Primitiva tomó esta res- ponsabilidad en serio. En el centro de la fe cristiana está la obediencia al mandamiento de
Cristo de amarnos los unos a los otros (Juan 13:34,35). Ese amor comienza con el cuidado de la propia familia, especialmente de aquellos que están solos.
Los primeros líderes seleccionados por la iglesia fueron elegidos para supervisar el cuidado brindado a las viudas (Hechos 6). El no hacerlo podría haber resultado en división en la iglesia y en una pérdida de enfoque en su ministerio. La atención sabia de estas necesidades permitió que se continuara difundiendo el mensaje de Jesús.
Algunas iglesias cuidan de los que están solos a través de programas organizados, mientras que otras dependen de la generosidad de personas o familias en la iglesia que dedican tiempo a acompañar a un adulto mayor o ayudarle con los oficios de la casa.
No cuidar de aquellos que han contribuido tanto a la causa de Cristo deja a la iglesia abierta a las críticas de los no creyentes. Si no cuidamos de los nuestros, ¿por qué deberían pensar los no creyentes que la iglesia se preocupará de ellos? Cuando una iglesia brinda cuidado amoroso a los que están solos, es un poderoso testimonio para los perdidos.
Parte 3-Acabar bien
El creyente puede enfrentar la vejez con esperanza para su futuro y confianza en su Salva- dor, Jesucristo. Hablar de la muerte puede ser dificil, aun para los creyentes. Sin embarg0, quien permanece fiel tiene la confianza de que estará presente con el Señor cuando esté ausente del cuerpo (2 Timoteo 4:6-8). Esta es una fuente de consuelo y fortaleza. Gene-ralmente, el único pesar del creyente mayor es la separación de los seres queridos. La esperanza de reunirse algún día en el cielo fortalece su determinación de permanecer fiel. Los creyentes más jóvenes tienen la responsabilidad de cuidar y animar a los creyentes mayores, especialmente cuando ellos no pueden participar en las actividades de la iglesia.
No se debe pasar por alto a estos creyentes mayores, sino que se les debe ministrar mediante visitas personales y atención a sus necesidades.
– Pasar el manto 2 Reyes 2:5-14
Cristo edificará su lglesia, pero la próxima generación de creyentes necesita capacitación. Los Elías necesitan a los Eliseos para que tomen el manto de servicio cuando los que hayan servido fielmente se hayan ido (2 Reyes 2:5-14). Los creyentes mayores pueden enseñar a los más jóvenes, especialmente sobre la obra del Espíritu Santo. ;Qué significa ser pente- costal? ;Cómo aprenden los creyentes a ser guiados por el Espíritu y usados en los dones del Espíritu? Los jóvenes deben escuchar del poder del Espíritu para transformar vidas. Cuando se trata de delegar, el creyente mayor podría tener dificultad para dejar un área de servicio. Puede temer que mengüe el ministerio o que no se considere su legado. En vez de permitir que se arraiguen los malos sentimientos, ambas generaciones deben pedir al Señor una «doble porción» del Espíritu de Dios conforme la próxima generación continúa la marcha en la unción del Espíritu.
¿Qué nos dice Dios?
Los cristianos mayores deben ser valorados en su papel dentro de las relaciones fami- liares–tanto en la familia natural como en la familia de la iglesia. Cuando se practica el respeto mutuo en el hogar, los niños aprenden a respetar a otros fuera del hogar. Representamos bien a Dios al atender a los cristianos mayores y preocuparnos por ellos.