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martes, marzo 25, 2025
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Mira cuál fue la ORACION DE RENDICION DE JESUS un mensaje que te impactará

Y decía [Jesús]: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú. – Marcos 14:36 – Jesús demostró rendición a la voluntad de Dios.

Probablemente la oración más difícil registrada en la Biblia fue la oración de Jesús en el huerto de Getsemaní. Allí se entregó a la voluntad del Padre—algo que apenas podemos entender, dado que Jesús es Dios Hijo. La batalla por nues­tra salvación fue ganada en la cruz cuando Jesús dijo: «Consumado es», y luego ese triunfo fue confirmado con la resurrección de Cristo. Sin embargo, también vemos un poderoso ejemplo de sumisión en la confusión y sufrimiento que Jesús experimentó en el huerto de Getsemaní.

La palabra «rendición» puede suscitar una serie de imágenes en nuestra mente. Literalmente sig­nifica cesar la resistencia y someterse a la auto­ridad de otro. Cuando una persona se rinde, él o ella le entrega todos sus derechos a alguien, quien luego asume el control de su vida. Todas las prerrogativas personales cesan ante esa sumisión.

En el huerto de Getsemaní, Jesús se rindió a la voluntad de su Padre. La rendición de Cristo nos proporciona un sólido y bello ejemplo de lo que nuestra respuesta a Dios cuando hacemos su voluntad.

Parte 1—El huerto de tristezas

□ Preocupación por sus discípulos Juan 18:1; Lucas 22:39,40

El huerto de Getsemaní se encuentra en la ladera occidental del Monte de los Olivos. Para llegar allí, Jesús y sus discípulos tenían que cruzar el valle de Cedrón, que separa el Monte del Templo del Monte de los Olivos. Getsemaní significa «prensa de aceite», lo que es apropiado ya que en el huerto había y todavía hay una arboleda de olivos. El Monte de los Olivos era un destino común para Jesús y sus discípulos (Lucas 22:39).

Lucas registró la preocupación de Jesús por sus seguidores más cercanos, resumiendo las palabras de Cristo de esta manera: «Orad que no entréis en tenta­ción» (v. 40). Si bien los evangelios de Mateo (26:41) y Marcos (14:38) se refieren a esto, ellos enfatizan la expectación general de Cristo de su pasión. En el relato de Lucas, Jesús dos veces anima a los discípulos a orar por ellos mismos—diciendo esto no una, sino dos veces (véase Lucas 22:40 y 46).

Jesús estaba profundamente agobiado por su propio sufrimiento y por aque­llos que lo amaban. Era muy consciente de lo que les esperaba. Sabía que pronto enfrentarían luchas de fe y sufrirían persecución y muerte. En ese momento no teman la fuerza para orar por ellos mismos, por lo que Jesús intercedió en favor de ellos.

□ Abrumado de tristeza Mateo 26:36-38

Mateo y Marcos enfatizan la profunda emoción de los momentos de Jesús en Getsemaní. Ambos registran que Jesús llevó a Pedro, Santiago y Juan con Él para que lo acompañaran en su aflicción. Mateo afirma que «comenzó a entristecerse y a angustiarse» (26:37). La profundidad de su sufrimiento se expresa en sus palabras: «Mi alma está muy triste hasta la muerte» (v. 38). Las gotas de sudor mezcladas con sangre probablemente fueron causadas por su profundo tensión emocional.

Todos los eventos de la vida de Cristo habían llegado a un clímax físico, emo­cional y espiritual. La humillación de la cruz era todo lo que permanecía ante Él. La mayoría de las personas que amaban a Jesús lo abandonarían o no estarían cerca para ofrecerle apoyo. La agonía que le esperaba tendría que soportarla en soledad. El hecho de que sus discípulos estaban dormidos en esa hora crucial mostraba claramente esta realidad. Él le había pedido a Pedro, Santiago y Juan que oraran y velaran con Él, pero ellos no pudieron más que dormir. Si bien Jesús no tuvo apoyo humano, su Padre estaba presente con Él en su hora de prueba.

Parte 2 – Sumisión al Padre

□ Si es posible, pase de mí esta copa Mateo 26:39-41; Marcos 14:35,36

Al Jesús anticipar su sufrimiento, hizo una súplica a su Padre sobre la posibilidad de otro camino. La expresión «copa» (Mateo 26:39) es normalmente una referencia figurativa al juicio de Dios, apuntando al sacrificio por el pecado que esperaba al Hijo de Dios. En su angustia, Jesús deseaba ver si posiblemente había otra alterna­tiva, aunque no vaciló en su compromiso de hacer la voluntad de su Padre.

La decisión de someterse al plan del Padre era enteramente suya. Así como todos los seres humanos enfrentamos tentación respecto a obedecer la voluntad del Padre, Jesús también vivió ese momento—aunque nos sea difícil entender que dicha tentación fuera posible. La carta a los Hebreos declara que Cristo fue ten­tado tal como lo somos nosotros, pero sin pecado (4:15). Jesús entendía lo que es enfrentar la prueba espiritual.

Los Evangelios muestran claramente que huir de la prueba que venía era una decisión que Jesús pudo haber hecho. La ruta de escape estaba frente a él. Getsemaní estaba en la ladera occidental del Monte de los Olivos. La ladera oriental daba paso al desierto de Judea, la misma ruta de escape que había tomado su antepasado, David. Jesús pudo haber huido, pero en cambio, siguió la voluntad del Padre.

□ El camino del sufrimiento Lucas 22:41,42

En la oración de Cristo a su Padre, observamos que su lucha humana dio paso a la sumisión absoluta. La voluntad del Padre era que Jesús sufriera, no solo el dolor de una cruel muerte física, sino también la agonía del peso de los pecados de la humanidad. En Lucas 22:41,42, entonces, vemos que se manifiestan tanto la divini­dad de Cristo como la humanidad.

En Lucas 22:41, Jesús le dijo a sus discípulos que velaran y oraran para que no cayeran en tentación. Jesús vencería la tentación, y Él sabía que sus seguidores tendrían que vencer la tentación a transigir para evitar el sufri­miento. Sin embargo, Jesús sabía y profetizó que ellos sucumbirían al miedo y se dispersarían.

La oración sería el recurso vital de los discípulos en los próximos días. Su capacidad de apelar a la presencia y el poder de Dios sería todo lo que los sepa­raría de las garras del enemigo. Los seguidores de Jesús necesitaban aprender a orar. Sabía que, si bien sus corazones deseaban hacer la voluntad de Dios, su carne necesitaba el poder del Espíritu.

Parte 3 – La angustia de Jesús

□ Fortalecido por un ángel Mateo 26:42-44; Lucas 22:43

Aunque los discípulos no ayudaron a Jesús durante su angustia más profunda, Jesús no estuvo sin consuelo. El Padre envió a un ángel que lo fortaleció mientras se preparaba para la prueba que pronto vendría (Lucas 22:43). El hecho de que el Padre envió un ángel para ayudar a Jesús durante estas horas oscuras nos recuerda la tentación de Jesús en el desierto de Judea al comienzo de su ministerio. Cuando Cristo resistió con éxito la tentación de Satanás, los ángeles lo atendieron también (Mateo 4:11).

El inicio de la solitaria lucha de Cristo había comenzado. Su sufrimiento empe­zaba, y su fuerza física comenzaba a debilitarse. Necesitaba ayuda para completar la dolorosa tarea que le esperaba. No sabemos qué ministerio específico realizó el ángel. Lucas simplemente declara que el ángel apareció y le dio fuerzas.

□ Angustia extrema Mateo 26:45,46; Lucas 22:44

Al aceptar voluntariamente el sufrimiento ante Él, la inmensidad de la lucha de Jesús está fuera de nuestra comprensión. Su angustia fue tal que su sudor era como gotas de sangre que caían al suelo—un raro fenómeno médico que ocurre cuando se experimenta estrés extremo. Así como Jesús venció la tentación de huir del sufrimiento de la cruz al comienzo de su ministerio, nuevamente venció en el huerto de Getsemaní. Allí, Cristo soportó la tentación y resolvió definitivamente beber la «copa» de sufrimiento que su Padre había puesto delante Él.

Qué nos dice Dios?

Ante la mayor agonía imaginable, Jesús se rindió a la voluntad de su Padre. Sin esa rendición, estaríamos para siempre sin esperanza. Dios quiere que nosotros, también, rindamos nuestra voluntad a su perfecta voluntad para nuestra vida.

El ministerio en acción

  • Examine su vida en busca de áreas que deba rendir a Dios.
  • Dedique tiempo a dar gracias por todo lo que Jesús ha hecho por usted.
  • Comparta el amor de Jesús con alguien esta semana.

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Editorial VIDA
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