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lunes, diciembre 9, 2024
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Mira como fue EL LLAMAMIENTO DE JEREMIAS profeta de Dios, Leccion 6

Dios empodera a través del Espíritu Santo a aquellos que Él llama al ministerio del evangelio. Jeremías 1:5 Antes que te formase en el vien­tre te conocí, y antes que nacie­ses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.

Cuando Dios lo llamó, Jeremías era relativamente joven y trató de usar su juventud como una excusa para no obedecer, pero Dios le prometió estar con él y protegerlo, pasara lo que pasara. El llamado de Dios nunca es fácil. Nuestras excu­sas pueden ser diferentes. Quizá estamos demasiado viejos, o tenemos demasiadas responsabilidades, o no nos sentimos calificados. Sin embargo, debe­mos superar los desafíos, así como lo hizo Jeremías. Cuando Dios nos llama, Él nos habilitará para supe­rar cualquier desventaja, porque su plan es siempre perfecto.

La Biblia sólo reconoce como legítimos profetas a aquellos que han recibido un llamado divino al oficio profético. El Antiguo Testamento incluye varios rela­tos de tal llamado. El encuentro de Moisés con Dios en la zarza ardiente es un claro ejemplo (Éxodo 3), como lo es la visión de Isaías de Dios como exaltado y sublime, con el borde de su manto llenando el templo (Isaías 6). Hoy exploraremos el llamado del profeta Jeremías y su importancia para la comprensión de nuestra propia misión en el mundo.

1—Llamamiento al ministerio profético

□ Llamamiento divino, elección divina Jeremías 1:1-5

El relato del llamado de Jeremías al oficio profético, en Jeremías 1, es una de varias narra­ tivas de llamados proféticos en el Antiguo Testamento. Otras incluyen el llamado de Isaías, Ezequiel y Amós.

Un llamado al ministerio no es algo que las personas elijan para sí mismas. Proviene de Dios. El autor de Hebreos escribió: «Y nadie toma para sí esta honra, sino el que es llamado por Dios, como lo fue Aarón» (Hebreos 5:4). Esto también aplica al llamamiento profético de hoy. Dios designa a quien Él desee, y no podemos designarnos nosotros mismos como llamados. Quienes emprenden dicha tarea sin una comisión divina son como los profetas que Jeremías denuncia más adelante: «No envié yo aquellos profetas, pero ellos corrían; yo no les hablé, mas ellos profetizaban» (Jeremías 23:21).

Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros. Ya sea que estemos llamados al ministerio público o a los negocios, la educación, la medicina o la paternidad, saber que Dios tiene un propósito para nuestra vida le da sentido y significado a esta. Debemos estar dispuestos a aceptar el desafío del llamado de Dios, ya sea que redunde en reconocimiento o anonimato, riqueza o pobreza, aceptación o rechazo.

□ Resistencia y seguridad Jeremías 1:6-10

La respuesta inicial de Jeremías al llamado de Dios fue una objeción. «¡No puedo hablar por ti! ¡Soy demasiado joven!» (Jeremías 1:6, n t v ). Los eruditos han señalado a menudo las similitudes entre la respuesta de Jeremías a la comisión de Dios y la de Moisés. (Éxodo 4:10-12). Ambos hombres pidieron que se los liberara de tal responsabilidad porque no podían hablar bien; Jeremías por su juventud e inexperiencia, y Moisés por falta de elocuencia. En ambos casos, Dios no aceptó sus razones. A Moisés, respondió: «¿Quién dio la boca al hombre?» (Éxodo 4:11), enfatizando que el Creador no está limitado por la habilidad o capacidad de sus instrumentos. Dios le dio confianza y seguridad a Jeremías tocando su boca y diciendo: «¡He puesto mis palabras en tu boca!» (v. 9, n t v ). Dios pro­ metió empoderar el habla de Jeremías, capacitándolo así para cumplir su llamado.

Dios nunca le pide a una persona que haga algo sin apoyarla para cumplir ese llamado. Él les da su Espíritu Santo y las prepara para la tarea. Nuestras inhabilidades no pueden vencer al poder de Dios obrando en nuestra vida.

2—Visión del juicio divino

□ Una rama de almendro Jeremías 1:11,12

Hebreos nos dice que Dios habló a los profetas «de diversas maneras» (Hebreos 1:1). Una manera en que Dios habló fue a través de visiones, y en esta parte de la narrativa del llamado de Jeremías, Dios le dio dos visiones. Primero, Dios le mostró un almendro (Jeremías 1:11), y le preguntó: «¿Qué es lo que ves?» (n t v ). Jeremías respondió que veía una rama de almendro, y Dios explicó: «Así es…y eso significa que yo estoy vigilando y ciertamente llevaré a cabo todos mis planes» (v. 12, n t v ). Observe que el término hebreo para «almendro» (shaqed) suena muy parecido al término para «observar» (shoqed), por lo que este juego de palabras enfatizaría el punto. El joven y reacio profeta podía comunicar el mensaje de Dios con valentía, porque el Señor cumpliría su palabra. La seguridad de que Dios ciertamente honraría las declaraciones de Jeremías habría sido extremadamente importante para el profeta.

□ Una olla de agua hirviendo Jeremías 1:13-16

La segunda visión era una olla de agua hirviendo, derramándose desde el norte hacia el sur. El Señor explicó que esta olla hirviente representaba pueblos y reinos del norte que inva­dirían a Judá y sitiarían a Jerusalén. Aquí se habla de la nación de Babilonia. Esta nación estaba casi al este de Judá, pero debido a lo vasto del desierto en esta región, los invasores de Mesopotamia siempre venían del norte. Esta fue la ruta utilizada anteriormente por los asirios en su conquista de Israel en los días de Isaías, y también sería el camino que tomarían los babilonios en tiempos de Jeremías. Esta visión fue un adelanto del enfoque del ministerio de Jeremías—la amenaza babilónica y la respuesta de los líderes de Judea. La olla hirviente se derramaría desde el norte y fluiría sobre los líderes y el pueblo de Judá, causando destrucción y finalmente el exilio.

3~Aliento y empoderamiento divinos

□ Una comisión Jeremías 1:17

¡Prepárate! Dios le ordenó a Jeremías que se preparara para la oposición que vendría. Sabe­mos que Jeremías luchó con su llamando, con la gente a la que fue enviado, e incluso con Dios (véanse Jeremías 11:18-23; 12:1-4; 15:10-21; 17:14-18; 18:19-23; 20:7-18). Cuando decimos sí al llamado de Dios, debemos prepararnos para lo que venga, sea éxito o fracaso.

¡Háblales todo cuanto te mande! Dios exhortó a Jeremías a comunicar valientemente «todo cuanto te mande» (v. 17). Muchos de los llamados profetas estaban comunicando visiones de su propia mente, no de Dios (Jeremías 23:16). Los profetas de Dios debían expresar sólo lo que Dios había dicho, y no su propio mensaje. Es algo solemne hablar en nombre de Dios, y quien lo hace debe comunicar sólo lo que provenga de Dios.

¡No tengas miedo! Dios también le dijo a Jeremías que no se amedrentara, y en hebreo esta palabra significa «romperse en pedazos». Podemos imaginar que los temores de Jere­ mías se agravaron por la idea de comunicar un mensaje no deseado a una audiencia hostil. Sin embargo, cuando somos obedientes a Dios, Él nos fortalece para cada desafío.

□ Un compromiso Jeremías 1:18,19

Dios le advirtió a Jeremías que los gobernantes, los sacerdotes y el pueblo se opondrían a su predicación. Frente a los implacables ataques, Jeremías debía de convertirse en una «ciudad fortificada», una «columna de hierro» y un «muro de bronce» (v. 18). Nunca es fácil enfrentarse solo a la opinión popular. Como ser humano, Jeremías probablemente anhelaba el apoyo de aquellos que más significaban para él. Sin embargo, en este caso, necesitaría poner su deseo de la aprobación de Dios por encima de su deseo de recibir la alabanza humana.

Cuando el gran reformador Martín Lutero fue llamado a retractarse de sus enseñanzas bajo la amenaza del martirio, se dice que dijo: «No puedo ni me retractaré de nada, porque ir en contra de la conciencia no es ni correcto ni seguro. Aquí estoy, no puedo hacer otra cosa, así que ayúdame, Dios. Amén». Jeremías necesitó este tipo de determinación. Fue fortalecido en su compromiso por la promesa de Dios: «yo estoy contigo…para librarte» (v. 19). Nosotros, como Jeremías, podemos confiar en Dios en toda circunstancia.

¿Qué nos dice Dios?

Jeremías nos desafía a creer que Dios tiene un propósito para nuestra vida. Si bien su pro­ pósito puede ser difícil o intimidante, podemos confiar en que Él estará con nosotros y nos capacitará para hacer lo que nos pida.

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Editorial VIDA
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