VERDAD CENTRAL – El sufrimiento de los que aman a Dios no es un evento azaroso, sino que tiene un profundo objetivo, tanto para quien lo padece como para todos aquellos que lo rodean.
1. PUEDE HABER SUFRIMIENTO A PESAR DE SER UN HIJO
1. Es inevitable vivir sin sufrimiento
Job 5:7 dice: Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción. Quizá esto pueda parecer patético pero no es así, pues el dolor da forma al hombre, lo educa y lo hace madurar. Tal vez nosotros no queramos sufrir, y mucho menos nos gustaría ver que los nuestros padecen. Pero si hacemos una reflexión profunda podremos darnos cuenta de que si priváramos a nuestros hijos de pasar por la experiencia del sufrimiento, éstos no desarrollarían adecuadamente su carácter y carecerían de la capacidad para afrontar y superar las adversidades que se presentarán en las diferentes etapas de su vida. Así, pues, el dolor es parte de la vida, es lo que hace contrastar la belleza y el placer para así poder apreciarlos.
2. Muchos hijos de Dios sufren por la propia naturaleza de la vida
Lot, aunque no era perfecto amaba a Dios, se dolía de ver el pecado de Sodoma: (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos) (2 Pedro 2:8). Mientras los de esa perversa ciudad se regodeaban en la maldad y se felicitaban unos a otros, Lot no lo soportaba.
Job también sufría viendo la maldad que era común a su alrededor. Yo he visto al necio que echaba raíces, y en la misma hora maldije su habitación (Job 5:3). Para alguien que ama al Señor, que es recto, al ver campear el pecado, el sufrimiento le cala hasta los huesos. Pero si puede ver la maldad que lo hace sufrir también puede condolerse y ser bálsamo para los perdidos. Si bien, hay maldad en cada hombre, también hay esperanza en aquel que invoca al Señor.
3. Muchos hijos de Dios sufren porque el diablo los ataca
Es curioso, pero en el diálogo que ocurre en los cielos en la época de este hombre justo se puede ver a Jehová en lo que podríamos llamar una junta para dar informes de trabajo. En aquella ocasión Satán se mete para entrevistarse con el Creador. El primero que menciona a Job no fue el diablo, sino Dios (Job 1:8). ¿Por qué lo hizo? Si Jehová sabía que habrían de maltratar a su siervo, ¿para qué mencionarlo? Precisamente por ello, porque conocía a este hombre. Nunca seríamos alentados tanto en la vida y en la historia humana si esto no hubiera sucedido.
Seguramente Satanás, recapitulando sus errores, estará siempre furioso por no haberse dado cuenta de los magníficos y misteriosos planes del Señor. Dios no se niega a sí mismo (2 Tesalonicenses 2:13), siempre nos amará, y si él pronuncia nuestro nombre no podemos más que sentirnos privilegiados.
Satanás, lleno de envidia y odio, solicita el permiso de Jehová para poder tocar a Job. Sin esa autorización el maligno bien sabe que le sería imposible hacerle daño a nadie que sea hijo del Altísimo. Y es así que tenemos esta historia enigmática; el diablo produce dolor a los que aman a Dios, pero siempre bajo el permiso del Todopoderoso y sólo en la medida en que él lo permite, no más. El discípulo Pedro lo averiguó bien pronto cuando el Señor Jesús se lo advirtió: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo (Lucas 22:31).
Preguntas de reflexión o aplicación: ¿Es posible que un padre permita que su hijo sufra? Si es posible, entonces, ¿con qué fin lo haría?
II. PUEDE HABER SUFRIMIENTO A PESAR DE SER UN CREYENTE MADURO: perfecto…
1. El sufrimiento no distingue la edad
La edad no siempre es símbolo de sabiduría. Gente de mucha vida a veces es presa de sus pasiones. Pero existen personas en las congregaciones que manifiestan gran madurez. Normalmente ese es el concepto que se tiene de los pastores, por ejemplo, y la mayoría de la iglesia no puede notar que ellos también sufren. Así que cuando veamos a alguien en agonía auxi liémosle con amor, pues quién sabe cuándo podríamos ser los próximos objetivos del dolor.
2. El sufrimiento puede llegar a alcanzar hasta a los maduros en la fe
Generalmente el pez más grande en el lago es el más viejo, el que no se dejó pescar. Los líderes, pastores y miembros de mucho tiempo en las iglesias suelen mostrar ecuanimidad ante las situaciones difíciles; sin embargo, a pesar de su experiencia, existen crisis que llegan a alcanzar sus corazones. Algunos caen en tal dolor que no los reconocen ni sus propios amigos de la iglesia. Al igual que en el caso de Job, cuyos amigos se quedaron atónitos ante lo que veían de él (Job 2:12). Lo recordaban como un hombre rico, tal vez vestido de gala y rodeado de bendición; ahora lo veían enclenque, lleno de llagas y avejentado. No importaba qué tan maduro era Job, el sufrimiento puede llegar si así Dios lo permite.
3. Es de esperarse que la prueba sea de la talla del que puede sobrellevarla
Es importante hacer notar que cada persona que ama a Dios en algún momento sufrirá, pero será en la medida que el Soberano lo permita. Es así que sólo Job podía soportar las andanadas del diablo y el dolor horroroso del que inocentemente fue víctima. En 1 Corintios 10:13 se nos dice que toda lucha tiene medida humana, es decir, a nuestro calibre para que al final podamos “soportar”.
Preguntas de reflexión o aplicación: ¿Podrá un creyente maduro desertar de la fe? ¿Conocemos de algún caso en que el dolor haya hecho renegar de la fe a algún ministro que considerábamos maduro?
III. PUEDE HABER SUFRIMIENTO A PESAR DE AMAR A DIOS: temeroso de Dios…
1. Muchos hombres de la Biblia que amaron a Dios sufrieron
Elias, Jeremías, Job, Asaf, entre tantos, llevaron la pregunta a cuestas. Asaf, en el Salmo 73 hasta confiesa que llegó a tener envidia de la prosperidad de los arrogantes y por poco se lanzaba a la maldad pues le pareció que a los malos les iba mejor que a los justos. Amar al Señor no es garantía de insensibilidad ante lo malo; de hecho, pudiera tratarse de un incremento del dolor por la pureza que el Espíritu Santo imparte ahora a nuestro corazón. Pero el consuelo no tardará en llegar. Job expresó lo siguiente: Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo (Job 19:25).
2. Jesucristo mismo sufrió
Jesús, el varón perfecto, sufrió. Pero su sufrimiento nos enseña que era por nosotros, pues nos amó hasta el fin (Juan 13:1). Su amor lo llevó, por voluntad propia, a padecer un horroroso sufrimiento y así nos salvó. No importa qué cantidad de amor tengamos, a veces el dolor será demasiado real. Pero Dios nos da la respuesta también, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones} también lo sois en la consolación (2 Corintios 1:7b).
3. El sufrimiento puede traer victoria a los que aman a Dios
Debe alentarnos saber que el dolor, de algún modo, produce la alegría de vivir, pues cuando ha pasado todo entonces viene una cosecha abundante y gloriosa. Job había perdido todo, pero al final Jehová le devolvió el doble: Y quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job (Job 42:10).
Aunque nos causa gozo saber que este justo fue restaurado, pues se le con cedió lo doble de bienes materiales, y de sus hijas se dice que eran las más bellas (Job 42:15), nos regocija más saber que su experiencia nos deja una gran enseñanza a nosotros, pues nos revela la forma en que Dios usa cada situación de nuestra vida para cumplir sus propósitos. De no haberse él mantenido en su integridad no tendríamos nosotros esta esperanza tan clara y al alcance de la mano.
Quizá no tengamos la capacidad de Job para enfrentar una prueba de tal envergadura, pero confiemos en que el propio dolor que estamos pasando está diseñado para nuestra talla. Además, estemos seguros de que ese sufrimiento, al final, habrá formado un carácter mejor y nos habrá de llevar a una gran victoria.
Pregunta de reflexión o aplicación: ¿La historia de Job es única o habrá otras ‘personas que hayan sufrido algo parecido y vencieron?
CONCLUSIÓN
Dios es bueno, no se le escapa nada; el diablo no podrá tocarnos si él no lo permite. Cuando termina la prueba, entonces todo será mejor que antes. Luego de su sufrimiento, Job llegó a tener diez hijos, el doble de bienes materiales, y además de ello, la aprobación del Altísimo. El Señor le concedió vivir a Job 140 años más (Job 42:16), y le devolvió una vida mejor que la anterior. Hasta hoy, este justo nos muestra que lo mejor que podemos hacer cuando padecemos es guardar la fe y la paciencia.
La siguiente vez que suframos inexplicablemente, evitemos renegar. No perdamos la fe en el Señor; confiemos en la fidelidad de nuestro Creador, pues él tiene propósitos perfectos para nosotros.