Nuestra respuesta a la venida de Cristo – La venida de Cristo nos llama a responderle con obediencia y adoración.

La venida de Cristo nos llama a responderle con obediencia y adoración. Versículo clave Lucas 2:38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

En esta lección, conoceremos a dos personas más que adoraron al Mesías. Su interacción con María, José y Jesús confirma aun más la identidad de Jesús y el gozo y la liberación que Él traería.

Si bien en los acontecimientos relacionados la con­cepción y el nacimiento de Cristo encontramos a pastores de ovejas y a magos de oriente, también Dios bendijo a personas piadosas que esperaban anhe­lantes este acontecimiento. Conocían las Escrituras del Antiguo Testamento que anunciaban la venida del Mesías. Esperaban con gozo el cumplimiento de estas profecías. La lección de esta semana menciona a dos de estas personas. El Espíritu Santo concertó los eventos en el templo que pondrían a estas personas en contacto con el Niño Jesús, el Mesías.

Parte 1—José y María obedecen

□ Al niño le pusieron por nombre Jesús Lucas 2:21

La ley requería que todo niño varón fuera circuncidado al octavo día después del naci­ miento (Génesis 17:12; Levítico 12:3; véase Lucas 1:59). Aunque Jesús era el Hijo de Dios —el Mesías—pasó por la misma experiencia que todos los demás jóvenes judíos.

El rito de la circuncisión era un momento especial. Si bien la familia y los vecinos gene­ ralmente se unían a la celebración, Lucas destacó la obediencia de María y José. Durante esta ceremonia, los padres recibían el encargo de criar a su hijo de acuerdo con la Ley.

Los padres también debían ponerle el nombre a su bebé. En obediencia a las órdenes del ángel (Lucas 1:31; Mateo 1:21), María y José lo llamaron Jesús (Lucas 2:21). Al darle el nombre Jesús, María y José proclamaron su misión divina como Salvador, no solo para Israel, sino para toda la humanidad. La circuncisión de Jesús proporcionó otra confirma­ ción a María y José de quién era Él. Dios había cumplido su promesa de un Salvador.

□ Jesús es presentado a Dios Lucas 2:22-24

Lucas mostró que María y José cumplieron todos los aspectos de la Ley respecto al naci­ miento de Jesús. Lucas 2:22-24 tuvo lugar treinta y tres días después de la circuncisión de Jesús (v. 21). Según la Ley, una mujer se volvía ceremonialmente impura después del nacimiento de su hijo (Levítico 12:1-5). La madre, entonces, tenía que acudir al templo para ofrecer un sacrificio por su purificación.

La Ley enumeraba varios animales que una mujer podía ofrecer como sacrificio (w. 6-8). El «par de tórtolas o dos palominos» (Lucas 2:24) que ofrecieron María y José reveló su situación económica. José era carpintero, y aunque tal vez no estaban desamparados, posiblemente no tenían los medios para ofrecer un cordero. Pero la situación económica no les impidió este importante acto de adoración. Quizá compraron estas aves en el templo.

María y José también vinieron al templo para cumplir con otro requisito del Antiguo Testamento (Lucas 2:23). Dios requería que todo hijo primogénito fuera ofrecido a Dios (Éxodo 13:2,12,15). Números 18:15,16 explica que los padres debían de «redimir» (recom­prar) a su primogénito por «cincosidos» (v. 16). Sin embargo, Lucas no mencionó esto. Mas bien señaló que María y José presentaron a Jesús ante Dios. La adoración de María y José reconocía que Dios les había dado este Niño, y ellos lo dedicaban nuevamente a Dios.

Parte 2-Simeón alaba a Dios

□ Un corazón expectante Lucas 2:25-27

Lucas no nos dijo mucho sobre Simeón. Evidentemente, no era un sacerdote ni un miem­ bro de los principales partidos religiosos. Sin embargo, era «justo y piadoso» (Lucas 2:25). Su carácter validaba lo que proclamaría a través del Espíritu Santo.

Simeón esperaba «la consolación de Israel». Para muchos judíos, esto se refería a la esperanza de liberación de la nación del dominio del imperio romano. Este entendimiento motivó a los discípulos a preguntar: «Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?» (Hechos 1:6). Sin embargo, Simeón se aferró a la esperanza de que algún día vería a Aquel que traería la salvación a Israel y «Luz para revelación a los gentiles» (Lucas 2:32).

El Espíritu Santo tiene un papel importante en el evangelio de Lucas. El Espíritu Santo usó a Simeón para confirmar que Cristo es verdaderamente el Mesías, el Salvador de Israel. No sabemos qué edad tenía Simeón, sólo que el Espíritu Santo le había mostrado que vería a este Libertador (el Mesías) antes de morir.

Cuando María y José entraron al templo (probablemente al Patio de las Mujeres) para dedicar su Niño a Dios, Simeón estaba allí. El mismo Espíritu que lo llevó al templo (v. 27) también lo guió a esta joven pareja y a su bebé.

□ Profecía ungida por el Espíritu Lucas 2:28-35

Simeón profetizó alabando a Dios por cumplirle Su promesa para con él (Lucas 2:29): «Han visto mis ojos tu salvación» (v. 30). Ahora podía morir «en paz» (v. 29) sabiendo que Dios había enviado al Salvador. En su profecía, Simeón confirmó que Jesús cumplió el plan de salvación de Dios. Dios le había prometido a Abraham que su descendencia bendeciría a todas las naciones (Génesis 12:3; 18:18; 22:18; «simiente», Gálatas 3:8,16). Esto verdade­ramente sucedió a través de Jesucristo. Esto también es un cumplimiento de las profecías de Isaías de que el Mesías sería una luz para las naciones (Isaías 42:6; 49:6; 52:10; véase también Salmo 98:3). Todo esto tiene su resonancia en la profecía de Zacarías sobre los eventos que rodearon la venida del Mesías (Lucas 1:71-79).

Simeón también se dirigió a María en su profecía (w. 34-35). El nacimiento de Jesús era una señal de Dios de que por fin había proporcionado la salvación. La gente, sin embargo, tendría que tomar una decisión respecto a Jesús. Algunos lo rechazarían (v. 34; véanse Juan 1:11; Mateo 27:22,23), y otros «resucitarían»—experimentarían la salvación que Jesús proporcionó a través de su muerte y resurrección. La decisión de cada grupo respecto a Jesús revelaba lo que realmente había en el corazón. Las acciones que María presenciaría por parte de aquellos que rechazarían a Jesús le causarían mucho dolor.

Parte 3-Ana proclama a Cristo

□ Sierva fiel Lucas 2:36,37

La segunda persona en el templo que tuvo un encuentro con María, José y Jesús fue Ana (Lucas 2:36). Lucas la llama «profetisa». Era de la tribu de Aser, de las tribus que se rebe­laron contra Roboam, hijo de Salomón, (1 Reyes 12), y se volvieron idólatras (vv. 25-33).

La siguiente información no es clara en el texto original (Lucas 2:36-37). ¿Tenía Ana 84 años en ese momento, o había enviudado hacía 84 años? Si se casó a los 13 ó 14 años y

su esposo murió cuando ella tenía 20 ó 21, entonces había sido viuda aproximadamente 65 años. Sin embargo, si era viuda hacía 84 años, tendría más de 100 años de edad. El hecho importante es que ella permaneció fiel a Dios.

Algunos creen que Ana pudo haber vivido en una de las habitaciones que rodeaban el área del templo. Más probablemente, la frase «de noche y de día» se refiere a su presencia constante en el templo cada día donde pasaba su tiempo buscando a Dios. Ana es un ejem­ plo de alguien que rechazó la idolatría de sus antepasados y se convirtió en una verdadera seguidora de Dios.
□ Testigo piadoso Lucas 2:38

Si bien Ana permanecía en el templo todos los días, este sería un día especial para ella. Dios la puso allí en el momento en que Simeón hablaba con María y José. (Lucas 2:38). Cuando se unió a ellos, inmediatamente «[dio] gracias a Dios». No sabemos si escuchó la conversación de Simeón o si el Espíritu Santo le reveló que Jesús era el Libertador prometido. De cualquier manera, su alabanza fue una respuesta a la provisión de libe­ ración de Dios.

Ana se convirtió en una evangelista—al contarles sobre Jesús a los que también estaban esperando la redención de Jerusalén (v. 38; Isaías 52:9). Mucha gente anhelaba ansiosa­ mente al Mesías (Lucas 19:36-38; 23:51; 24:21). Esperaban a un libertador político. Sin embargo, a través de Jesús, Dios estaba proporcionando liberación del pecado. Las perso­ nas están aprisionadas por el pecado y necesitan al único Libertador que puede hacerlos verdaderamente libres. Estamos llamados a anunciar este mensaje de Adviento.

¿Qué nos dice Dios?

María, José, Simeón y Ana reconocieron quién era Jesús y la liberación que Él proporcio­ naría. Todos ellos respondieron a la venida de Jesús adorándolo. Esta también debería ser nuestra respuesta a la Navidad.

Acerca de: Pastor: David Gamboa

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Creador y fundador de este portal y otros que son parte de su trabajo como diseñador web, Pastor de la iglesia Emanuel para las Asambleas de Dios en México, Musico y director del grupo Fase2 y director del sello disquero Unzion Records. Promueve y patrocina esta plataforma esperando sea de bendición para ti.

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