Cuáles fueron las ORACIONES DEL APOSTOL SAN PABLO POR LA IGLESIA?

Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual. Colosenses 1:9
Los cristianos deben orar unos por otros para conocer a Dios, mostrar amor y vivir vidas ejemplares.

Pablo tuvo una fértil vida de oración. Aunque estaba en prisión cuando escribió las cartas que estudiamos esta semana, Pablo no se dejó ven­cer por la autocompasión. En cambio, escribió palabras positivas, alegres y afectuosas a quie­nes había ministrado, y oró por ellos. Dejemos que el ejemplo de Pablo nos motive a conside­rar nuestras propias oraciones. ¿Cuánto tiempo dedicamos a la autocompasión o las oraciones centradas en el «yo»? ¿No deberían incluir nues­tras oraciones las necesidades de las personas que nos rodean, de aquellos que hemos conocido en el camino, tanto pasado como presente?

¿Se ha preguntado si la oración por sus propias necesidades y las de otros representan las prio­ridades de Dios? Es distraemos con los asuntos de la vida y perder de vista las realidades espi­rituales vitales. A menudo nos encontramos tan absortos en nuestras propias necesidades —pro­blemas de salud, circunstancias financieras y otras luchas temporales— que no reconocemos el plan eterno de Dios para nosotros y el mundo. Al reflexionar en las oraciones del apóstol Pablo por las iglesias a las que escribió y había minis­trado, considere la importancia de estas oracio­nes para su vida.

Parte 1—Conocer a Dios en plenitud

□ Empoderado para comprender el amor de Dios Efesios 3:14-19

Las prioridades de Pablo para las iglesias que estableció eran eternas. Le preo­cupaba el crecimiento espiritual de los creyentes, y describió la Iglesia como un magnífico misterio y una entrañable expresión del amor divino.

Efesios 3 registra una de las dos oraciones en la carta de Pablo a los efesios. (La otra se encuentra en 1:17-23.) Esta oración expresa el deseo de Pablo de ver la poderosa obra de Dios entre los gentiles, que era la gran mayoría de los creyentes efesios.

Pablo oró que los efesios fueran fortalecidos con poder en el hombre interior por el Espíritu Santo. La palabra «poder» en el idioma original (v. 16) significa revestido de gran poder—el poder necesario para la vida cristiana victoriosa. Tal poder está sólo disponible a través del Espíritu Santo. Pablo luego oró que Cristo habítala en el corazón de cada creyente para hacer realidad esta vida de victoria.

Por último, Pablo pidió a Dios en oración arraigar y cimentar a los creyentes efesios en el amor (v. 17). Debido al valor que la cultura griega daba al conoci­miento, las iglesias en el mundo greco romano siempre se inclinaban a un enfoque demasiado intelectual de la fe. Sin embargo, comprender a Dios requiere mucho más que intelecto. Conocer verdaderamente a Dios sólo es posible cuando perci­bimos la vasta dimensión del amor divino. Pablo oró que pudieran «comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento» (w. 18,19).

□ A Cristo sea toda gloria Efesios 3:20,21

La oración del apóstol en Efesios capítulo 3 termina con una doxología. Esta ala­banza afirma la absoluta confianza de Pablo de que la obra de Dios excede lo que pedimos o lo que podemos concebir en el corazón.

El poder inherente en las oraciones de Pablo, y en las nuestras, no es una fuerza externa impersonal. Más bien, ese poder está en la obra de Dios en nosotros cuando oramos y creemos con denuedo y confianza. Tal poder se debe a que Cristo vive en sus seguidores y su Espíritu puede hacer de las peticiones más denodadas una realidad viva (v. 20).

La doxología concluye con una alabanza a Dios: «A él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén» (v. 21). La exaltación de Dios nunca terminará. Le corresponde al pueblo de Dios darle la gloria, comenzando hoy y extendiéndose a todas edades por venir.

Parte 2 – Abundar en amor

□ El gozo y la confianza de Pablo Filipenses 1:3-8

Pablo escribió su carta a los filipenses desde una prisión romana. Filipenses es parte de una serie de epístolas que llamamos «epístolas de la prisión». Sin embargo, muchas de estas cartas están llenas de expresiones de gozo. Esto es especialmente cierto de filipenses.

La oración de Pablo comienza con acción de gracias y expresiones de gozo. Él expresó la base de su regocijo: está agradecido por su asociación con él en la proclamación del evangelio. Pablo fundó la iglesia en Filipos al comienzo de su segundo viaje misionero (Hechos 16:11^40), y en el momento de escribir esta carta, la relación que tenía con los filipenses no había cambiado. Se habían mante­nido fieles compañeros y socios.

La fidelidad de la iglesia en Filipos produjo en Pablo un afecto extraordinario hacia ellos. Lo expresó en los versículos 7 y 8. Aun mientras estaba en prisión, la iglesia se había propuesto consolarlo. El apóstol nunca dudó del amor y la devo­ción de los filipenses.

Pablo también expresó su confianza que Dios terminaría su buena obra en los filipenses (v. 6). Confiaba que el crecimiento espiritual de ellos continuaría hasta el día del regreso de Cristo, y entendía que la salvación era obra de Dios y no de seres humanos.

□ Conocimiento, discernimiento y percepción Filipenses 1:9-11

Una vez expresada su acción de gracias y gozo por los filipenses, Pablo hizo la transición a la oración. Le pidió a Dios que les diera conocimiento y buen juicio y la capacidad para discernir lo que es puro.

Tales cualidades serían vitales para la iglesia tanto en los buenos tiempos como en los malos. Cada vez que Pablo invita a los creyentes a la búsqueda del cono­cimiento, nunca se refiere al solo fin de saber más. Él habla de un conocimiento motivado por el amor. Es la capacidad de captar la verdad espiritual. Pablo estaba orando que la iglesia entendiera la voluntad, las obras y los caminos de Dios.

La palabra «aprobar» (v. 10) en otras versiones se traduce como «discernir» [NVI] o «entender» [NTV]. Connota la capacidad de distinguir entre dos o más cosas. Hay un sentido de sabiduría presente en esta palabra, ya que tiene que ver con la habilidad y la capacidad de separar las buenas elecciones de las malas.

El «conocimiento», «discernimiento» y la «percepción» a que se hace refe­rencia en este pasaje tienen que ver con elecciones morales más que con la mera comprensión intelectual. Pablo oró por los filipenses para que fueran «sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos del fruto de justicia que son por medio de Jesucristo» (w. 10,11).

Parte 3 – Vivir como es digno del Señor

□ El conocimiento de la voluntad de Dios Colosenses 1:9,10

El Catecismo Menor de Westminster, escrito en 1646 y 1647 como una instrucción para la vida y las creencias cristianas, hace una pregunta clave: «¿Cuál es el fin principal del hombre?». La respuesta dada es poderosa. «El fin principal del hom­bre es glorificar a Dios, y gozar de El para siempre».

Pablo oró que Dios llenara a los colosenses del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual (v. 9). La palabra «llenar» expresa el sentido de plenitud, estar completo. Esto sucede a través de la obra del Espíritu de Dios en nuestra mente y nuestro corazón. Dios nos creó para su gloria. Él desea que demos fruto y crezcamos en conocerlo a Él. El Espíritu obra para establecer el carácter de Jesús en nosotros; sólo a través de esta transformación podemos glorificar Dios.

□ Participar de la herencia Colosenses 1:11-14

El apóstol Pablo les recordó a los colosenses sus cualidades espirituales en Cristo Jesús, declarándolos aptos para compartir la herencia de Cristo (v. 12). El pueblo de Dios ha sido santificado por Él, separado como pueblo que pertenece a Dios.

Jesús nos rescató del reino de las tinieblas a través de su obra salvadora en la cruz. Alguna vez pertenecimos al reino de las tinieblas, pero ahora somos cohere­deros del reino (v. 13). Una vez estuvimos bajo el poder de Satanás, pero ahora per­tenecemos a Dios. Hemos sido redimidos y perdonados (v. 14). La obra de Cristo compró nuestra salvación eterna. Hemos sido reconciliados con Dios.

En respuesta a este regalo, somos llamados a reflejar nuestra ciudadanía del reino. Debemos vivir vidas dignas de nuestro llamado. Se ha pagado un alto precio por nuestra salvación, por eso expresamos gratitud con una vida de santidad.

Qué nos dice Dios?

Pablo siempre oró por el crecimiento espiritual de sus lectores. Si bien Dios se deleita en satisfacer todas nuestras necesidades, nuestra primera prioridad siem­pre debe ser crecer en Él.

El ministerio en acción

  • Dedique tiempo cada día a estudiar la Palabra de Dios y aplicarla a su vida.
  • Ore que Dios lo ayude a crecer en Él cada día.
  • Proporcione aliento espiritual a un nuevo creyente.

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