El Espíritu Santo nos habilita para vivir para Cristo y dar a conocer el evangelio al mundo.
Juan 15:26 – Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.
Pentecostés tiene sus raíces profundas en el Antiguo Testamento, donde se conocía como la «fiesta de las semanas» o «la fiesta de las primicias». Era un momento en que los judíos de todo el mundo conocido venían a Jerusalén para una gozosa celebración. Es lógico que Dios eligiera ese momento para investir de poder a su pueblo para la tarea de alcanzar al mundo entero con el evangelio. El Espíritu Santo está presente hoy, listo para empoderarnos tal como lo hizo con aquellos primeros discípulos.
Parte 1—El Espíritu vino en Pentecostés
□ El Espíritu es prometido Juan 14:15-18
En la noche de la última cena, Jesús instruyó a sus discípulos a obedecer sus mandatos por amor (Juan 14:15). Si bien ellos lo amaban, la obediencia no siempre era fácil. Necesitarían ayuda, y Jesús les proporcionaría el Espíritu Santo para ayudarlos como su Consolador (Juan 14:16) o Abogado Defensor (n t v ).
Jesús también identificó al Espíritu Santo como «el Espíritu de verdad» (v. 17). El Espíritu nos guía a la verdad y expone la falsedad. Aunque Jesús pronto se iría de ellos, el Espíritu Santo permanecería con ellos siempre. El Espíritu mora en los creyentes y los empodera para el servicio (Hechos 1:8). Sin embargo, el Espíritu también tiene un mensaje para el mundo: una vida nueva está disponible a través de Cristo.
Jesús dijo que el mundo no puede aceptar al Espíritu porque no lo conoce (Juan 14:17). Esto se refiere al conocimiento vivencial. Llegamos a conocer al Espíritu porque vive en nosotros y obra en nosotros. Jesús prometió que Él no abandonaría a sus seguidores. Así como Jesús había sido su Amigo y Guía, el Espíritu asumiría también ese papel.
□ La llegada del Espíritu Hechos 2:1-4
El Espíritu Santo siempre ha estado presente, pero los eventos registrados en Hechos 2:1-4 cumplieron la promesa de Cristo en Juan 14 y marcaron el comienzo de la iglesia primitiva empoderada por el Espíritu. Lucas proporcionó varios hechos significativos que llevaron a ese evento. Aquellos presentes «estaban todos unánimes juntos» (v. 1). Estaban unificados y en un mismo sentir. Repentinamente, ocurrieron eventos milagrosos que pudieron ser vistos y escuchados a través de sus sentidos físicos: el estruendo de un viento recio que soplaba y la aparición de lo que parecían lenguas de fuego asentándose sobre cada uno de ellos (w. 2-3). Estas dos escenas milagrosas no se repitieron en futuras manifestaciones del Espíritu, pero la tercera manifestación sí se repitió. Todos hablaron milagrosamente en lenguas que nunca habían aprendido (v. 4).
Hablar en lenguas sigue siendo la señal externa inmediata de que alguien ha sido lleno del Espíritu Santo. Hablar en lenguas no es el don, sino una señal de que la persona ha recibido este don. No debemos buscar las lenguas, sino el empoderamiento del Espíritu Santo. Esta experiencia permite a los creyentes llenos del Espíritu participar eficazmente en la misión de Dios. Lucas dejó esto claro en el libro de los Hechos. Todo creyente debe obedecer el mandato de Cristo y buscar ser lleno del Espíritu (Hechos 1:4,5).
Parte 2-EI Espíritu ayuda a los creyentes
□ Nuestro Maestro y Guía Juan 14:26; 16:12-14
Jesús afirmó que el Espíritu nos enseñaría (Juan 14:26). Esto ocurre en dos formas. Pri mero, Él nos ayuda a comprender todo lo que necesitamos saber para vivir para Cristo. Segundo, nos ayuda a recordar todo lo que hemos aprendido de las enseñanzas de Jesús.
Jesús no dijo que el Espíritu nos permitiría comprender todo sobre Dios. Más bien, el Espíritu nos equipa para comprender y aplicar las verdades de la Palabra de Dios. Cuando conocemos la Palabra, podemos confiar que el Espíritu nos ayudará a recordarla en el momento preciso.
Una vez solos, los discípulos pudieron haber olvidado lo que Jesús les enseñó. La mente humana es limitada y frágil, y las falsas enseñanzas pueden sutilmente desviarnos. Como los primeros discípulos, podemos confiar que el Espíritu nunca nos conducirá por un mal camino. El Espíritu proporciona conocimiento e instrucción divinos respecto a la verdad.
El Espíritu también vino para glorificar a Cristo (Juan 16:14). Esto sucede cuando nos instruye en Sus enseñanzas. Cristo es glorificado cuando el Espíritu lo da a conocer.
□ Nuestro Ayudador en la oración Romanos 8:26,27
Cuando nos sentimos abrumados y confundidos o no sabemos cómo orar, el Espíritu puede interceder por nosotros. Su intercesión trae restauración, fortaleza y esperanza. El Espíritu Santo nunca pedirá nada fuera de la voluntad de Dios (v. 27). Cuando permitimos que el Espíritu ore a través de nosotros, podemos estar confiados, sabiendo que el Espíritu Santo está orando por nosotros y fortaleciéndonos en tiempos de debilidad.
Todo creyente tiene debilidades, y el Espíritu Santo puede usar esas debilidades para la gloria de Dios. Nuestras debilidades pueden dejarnos impotentes en nuestras oraciones, pero el Espíritu nos guía, usando tanto palabras humanas como palabras en lenguas celes tiales. Podemos confiar que el Espíritu guiará y fortalecerá nuestras oraciones.
Parte 3-EI Espíritu convence al mundo
□ Testifica de Jesús Juan 15:26,27
El Espíritu Santo es el «Espíritu de verdad». El mundo necesita escuchar la verdad del Evangelio. La Gran Comisión ordena a los cristianos a ir y hacer discípulos. Trabajamos junto con el Espíritu, bajo la dirección del Espíritu, para proclamar el nombre de Jesús a todos los que necesitan escuchar (v. 27). Sin embargo, debemos tener en cuenta que sólo el Espíritu puede atraer a las personas al Salvador. A medida que cooperamos con el Espíritu, el reino de Dios se expandirá y el nombre de Jesús será glorificado.
Jesús llamó a sus discípulos a que fueran y enseñaran a otros. A través del Espíritu Santo, Él nos da poder para ser sus testigos y hablar a la gente sobre Él en todas partes (Hechos 1:8). A veces no cumplimos con nuestra responsabilidad porque tememos una respuesta desfavorable. Otras veces, sentimos que no tenemos las palabras adecuadas, en parte porque no sabemos lo que un inconverso está pensando o experimentando. Cuando confiamos en el Espíritu, podemos descansar en la seguridad de que el Espíritu sabe lo que hay que decir y por qué.
□ Persuade y convence de pecado Juan 16:7-11
El Espíritu es esencial para persuadir y convencer a las personas de su pecado. Sin el Espí ritu, las personas nunca se darían cuenta de que están espiritualmente perdidas. Por lo tanto, no sentirían la necesidad de arrepentirse y apartarse de su pecado. En Juan 16:7-11, Jesús enseñó acerca de esta función del Espíritu. A través del Espíritu, las personas son convencidas de pecado, de justicia y de juicio (v. 8). Esta obra lleva al culpable al arrepen timiento y al perdón.
Muchos creen que el bien y el mal son relativos; alegan que las verdades de la Palabra de Dios son innecesarias, anticuadas y ofensivas. Como resultado, nuestros esfuerzos y palabras son insuficientes para convencer al mundo de su pecado, pero el Espíritu Santo sí puede hacerlo.
En el versículo 9, Jesús explicó por qué el Espíritu Santo necesita convencer al mundo de su pecado. Dijo: «El pecado del mundo consiste en que el mundo se niega a creer en mí» (n t v ). La gente a menudo cree en la bondad y la autosuficiencia innatas de la huma nidad. A través del Espíritu, los pecadores reconocen su condición de total perdición y la realidad del juicio. Al creer en Jesús, Él nos da su justicia (v. 10) y nos libera del juicio. Y como Satanás está condenado ante Dios, nosotros podemos glorificarlo porque no seremos condenados con él (v. 11).
Qué nos dice Dios?
El Espíritu Santo fue enviado para todos los creyentes. Dé gracias al Señor por el don del Espíritu Santo. Todos los días, busque la instrucción del Consolador, conforme lo guía hacia una relación más profunda con el Salvador. Pida al Espíritu que le dé convicción sobre áreas en que le falta sumisión a Jesús. Responda con obediencia y alabanza, dando gracias al Señor por el don del Espíritu. Si no ha recibido el bautismo en el Espíritu Santo, pídale a Dios que lo llene con el Espíritu Santo.