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lunes, diciembre 9, 2024
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Qué dice la Biblia sobre la sexualidad? un tema muy importante para las familias (23)

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Desde la «revolución sexual» de la década de 1960, la actitud del público en general respecto a la sexualidad ha cambiado drásticamente. Las conversaciones que alguna vez se tenían a puerta cerrada, hoy se difunden abiertamente en los medios de comunicación. Si bien parte del secreto que caracterizaba este tema en el pasado no era saludable —ya que los cristianos debemos considerar la perspectiva bíblica— la permisividad de hoy contradice los principios de la Palabra de Dios.

Hay un gran debate hoy sobre la sexualidad en nuestra sociedad secular. ¿Debe el sexo limi­tarse a las parejas casadas? ¿Es aceptable que los homosexuales se casen? ¿Puede cada ser humano decidir cuál es su genero? Felizmente la Biblia aborda la esencia de la mayoría de estos asuntos. Nosotros, como cristianos, podemos estar preparados para informar a nuestra socie­dad sobre estas enseñanzas bíblicas.

1—La sexualidad es creación de Dios

El sexo fue plan de Dios Génesis 1:27,28; 2:18-25

La sexualidad fue idea de Dios. Desde el principio de los tiempos, Dios creó dos géneros. Ambos fueron creados de igual valor, ya que ambos fueron hechos a la imagen de Dios (Génesis 1:27).

El primer mandato que Dios dio al ser humano se centró en la relación entre Adán y Eva—un mandato que incluía la sexualidad. Dios les ordenó ser fructíferos y multiplicarse. Este mandato, en la forma de una bendición, nos recuerda que Dios bendice el sexo en el contexto adecuado (v.28).

Es natural que un hombre y una mujer deseen una relación. Una mujer no com­ pleta a un hombre, ni tampoco un hombre completa a una mujer. Cada persona es completa en sí misma y puede estar sola, si Dios la dirige a hacerlo. Cada cónyuge aporta sus talentos y habilidades al matrimonio. El hombre y la mujer fueron crea­ dos para ayudarse mutuamente a cumplir las tareas que Dios les asignó (Génesis 2:18-24).

Los cristianos no deben avergonzarse de una relación sexual en el contexto del matrimonio. El sexo es un buen regalo de Dios a la humanidad. La Escritura registra que Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y luego creó a la mujer de una de sus costillas. Adán despertó y descubrió a su esposa. Ambos se miraron y ninguno sintió vergüenza, aunque estaban desnudos. Su relación era natural y buena. No teman nada que esconder el uno del otro (Génesis 2:25).

El sexo sigue siendo el plan de Dios Mateo 19:3-6

Como la Escritura enseña, Jesús aprobó el plan divino para la sexualidad entre un esposo y una esposa. En Mateo 19:3-6, los fariseos trataron de confundirlo con im tecnicismo relacionado con la Ley, y Jesús respondió señalando que los creó desde el principio hombre y mujer, estableciendo así la voluntad de Dios para la pareja humana. Además, declaró que los dos se convierten en una sola carne. El sexo no se había convertido en un «mal necesario» de la carne, como algunas filosofías de la época habían conjeturado. Si el sexo se hubiera considerado pecado después de la caída, Jesús tuvo todas las oportunidades de enseñar contra las relaciones sexuales. En cambio, Él afirma que el matrimonio y la relación sexual fue idea de Dios.

El divorcio no es el plan de Dios. El matrimonio, y la unión sexual entre un esposo y una esposa, es la representación externa de la unión que ocurre entre Dios y sus seguidores. La sexualidad entre los cónyuges es una declaración de lealtad y su compromiso de nunca abandonarse el uno al otro. Este es el tipo de compromiso que Dios ha hecho con quienes creen en el (Hebreos 13:5).

2 – Castidad y fidelidad requerida

Decir no a la inmoralidad 1 Corintios 6:18 al 7:5

La ciudad de Corinto era conocida por una inmoralidad sexual generalizada. En los templos griegos, la prostitución era parte del culto pagano. Por eso, la iglesia en Corinto estaba confundida acerca de cómo vivir en una cultura tan corrupta. Pablo les dijo que se mantuvieran lo más lejos posible de la inmoralidad sexual. El término traducido como «fornicación» en 1 Corintios 6:18 proviene de la palabra griega pomeia. La palabra «pornografía» deriva de este término. Huir de la inmo­ ralidad sexual significa mantenerse alejado de cualquier cosa que nos atraiga a las relaciones sexuales fuera del matrimonio. Dios nos ha redimido; pertenecemos a Él para que nos use como estime conveniente, y esto abarca la relación sexual.

Pablo le recordó a los corintios que Dios los redimió cuando se hicieron cris­tianos. Al hacerlo, también compró sus cuerpos. Cuando los cristianos aceptan a Jesús como Salvador, se entregan totalmente a Él para que los use para su propó­sito. Cuando Dios le dice a los cristianos que no pueden involucrarse en relaciones sexuales inmorales, es una orden que se debe obedecer (w. 19,20).

Una vez que una pareja se casa, el sexo debe darse como un regalo al cónyuge. El sexo no debe usarse para controlar; debe centrarse en las necesidades de la pareja. Si hay un tiempo de abstenerse de la relación sexual, no debería ser muy prolongado, ya que eso le da oportunidad a Satanás de usar la tentación contra la pareja.

Decir sí a Dios 1 Tesaionicenses 4:3

El cristiano debe santificarse para Dios. «Santificado» significa ser apartado para un uso exclusivo. Por lo tanto, los cristianos no deben tener relaciones sexuales que no estén aprobadas por Dios. Cualquier inmoralidad sexual es una violación de nuestro compromiso con Dios. Debemos recurrir al poder del Espíritu Santo para decir «no» a los deseos lujuriosos. Con el tiempo, la capacidad de decir «no» será más natural (1 Tesaionicenses 4:3-5).

Pablo también dijo que los cristianos no deben aprovecharse de un hermano o hermana en Cristo. Satanás usa la manipulación o la injusticia en sus blancos para la destrucción. Dios castigará quien se aprovecha del que están quebrantado o susceptible a la tentación sexual. Él quiere que encontremos nuestra satisfacción en Él, pero los cristianos cuya vida es impura se niegan a estar satisfechos con el don de Dios. Satanás busca pervertir el don del sexo y destruir los matrimonios debido a la terrible consecuencia que tiene sobre las familias.

El matrimonio y la relación sexual entre un esposo y una esposa es honorable. Cuando surgen la tentación de una relación extramatrimonial, debemos decir «no» y honrar a Dios con un matrimonio sano y santo (Hebreos 13:4).

3—¿Qué de la homosexualidad?

La raíz de la homosexualidad Romanos 1:20-27

Podemos saber que hay un Dios mirando el mundo que nos rodea, pero muchos no lo reconocen y, por lo tanto, viven en la oscuridad espiritual. Esto resulta en una forma vana de pensar. Cuando alguien vive gobernado por sus deseos, su destino es la destrucción. Las cosas de este mundo y los deseos egoístas pueden convertirse en ídolos, que nos separan de nuestro Creador. Aunque Dios es paciente, permite que los rebeldes cosechen las consecuencias de sus decisiones. Una estilo de vida rebelde es el comportamiento homosexual. Pablo lo identificó como «antinatural». La naturaleza misma testifica que es un error y que no es aceptable para Dios.

Una ofensa redimible 1 Timoteo 1:8-11; 1 Corintios 6:9-11

Pablo habla de la homosexualidad en el mismo contexto que el homicidio, la mentira y el falso testimonio (1 Timoteo 1:8-11). Esto significa que, si bien es un pecado grave, la homosexualidad, como otros pecados, es redimible. Hay espe­ranza para el homosexual, así como para quien cae en cualquier otro pecado.

Aquellos que practican la homosexualidad no heredarán el reino de Dios. Aun­ que algunos lo consideren inaceptable, Dios establece las reglas para la ciudadanía en su reino. Pero en el mismo pasaje hay un mensaje de gran esperanza: «¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, . . . Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios» (1 Corintios 6:11). Algunos en Corinto habían participado en el pecado de la homosexualidad. Pero ahora eran hermanos y hermanas en Cristo, viviendo bajo el discipulado de líderes cristianos.

Una vez que estas personas reconocieron la autoridad de Dios y le entregaron su vida, fueron liberadas de su inmoralidad. Tal libertad es el resultado de vivir en obediencia a Dios y al poder del Espíritu Santo.

¿Qué nos dice Dios?

Dios bendijo a la humanidad con el don del sexo y especificó cómo se debe usar. Como sus hijos, debemos mantener una norma de lo que es correcto y guiar a nuestro mundo a una relación correcta con Dios en esta área.

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