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lunes, diciembre 9, 2024
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LAS REGLAS DE LOS PROFETAS Y LA PROFECÍA por Pbro. Jorge Canto Hdz.

DEUTERONOMIO 13:1-5

DEUTERONOMIO 13:1-5, 18:22 | 1 CORINTIOS 14

13  Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles;no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma.En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis.Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti.

Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delan- te de ellos, porque contigo estoy para librar- te, dice Jehová. —Jeremías 1:5-7

La profecía bíblica es uno de los temas que más ha cautivado la imaginación y la búsqueda de los estudiantes de la Biblia. Aún los ajenos al contexto cristiano ven en ello algo tremendamente llamativo. Las expresiones populares como “apocalíptico” tienen que ver con los vocablos de la profecía bíblica. Es así, que se debe hacer distinción entre los vaticinios que anticipan futuros acontecimientos con aquellos que describen el fin de todo lo que existe.

Si bien el vocablo “apocalíptico” se refiere a eventos futuros se utiliza más coloquialmente o en literatura para aquellos acontecimientos que son fina- les, destructivos o beligerantes. Cuando los evangélicos nos queremos referir a sucesos que cumplen con el plan divino según la Biblia se prefiere el término “escatológico”. Es decir, el primer vocablo va a hacia la hecatombe de la destrucción; el segundo hacia el cumplimiento cabal de la voluntad de Dios en plenitud, que, aunque puede incluir sucesos apocalípticos, su significado es más amplio que ese.

Al primero que se le llama en la Biblia “profeta” es a Abraham (Génesis 20:7), quien debería orar por Abimelec para que éste no sea castigado por querer tomar a Sara por mujer. En este caso la palabra “profeta” es el término hebreo “nabí”. Para el Señor Jehová Abraham fue el primer profeta y era intocable. La oración del patriarca libraría al rey Abimelec de la ira del Señor. Así que vemos la primaria función del vidente, que antes de profetizar, tenía que interceder por los pecadores, especialmente en este caso, impíos de otras naciones.

Siendo tan enigmáticos los videntes no es de extrañar la viva atracción que se sienta por ellos. Tenemos profetas de todas clases, desde reyes como David, pasando por ilustres y educados estadistas cortesanos como Isaías, hasta boyeros como Amós. ¿En qué consiste su llamado?, ¿cómo son elegidos?, ¿tenían una vida perfecta, madura y especial?

DIOS ELIGE A SUS PROFETAS

En toda la Escritura encontramos personas que habla- ron en nombre del Señor. Eran hombres que demostraron cualidades distintas en su persona, oficio o estrato social. Algunos fueron líderes ricos como Isaías, o diplomáticos de primer rango como lo fue Daniel. Otros boyeros, como Amós; pastores como Moisés y David, unos fueron dulces y amorosos, como lo fue Oseas que amó tanto a su esposa que le perdonó todas sus in- fidelidades. Otros videntes fueron duros, como lo fue Ezequiel, a quien Dios le dio rostro como de diamante (Ezequiel 3:9), como de pedernal.

En ningún caso vemos un patrón repetido, no vemos señales similares. Es tan impresionante la manera que Dios elige a sus siervos que parecieran al principio un grupo de gente desgarbada, disfuncional e incluso, en algunos casos, fracasada. Táctica tan exitosa que el diablo no puede intervenir antes del llamamiento por- que desconoce que hombre es el futuro varón de Dios.

No se puede creer que alguien tan vengativo, ira- cundo y nacionalista como Jonás pudiera ser tan efectivo como para que, en una sola prédica (y tan corta), de cinco amenazantes palabras pudieran alcanzar a una perversa nación. Jonás predicó: “ôd hârbaim yom Ni- newe nêh-paket”. Ante un vidente así, vengativo, con un odio hacia las almas, Dios se glorificó. Muy pocos institutos bíblicos hoy quisieran tener gente tan irascible como Jonás en sus aulas.

En la Escritura encontramos ejemplos de cómo se menospreció a los futuros siervos de Dios. De Saúl dijeron dos veces: ¿aún Saúl entre los profetas? (1 Samuel 10:11; 19:24), pero la Escritura afirma fehacientemente que sí, que el hijo de Cis realmente sí profetizó.

Nadie puede negar que cuando Dios elige a los profetas lo hace basándose en el corazón, en el momento histórico, en la necesidad de la humanidad o de la congregación, en el futuro que mira en el hombre que llama, pero siempre será porque Él llama a quien Él quiere.

Por otro lado el gran profeta Jeremías, con temor, dice de sí mismo soy un niño ya que el ministerio al que Dios le había llamado era muy grande, pero Jeremías no hablaría de sus experiencias, ni de su conocimiento personal. El profeta hablaría lo que Dios le indicaría que dijera.

Hablar lo que el Señor tiene que decir es responsabilidad de los que tomamos el púlpito cada domingo. Los auto nombrados profetas de hoy parecen motivadores profesionales más que pregoneros de justicia. Así que, una vez más, el Creador habrá de llamar a los que son sus verdaderos portavoces.

EL PROFETA DEBE ESTAR SUJETO A DIOS

La Escritura señala que una de las características más importantes de los videntes era que deberían estar sujetos a Dios. Deberían dar el preciso mensaje encomendado, por duro que pudiera parecer.

Este principio era de cabal importancia, puesto que muchas veces la vida del mensajero estaba en juego, ya que llamaban la atención de reyes, capitanes, líderes y pecadores. De no ser por la mano de Dios, muchos de los siervos de Dios estarían muertos antes de tiempo.

Sin embargo no faltaría la terquedad de algunos. Por ejemplo, Jonás, quien odiando a los ninivitas prefería ver su destrucción que su salvación.

Jonás, huyendo de su servicio, fue tragado por un gran pez. El iracundo vidente aborrecía a Nínive porque de allí venían rufianes y soldados que asolaban a su nación, por ello quería que Dios destruyera a esta ciudad a la que apodaban la Ciudad Ladrona.

En otro extremo tenemos a Jeremías, quien se negaba a seguir hablando el mensaje de Dios porque era muy duro. Estas desafiantes profecías levantaban la ira del pueblo (Jeremías 20:9, 10).

El gran profeta Isaías le fue difícil aceptar la voluntad del Señor, dado a que su admirado rey Uzías quien cayera de la gracia de Dios, contrajo lepra por su arrogancia disparatada al ofrecer incienso en el lugar Santo (2 Crónicas 26:19), Isaías se deprimió y dejó de profetizar. Dios lo vuelve a llamar de un modo especial en el capítulo seis del libro que lleva su nombre.

No siempre era fácil obedecer a Dios. Cuando las profecías eran halagüeñas el pueblo las recibía bien y los gobernantes estaban felices, pero cuando la palabra de Dios era dura eso traía muchas complicaciones. 2 Crónicas 18:7 Y el rey de Israel respondió a Josafat: Aun hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová: mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías, hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey. Estas palabras eran del malvado rey Acab acerca de Micaías ya que no soportaba los mensajes del profeta contra su persona.

Otro gran profeta fue Natán, quien redarguyó a David en un par de ocasiones. Y qué decir de Daniel, quien señaló que el rey más poderoso del momento, Nabucodonosor, se volvería loco y andaría como un animal. La casta de profetas era una casta de valientes.

Si un profeta no estaba sujeto a Dios pudiera correr con severas consecuencias. Un varón de Dios que fue engañado por un viejo profeta mentiroso desobedeció a Dios y un león lo mató. El león no tocó a nadie ni a bestia alguna, pues sólo se echó junto al cuerpo del varón de Dios. (1 Reyes 13) Al “Varón de Dios” el Señor le llamó rebelde y lo castigó: 1 R. 13:21-22: Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito, sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres.

Los profetas, peculiares unos de otros, tenían como característica común la obediencia. Obedecer será siempre la clave del servicio correcto, de la palabra acertada, de los grandes ministerios.

EL PROFETA HABLARÁ SOLO EL MENSAJE DE DIOS

Jeremías tenía temor porque no sabría qué decir delante de los reyes, de los pueblos, ni sabría cómo debía com- portarse un verdadero profeta. Pero el Todopoderoso le indicó claramente que no debía tener temor, que solo hablaría lo que Él quiere que diga, ni más ni menos: Jeremías 1:7 Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande.

Si un profeta de hoy en día dice algo que no es de parte de Dios, por hermoso que parezca, está desobedeciendo a Dios. La exactitud de una profecía se basa en la obediencia, en decir, lo que Dios manda.

Los hombres muchas veces caemos en el error de hablar de más, de decir lo que no queríamos o de no decir lo que debíamos. Los videntes de Dios deben estar seguros de lo que Dios quiere, de las palabras del Señor.

Nunca un verdadero mensaje profético contradice la Biblia, nunca un mensaje blasfema contra Dios (1 Corintios 12:3 Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede lla- mar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo.)

Es muy tentador hablarle a la gente de manera adulterada, decir algo llamativo y recibir el aplauso de los creyentes. Los profetas del Antiguo Testamento nos muestran la verdadera senda del vidente: hablar lo que Jehová mandaba. Y como, por regla general, los hombres se desvían apenas pueden, no es de esperarse otro mensaje de parte del Juez Justo que el de retornar a las sendas bíblicas.

Es atractivo y tentador utilizar el título de profeta o profetisa en estos tiempos confusos. Llevar encima este nombre más parece una escalada en un escalafón donde el linaje mayor es el ser llamado “apóstol”. Sin embargo, un verdadero vidente de Jehová se apegará a la Palabra y sólo a ella, todo lo demás es accesorio.

UN LLAMAMIENTO PROFÉTICO ES IRREVOCABLE

Quien ha sido profeta una vez ¿puede dejar de serlo?, ¿el Señor pudiera alguna vez haber quitado el don profético a los videntes de la Biblia?

La respuesta es no. Porque la misma Escritura dice: Romanos 11:29: Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios. Una vez que nuestro Señor da un don o un llamamiento jamás se pierde, jamás lo pide de vuelta.

Sabemos por el apóstol Pablo que un don (por ende, algún llamamiento) se puede descuidar (1 Timoteo 4:14), es decir, su ejecución no es tan limpia, precisa y poderosa como debería de ser. Por otro lado, el don (y por ende, el llamamiento) se pueden avivar (2 Timoteo 1:6), que significaría volver al estado de excelencia que debería de tener originalmente.

Por otro lado, los videntes mencionados anterior- mente pueden servir de ejemplo: Saúl de quien dos veces se dijo: aún Saúl entre los profetas, ya había sido desechado por Dios y era hasta atormentado por un espíritu inmundo. Saúl perseguía a David, y desesperadamente buscaba comunicarse con el alma del difunto Samuel; por si esto fuera poco buscó ayuda de una pitonisa, pero, aun así, profetizó de nuevo (1 Samuel 19:24).

En otro caso del Antiguo Testamento, un viejo profeta, que era incluso mentiroso habló palabra de Jehová a un varón de Dios y la profecía que el viejo vidente expresó fue perfecta (1 Reyes 13:20-21).

Si trasladamos estos casos a la iglesia de hoy en día debemos de entender que cuando el Espíritu Santo da un don, o Dios hace un llamamiento, este puede descuidarse, es verdad (1 Timoteo 4:14) pero no se puede perder jamás. Esto explica el porqué algunos ministros que viven mal todavía les suceden milagros, sanidades o profecías en su ministerio.

Dios nos llama a no descuidar nuestro don (1 Ti- moteo 4:14). El don o llamamiento se descuida cuando no estamos en comunión con el Señor, cuando no obedecemos a la voz del Espíritu Santo, cuando estamos enemistados con nuestro hermano, cuando ya no an- helamos la presencia de Dios

LAS REGLAS DE LA PROFECÍA

Pero al hablar de los profetas debemos entender las reglas bajo las cuales estos hombres de Dios vivían. Esto nos ayudará para tener luz en la iglesia pentecostal del siglo XXI.

LAS PROFECÍAS SON PARA EDIFICACIÓN DEL CUERPO

La profecía, al igual que todo ministerio o don es para que el pueblo crezca espiritualmente, para advertir del pecado, para animar, para convencer.

El meollo del ministerio profético fue (según H. Halley en su Compendio Manual de la Biblia. p. 252) denunciar la idolatría, hacer que el pueblo regrese a Dios.

El Nuevo Testamento dice: 1 Corintios 14:12 Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia.

Así, como en cualquier don, la profecía va hacia edificar a los demás y no en sentido opuesto. Bendice al pueblo, pero no busca la preeminencia del profeta, ni su bienestar personal sino la del prójimo. Así trabaja Dios.

En el Nuevo Testamento, en 1 Corintios 14, el apóstol Pablo habla de cómo deben ser los profetas actuales:

tro profetas o más en una reunión indicaría carnalidad y falsedad. Por ello se manda que deben ser dos, a lo más tres, en cada reunión.

  1. De acuerdo a la medida de la fe. Romanos 12:6. Quizá lo que quiso decir Pablo aquí sea que de acuerdo a la fe del mensajero será la calidad de la profecía, más profunda, más segura, más escatológica.
  2. No más de tres en cada reunión. 1 Corintios 14:29. Cuatro profetas o más en una reunión indicaría carnalidad y falsedad. Por ello se manda que deben ser dos, a lo más tres, en cada reunión.

3. Es el único don que se juzga: 1 Corintios 14:29. Los ancianos, y los demás que tengan el don de profecía, deben determinar si el que profetizó lo ha hecho bajo las órdenes del Espíritu Santo o fue su mera carne, así mismo, si la profecía sigue los parámetros bíblicos conducentes.

4. Si es necesario, se profetiza por turnos. 1 Corintios 14:27. Es decir, cada mensajero debe esperar que el anterior a él concluya la profecía para iniciar la suya.

5. Es por orden. 1 Corintios 14:30. Si alguien está dando una revelación y se oye otra voz profética, el primero debe callar esperando la conclusión del que ahora interrumpió y habla. Terminada la expresión profética disruptiva el primero podrá continuar con lo que tenía para la iglesia. Esto habla de orden y de sujeción.

6. El espíritu de los profetas está sujeto a los profetas. 1 Corintios 14:32. Lo que quiere decir esta palabra de Pablo es: El don de profecía está bajo el control de los profetas (NVI). No domina el don al profeta, sino el profeta administra el don.

7. Abrir y cerrar correctamente la profecía. Conociendo a los profetas del Antiguo Testamento y mirando el estilo de proclamación que tenían, ellos “abrían” y “cerraban” correctamente la profecía. En otras pa- labras comenzaban con frases como: Así dice el Señor, Así dice Jehová, ¿No te ha dicho el Señor…? Así que hoy día se recomienda que los que tienen este don abran y cierren la profecía del mismo modo. Así dijo Jehová, así ha dicho el Señor, son maneras adecuadas de concluir una profecía a la congregación pues le da la gloria al Dios Todopoderoso.

En el Antiguo Testamento el vidente tenía libertad de anunciar el mensaje de un modo creativo. Como Jeremías poniéndose yugo en su cuello, o como esclavo exiliado (Isaías 20:3). Ezequiel estuvo acostado de un lado por un año (Ezequiel 4:4,5); o como Agabo, quien tomó el cinto de Pablo, señalando que así sería apresado el dueño del cinto (Hechos 21:11).

LAS PROFECÍAS DEBEN DE CUMPLIRSE

El Antiguo Testamento nos presenta la correcta regla de la profecía. Esta debe de cumplirse con la constancia de que siempre, y bajo ninguna circunstancia, puede ningún mensaje ir en contra de Dios y de su Palabra.

A Jeremías le pidieron que querían ver que se cumpla la Palabra de Jehová: Jeremías 17:15 He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que se cumpla ahora!

El mismo Jeremías reta a sus adversarios. Ellos proclamaban la mentira de que habría paz en Israel haciendo parecer a Jeremías como un falso siervo de Dios. El Profeta Llorón (Jeremías) les reta a de que si se cumplía su vaticinio entonces serían de verdad Palabras del Altísimo pues en realidad Jehová ya había determinado la destrucción de Jerusalén: Jeremías 28:9. El profeta que profetiza de paz, cuando se cumpla la palabra del profeta, será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió.

NUNCA UN PROFETA DEBE INDUCIR A ABANDONAR AL SEÑOR

Un falso profeta común era aquel que tenía ropa de profeta, vocabulario de profeta, conocimiento litúrgico de profeta, y que vaticinaba con ademanes de profeta, pero cuyas profecías no se cumplían: Deuteronomio 18:22 si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él.

Estos tipos de videntes eran al final inofensivos y no había más sentencia para ellos que el ser menospreciados. Sin embargo, había otro tipo de profeta que sí era muy peligroso y debería morir, a diferencia del anterior que no causaba más que lástima. Jehová llama falso profeta a aquel que cumpliéndose su vaticinio hace que el pueblo abandone la fe del Señor:

Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis. Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto, por cuanto aconsejó rebelión contra Jehová vuestro Dios que te sacó de tierra de Egipto y te rescató de casa de servidumbre, y trató de apartarte del camino por el cual Jehová tu Dios te mandó que anduvieses; y así quitarás el mal de en medio de ti. Deuteronomio 13:1-5

Esta lectura es importante, puesto estos falsos videntes eran taumaturgos que, obrando portentos que ellos afirmaban ser de parte de Dios, hacen que el pueblo les siga, pero los llevaban fuera de la Palabra y la voluntad de Jehová, entonces, a pesar de ver el vaticinio cabalmente cumplido, el pueblo no debería seguir a estos impíos obradores de milagros. No importaba el milagro, sino a quién se debe dar gloria.

CONCLUSIÓN

Pocas cosas traen tanta polémica y contradicción como la profecía. Desde el Antiguo Testamento hasta hoy, los profetas son motivo de situaciones dispares. Algunos fueron menospreciados, otros respetados. Algunos fueron ricos, otros pobres; unos tuvieron educación de primera, pero otros fueron rudimentarios y poco cultos.

El profeta surgió como una gran necesidad de que el pueblo se volviera a Jehová de todo corazón y no retrocediera. Proclamaron a los cuatro vientos sus profecías que aun hoy siguen retando al tiempo.

El profeta era un servidor de Dios, como otros, pero eso sí, valiente y firme. Caminó con el Todopoderoso y retó generaciones. Así eran ellos, lo valientes profetas.

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Pbro. Jorge Canto Hernández
Pbro. Jorge Canto Hernándezhttps://pastorales.com/biografia-pbro-jorge-carlos-canto-hernandez/
El Pbro Canto es lider nacional del Concilio desde hace varios años, en 2019-2020 es electo Superintendente General, ademas de ser un Pastor y Ministro destacado en México, cuenta con Estudios teológicos y es promotor de la educación cristiana en su iglesia y su Distrito. Hombre valiente y de buen carácter.

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