EL PODER DEL DISCIPULADO es tan importante entender esto para mejorar en la iglesia

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Grandes construcciones se desploman debido a los cada vez más frecuentes terremotos que ocurren en los diversos países.

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1 Timoteo 1:12-17

12 Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, 13 habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; mas fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. 14 Pero la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.15 Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.16 Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.17 Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

No son pocas las personas que han quedado atrapadas bajo los escombros luego de un sismo. Sin embargo, no todo es tragedia en tales situaciones, pues se conocen casos de actos heroicos de salvamento realizados por los equipos de rescate. Este tipo de desastres evidencian que existe gente dispuesta y adiestrada para ayudar al prójimo. Los especialistas en auxilio no se dan por naturaleza; llegan a convertirse en tales a través de un entrenamiento especial. Deben realizar varias pruebas y de­sarrollar ciertas habilidades que den consistencia a su labor. Luego de una inversión de tiempo y dinero en su capacitación, pasan a formar parte del equipo de salvamento. Así se vuelven rescatistas que por salvar una vida ajena arriesgan la propia.

1. UN JOVEN CON CUALIDADES DE LÍDER

Era Timoteo un joven que se había destacado por ser un discípulo fiel. Pablo, al escribirles a los filipenses, explica que entre los ministros que abundaban en aquel tiempo, la mayoría buscaba lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Sin embargo, al referirse a Timoteo, cuyo nombre significa “honor a Dios”, declara que él había decidido vivir para Cristo. Él asumió una actitud de servicio y abnegación en aras de la proclamación del evangelio (Filipenses 2:22). Como buen ministro, el hijo espiritual de Saulo amaba la obra y a los siervos del Señor.

La cultura helenista en que creció y las inquietudes juveniles no tuvieron el poder para conformar a Timoteo a las costumbres paganas de su época. Gracias a Dios fue educado por una madre y una abuela piado­sas, las cuales influyeron en su vida para bien (2 Timoteo 1:5). La instrucción que Eunice y Loida brindaron al discípulo de Pablo le ayudó para conducirlo a la salvación y al inicio de una relación personal con el Salvador; pero aún se requería un entrenamiento de mayor nivel para integrarlo en el ministerio de la obra del Señor.

Tenía Timoteo un firme deseo de servir a Dios y algunas cualidades dignas de elogiar, pero esto no era suficiente. Necesitaba preparación especial. Para esto, el Señor le otorgó el privilegio de tener como maestro a Pablo. El apóstol de los gentiles lo llevaba en sus viajes misioneros. Luego lo dejó en una comisión en la cual requería aplicar todos los principios aprendidos: en Éfeso tuvo que permanecer un tiempo para enseñar la sana doctrina en la iglesia y combatir la herejía que amenazaba con destruir la obra. Siempre hubo comunicación abierta entre el maestro y su alumno; lo instruía para el mejor desempeño de su labor como pastor. A pesar de su juventud, pudo Timoteo dar ejemplo de responsabilidad y fidelidad a Dios y a la Iglesia. Aprovechó la opor­tunidad que recibió para ser capacitado por el mejor de los discipuladores cristianos y aterrizó lo aprendido para bendición de la congregación a la cual servía.

2. UN JOVEN EN FORMACIÓN PARA EL MINISTERIO

Pablo se enfrenta a su pasado de perseguidor de la Iglesia al dirigirse al joven Timoteo. No glorifica su vida an­tigua, sino que valoriza y alaba la gracia de Dios por haberlo detenido y cambiado de su mal camino. Inspirado por el Espíritu Santo, el apóstol instruye a Timoteo con base en su propia experiencia. Sabía que la gracia que lo había salvado y llamado al servicio del Señor era la misma que podía actuar en el joven y en cualquier ser humano. Recalca: Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio (v. 12).

Dios conocía el corazón de Pablo. En otro tiempo, mientras obedecía las doctrinas de la religión judía, el joven Saulo se convirtió en el más feroz perseguidor de la Iglesia. Las enseñanzas de la escuela de los fariseos se encargaron de incrementar en su corazón el odio por la naciente comunidad de creyentes en Jesús. El mis­mo se culpa de injuriador (v. 13). La palabra griega que utiliza es yhristés, que significa una clase de crueldad capaz de causar dolor a otros, sin el afán de obtener algo a cambio, sino únicamente para experimentar un perverso placer al contemplar el sufrimiento de la víctima, a quien se castiga, hiere y avergüenza.

Pablo era un hombre insolente que con brutalidad intentaba acabar con los cristianos. Se confiesa celoso por la obra de Dios. Era fariseo de fariseos. En esas condiciones aprovechó su influencia para llevar a cabo sus planes destructores. Creyó que a través de su ataque encarnizado a los del Camino rendía tributo especial al Altísimo. Ahora le explica a su hijo en la fe que todo lo hacía por ignorancia e incredulidad. Desde su encuentro con Jesucristo la perspectiva de la vida cambia para el fariseo celoso de la ley y enemigo de la iglesia. En su nueva condición de siervo de Cristo enseña que la gracia de Dios fue más abundante y lo perdonó, lo llamó y hasta lo tuvo por fiel poniéndolo en el ministerio.

Cada persona tiene su forma de rebelarse contra Dios. Algunos practican la mentira, otros se enredan en los vicios, hay quienes contaminan su vida con el adulterio o las drogas; incluso no faltan los que viven en conti­nua desobediencia a los padres. El apóstol es un buen ejemplo de cómo debemos confesar nuestras ofensas y abandonar la vida pasada para dedicar el resto de la existencia a vivir para la gloria de Dios.

Pablo reflexionó que no podía ser menos celoso de la nueva vida que Cristo le había infundido. Se produjo en él una fuerte motivación, además de paciencia y fortaleza para predicar el evangelio en los lugares y cultu­ras más extrañas e inimaginadas. La experiencia de su pecado fue la ocasión para exaltar la gracia de Dios.

Con humildad se describe como el primer pecador y como el último de los discípulos.

Algo similar sucedió con John Newton, quien fue un gran predicador e himnólogo. Él escribió en su oficina un cartel con el texto de Deuteronomio 15:15: Te acordarás de que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te rescató. Para su inscripción en la tumba determinó que se escribiera la siguiente descripción que testifica su transformación gloriosa de enemigo de la iglesia a siervo del Señor: John Newton, empleado, antaño infiel y libertino, traficante de esclavos en África, fue por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, salvo, restaurado, preservado, perdonado y nombrado para predicar la fe que tanto trató de destruir. Nunca olvidó que era un pecador. Nosotros que hemos sido cambiados de la vieja naturaleza a la nueva vida en Cristo debemos mantener en la memoria la experiencia de salvación que nos condujo de la condición de pecado a la posición de hijos de Dios.

El recuerdo del pasado es una manera de evitar caer en el orgullo. Por otro lado, sirve también para en­cender la llama de la gratitud. También nos enseña que si hubo gracia suficiente para los que hemos hecho tanto mal, también la habrá para toda la humanidad. Así Pablo testifica y enseña a Timoteo cómo la antigua naturaleza lo guiaba a la vanidad y a la muerte, pero que ahora es un ejemplo palpable de que es posible ser transformado para bien por el solo hecho de creer en el Señor Jesús.

3. UN JOVEN EDUCADO EN LOS PRINCIPIOS BÍBLICOS

Pablo reconocía a Cristo como Salvador (1:15) y vivía para servirle y alabarle. Describe su sentir hacia el que lo llamó en una doxología, a través de la cual exclama bendición y alabanza …al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén (1:17). Con estas palabras estaba enseñando a Timoteo a consagrarse para proclamar la gloria de Dios y servir a Jesús.

Las buenas nuevas no son sólo palabras, sino que representan el plan de Dios para la salvación de la hu­manidad. El evangelio también consiste en un conjunto de verdades contenidas en la Biblia, las cuales hemos de creer, aceptar y practicar. De ello depende la vida cristiana auténtica. Aquel que fundamente su existencia en Cristo llegará a ser el siervo fiel y completo que Dios desea. La preparación ministerial de Timoteo resultó el medio para instruir a los futuros ministros de la Palabra.

Un líder íntegro siempre será de bendición para otros. Los siervos de Dios requieren una profunda ins­trucción en las verdades de la Escritura, para que éstos a su vez, enseñen a otros en la sana doctrina. Timoteo era un joven fiel que pasó a ser discípulo y pastor. El Señor puso los medios para su formación, al discípulo le correspondía mostrar fidelidad absoluta como ministro. De la misma manera la juventud que se entrega a Cristo, puede llegar a ser un ejemplo que sirva para muchas generaciones. En los jóvenes hay una fuente de energía, vocaciones, manos para trabajar, guiar y bendecir a este mundo necesitado y lleno de tinieblas.

Timoteo era un joven que tenía una actitud loable, cualidades para llegar a ser un gran líder de la iglesia y servir de esa manera al Señor. Pero lo primero que debía tener presente era la necesidad de reflejar menos la vida antigua y más la nueva.

No se puede servir a Dios si no se ha nacido de nuevo. No es posible vivir con seguridad y esperanza si no se ha experimentado la vida que ofrece el Señor por medio de la salvación en Jesús.

Este es el momento para que cada uno medite en su relación con Dios. La oportunidad es ahora para deci­dir abandonar todo vestigio de la vieja manera de vivir y recibir la plenitud de la vida en Cristo Jesús.

Dios te puede llevar a ser un líder en su obra. Pero el enemigo intenta por todos los medios esclavizarte, para lo cual te pone trampas de toda clase. Desea que permanezcas en la vieja naturaleza de pecado. Si tan sólo sintieras en tu corazón esa profunda pasión por el servicio y escucharas su voz llamándote podrías ser un instrumento en las manos del Todopoderoso. Si le consagras tu vida, serás un medio por el cual el Señor realizará grandes maravillas en la humanidad. El gran Dios levanta grandes hombres. Entrega tu juventud a Cristo en servicio y obediencia. Vive para honrar, adorar y servir al Rey de los siglos, y al único sabio Dios. Este es el desafío, ¿lo aceptarás?

fuente: libro dominical – eccad 2021-22

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