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Sabes QUIEN ES JESUS? lee este tema que aclara algo más sobre esto

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Jesús le preguntó a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?» (Mateo 16:13). Después se concentró en lo que ellos creían: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» (Mateo 16:15). La única respuesta que se regis­tra es la de Pedro, que dijo: «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16:16). Esta lección plantea la misma pregunta y, aunque las respuestas del mundo pueden haber cambiado, nuestra respuesta debe ser la misma: Jesús es el Hijo del Dios viviente.

La fe en Jesús es un asunto de vida eterna o muerte eterna. No hay pregunta que cuya res­ puesta sea más importante.

Hubo un tiempo en que el cristianismo era la creencia dominante en el mundo occidental. Hoy muchos consideran que es poco amable celebrar Navidad o Pascua porque excluye a las personas que no creen que Jesús es Dios. ¿Cómo responde usted a alguien que cuestiona la dei­ dad de Jesús? ¿Cómo conversa con aquellos que dicen que Jesús fue sólo una buena persona? En esta lección, examinaremos estas preguntas y descubriremos respuestas que edificarán su fe.

1—El Dios eterno y soberano

El Dios eterno Juan 1:1-5

Las primeras palabras de Juan son muy parecidas a como Moisés comenzó Géne­ sis. La frase: «En el principio», habría llevado la mente de un lector judío inme­ diatamente a las Escrituras. En Génesis, Moisés declara que Dios es el soberano y supremo Creador del universo. Juan identificó a Jesús como presente en la Crea­ ción, con la aseveración de que Jesús es Dios.

La descripción de Jesús como logos (en griego) o el Verbo, o la Palabra, habría sido significativa para los lectores judíos y griegos. En el uso secular, los filósofos griegos usaban logos para hablar del poder que resuelve la confusión y el conflicto, y enseñaban que logos es la «razón definitiva» que controla todas las cosas. (Claramente, logos se refiere a mucho más que sólo un conjunto de letras—lo que las personas usualmente piensan cuando escuchan «palabra».) Juan declaró que el verdadero logos es Jesús. Él era en el principio. Él hizo todo de la nada, y convirtió el caos en la creación que conocemos hoy. Él es ambos Dios y con Dios (Juan 1:1). Jesús habitaba el reino celestial, algo que la mente humana no alcanza a comprender. Pero este personaje divino se humilló, entró en nuestro mundo y se reveló en términos que pudiéramos entender. A través de Él pudimos ver al Padre.

La vida de Jesús contrasta con la oscuridad del mal que se opone a Dios. Juan declaró que, aunque la oscuridad trató de vencer a Jesús, no tuvo éxito.

El Rey del mundo Juan 1:10-14,18; Mateo 28:17,18

Jesús vino al mundo que Él creó, pero su propia creación no reconoció su autori­ dad. Rechazaron a Aquel que les dio la vida (Juan 1:10,11). Sin embargo, algunos reconocieron su autoridad y se convirtieron en hijos de Dios. Lo fueron no por descender del linaje de Abraham, por haber nacido de nuevo espiritualmente (Juan 1:12,13).

El logos estaba más allá del alcance de la mente humana. Juan informó que este Ser inalcanzable había elegido hacerse accesible al tomar la naturaleza humana. Esta era una idea incomprensible para muchos. Sin embargo, Juan fue claro. Jesús es Dios. Los que presenciaron su vida habían visto a Dios.

Los que estaban dispuestos a creer que Jesús es Dios lo adoraron. Como era de esperar, algunas vieron a Jesús como un simple hombre, aunque Él creó todas las cosas y tenía autoridad sobre el cielo y la tierra. Él es el Rey. Él merece toda la adoración, al igual que el Padre que está en el cielo (Mateo 28:17,18).

2 – La proclamación del Reino

□ Proclamación a través de la Palabra Mateo 4:12-17; 13:1-9,18-23

Jesús comenzó a predicar cuando tenía unos treinta años. Su mensaje tuvo un enfoque. No intentó cambiar la cultura griega y romana, ni trató de cambiar los asuntos del gobierno romano. Su mensaje se centró en ayudar a las personas a comprender que debían alinearse bqjo la autoridad de Dios, reconociendo las ver­ dades del Reino. Tenían que ver a Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo) como Rey, y toda la humanidad como siervos del Rey. Jesús anunció que el reino de Dios había

venido a ellos (Mateo 4:12-17).
En poco tiempo, Jesús tuvo muchos seguidores. Las multitudes estaban fasci­

nadas por lo que enseñaba y por los milagros que hacía. Él a menudo proclamó su mensaje a través de parábolas que ilustraban el orden en el reino de Dios. En una parábola, explicó que no todos están preparados para aceptar la verdad que pro­ clamamos (Mateo 13). Jesús dijo que algunas personas no aceptarán su mensaje. Otros agradecerán su mensaje, pero se apartarán cuando la decisión de ser parte del Reino se tome difícil. Sin embargo, otros aceptarán el mensaje y seguirán sus enseñanzas. Jesús buscaba personas que conocieran la verdad y permitieran que esa verdad los hiciera libres.

□ Proclamación a través de acciones Lucas 11:14-20

Parte de la proclamación de Jesús del reino de Dios fue la demostración de poder sobre el mal. Al echar fuera los demonios de muchas personas, Él los liberó para responder a su invitación a ser parte de Su reino. Esos milagros también mostra­ron la superioridad del reino de Dios sobre el reino de las tinieblas.

Algunos que afirmaban ser seguidores de Dios no querían reconocer que el poder de Jesús provenía de Dios. Hacerlo habría significado que Él era quien afir­maba ser. Como no podían negar que los demonios eran expulsados, atribuyeron el poder de Jesús de expulsar demonios a la única otra fuente de poder con la que estaban familiarizados (Lucas 11:15,16). Jesús sabía que los estaba forzando a escoger: o Él era Dios o Él era del diablo. Él argumentó que Satanás no expul­saría sus demonios de una persona si él los hubiera puesto allí. Los líderes judíos estaban ante dos opciones: aceptar las afirmaciones de Jesús respecto a su deidad y el reino de Dios, o a proclamar que Él era del diablo. No había término medio, pero reconocer la verdad obvia los obligaría a confirmar que Jesús era y es quien Él afirma ser.

3—-El único camino a la salvación

□ Ser transformado espiritualmente Juan 3:1-8

Nicodemo fue un líder judío que reconoció que Jesús fue enviado de Dios (Juan 3:1-8). Se sintió intrigado por los milagros de Jesús y estuvo dispuesto a escuchar. Jesús le presentó el mensaje del Reino, y le dijo que, si quería entrada en el reino de Dios, necesitaba nacer de nuevo

Jesús ilustró la salvación con un concepto que Nicodemo podría entender -el parto— para explicar el misterio que transforma la vida. Jesús le dijo a Nicodemo que la única manera de entrar al reino de Dios es por un nacimiento espiritual. Esto era difícil para Nicodemo. Los judíos creían que, como pueblo elegido de Dios, ya habían nacido en su familia. Pero el reino de Dios no es una nacionalidad o un linaje. La única manera de ser parte del reino de Dios es a través de la fe en Jesús como Salvador y Rey.

Creer en la resurrección Juan 14:6; 1 Corintios 15:14-19

La salvación está condicionada a reconocer que Jesús es Dios. Jesús sabía que en muy poco tiempo moriría en la cruz por los pecados de la humanidad y resucitaría. Si una persona no aceptaba que Él es Dios, la muerte y la resurrección no tendrían sentido para esa persona (Juan 14:6).

El apóstol Pablo declaró que predicar sobre el reino de Dios sería una necedad si Jesús no fuera Dios y no hubiera resucitado de los muertos. Si este fuera el caso, la humanidad está destinada al infierno, porque no hay un medio de pagar por el pecado que separa al ser humano de Dios. La esperanza de la humanidad depende del hecho de que Jesús es Dios, que resucitó y ha abierto el camino para que poda­mos ser justificados ante Dios (1 Corintios 15:14-19).

¿Qué nos dice Dios?

Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados, y resucitó de los muertos, mos­ trando que Él es verdaderamente el Mesías. Desde entonces, el ser humano ha elegido aceptar o rechazar esta verdad. En su misericordia, Dios todavía ofrece oportunidades de que la gente acepte a Cristo.

El ministerio en acción

  • Escriba su testimonio personal para que lo comparta con un no creyente.
  • Busque a alguien con quien pueda entablar una conversación sobre Jesús.
  • Ore por oportunidades de compartir su fe en su vida diaria.
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Pastor: David Gamboa
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