Creados para el propósito de Dios
Romanos 1:20 – Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
Cuando Dios creó el universo y todo lo que hay en él, lo hizo con un propósito. De hecho, cada parte de la creación de Dios tiene un propósito— glorificar a Dios y revelar su poder. Como seres humanos, fuimos creados para glorificar a Dios y vivir en una relación de amor con El.
Los científicos, con la ayuda de instrumentos muy sofisticados, han medido las emanacio nes de las estrellas. Luego han convertido esas emanaciones en sonidos y, como resultado, han observado que de las estrellas provienen ciertos patrones de sonido (que la mayoría percibe como electricidad estática). Algunos científicos han conjeturado que quizá estos sonidos no son solo ruido estelar de la luz que emanan, sino una forma de comunicación mediante un «lenguaje» que todavía no entendemos. Por más descabellado que parezca, el antiguo salmista dijo algo similar. En el Salmo 19:1-4, David dice, en efecto, que las estrellas en los cielos cuentan la gloria de Dios. Hablan de algo indudable para toda la tierra: Dios es el Creador y la creación es la extraordinaria obra artística de sus manos.
1—La creación declara la gloria de Dios
□ El sol y las estrellas cuentan la gloria de Dios Salmos 19:1-6
Cuando lee los primeros cuatro versículos del Salmo 19, encuentra un mensaje inconfundible: Los cielos tienen algo importante que enseñamos (v. 2). Esto tiene sentido porque hay un Creador que hizo los cielos y quiere decimos algo sobre sí mismo. El hecho es que Dios se comunica con nosotros a través de su creación— una comunicación sin palabras (v. 3). Quiere que sepamos algo acerca de su gloria.
«Gloria» es una palabra que se usó con frecuencia en el Antiguo Testamento al hacer referencia a Dios especialmente cuando se describe algo digno de adoración y honor. A veces, la palabra sustituye a la santa presencia de Dios mismo. Donde Dios se revela, su gloria está presente. Moisés es un gran ejemplo de alguien que experimentó la gloria de Dios directamente. (Véase Éxodo 33:12-23.)
El salmista señala el astro dominante en los cielos: el sol. Desde su perspectiva terrenal, los cielos son como un telón gigantesco para la gloria de Dios. A medida que el sol esparce su luz y difunde su calor a través de los cielos, ilumina la creación conforme esta declara la gloria de Dios (Salmos 19:1).
□ La Palabra revela la voluntad de Dios Salmos 19:7-14
A partir de 19:7, el salmista comenzó a hablar de «la ley de Jehová», que contiene su testimonio, sus mandamientos y su precepto (w. 7,8). Sin embargo, todos estos términos se refieren a la comunicación de Dios con la humanidad. Como los cielos, nos dicen algo sobre nuestro Creador; son una revelación de su gloria al comunicamos su voluntad. La revelación escrita de Dios en su Ley es de valor incalculable (v. 10) porque nos muestra el pecado en nuestra vida y todo lo que es ajeno a la gloria de Dios (véase Romanos 3:23.) Esto resalta la diferencia entre revelación general y especial. La Ley de Dios es un ejemplo de su revelación especial, que nos dice lo que Dios quiere para nuestra vida. Los beneficios de la Palabra de Dios son múltiples. Hace sabio al sencillo (v. 7), alegra el corazón (v. 8), enseña el temor de Dios, (v. 9), y nos advierte sobre los peligros de nuestro propio pecado (w. 11-13). Llena nuestro corazón con el conocimiento de lo que agrada al Señor (v. 14). Para pensar: la creación misma es lo que conocemos como revelación general.
2 – Creados para amar a Dios
□ Llamados a andar humildemente ante Dios Miqueas 6:8
¿Alguna vez se ha preguntado qué quiere Dios de usted ? A veces nos angustiamos con esta pregunta cuando la Biblia es realmente muy clara. Miqueas 6:8 nos dice que debemos actuar con justicia hacia los demás. Debemos amar los mandatos y promesas del pacto y la Ley de Dios (observe que la palabra traducida como «misericordia» en el versículo 8 es la palabra jésed que hemos mencionado en lecciones anteriores). Y debemos vivir en humilde sumisión a Dios. En los días de Miqueas, el pueblo había supuesto neciamente que Dios se complace con la humanidad solo por el cumplimiento ritual de la Ley a través de los sacrificios y las ofrendas levíti- cas. Pero claramente ese no era el caso, ya que la misma Ley los había instruido. Lo que el Señor quiere de la humanidad es una relación con Él en que nuestro deseo debe ser complacer a Dios, obedeciendo sus justos mandamientos, rechazando la impiedad del pecado, y cultivando corazones que lo busquen (véase Deuteronomio 6:4-9). Este es el fundamento del propósito nuestro como su creación. Él quiere nuestra obediencia (y todo lo que esto implica) en vez de solo sacrificios rituales (véase también 1 Samuel 15:22; Proverbios 21:3; Juan 14:15).
□ Llamados a amar a Dios por sobre todas las cosas Marcos 12:28-31
Los fariseos constantemente buscaban a Jesús para hacerle preguntas capciosas. No importaba cómo respondiera Jesús, ellos podían haberlo de acusado de violar la Ley con sus palabras. Lo desafiaron a que juzgara si era lícito o no sanar en el día de reposo o imponer la pena de muerte por adulterio. En otras ocasiones le hicieron preguntas que los rabinos habían debatido por mucho tiempo y para las que no había consenso de opinión. Una de esas preguntas fue que dijera cuál era el mandamiento más importante de la Ley (Marcos 12). Jesús respondió al escriba perspicaz, citando Deuteronomio y Levítico. «El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos» (w. 29-31).
Jesús primero citó Deuteronomio 6:4,5, identificando el mandamiento más importante: amar a Dios por encima de todo. Luego Jesús identificó un segundo mandamiento parecido al anterior e inseparable, de Levítico 19:18: «No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová.»
3 – Creados para reconocer y adorar a Dios
El conocimiento innato de nuestro Creador Romanos 1:18-20
El ser humano fue creado para adorar a Dios, y Él también espera que veamos su majestad y asombroso poder en su creación (Romanos 1:18-21). Si bien el evangelio revela que uno alcanza la justicia de Dios solo por gracia a través de la fe en Jesucristo, el apóstol Pablo, en su carta a los Romanos, no apeló primeramente a la Ley y los mandamientos de Dios como la revelación del pecado o la injusticia. Mas bien, dirigió nuestra atención a la creación, esa primera revelación de Dios. La humanidad tiene un conocimiento innato de Dios porque la creación revela a Dios. El Creador usó la creación visible para mostramos sus atributos invisibles: su eterno poder y deidad.
□ Somos responsables ante Dios Romanos 1:21-25
Cuando observamos la obra asombrosa de las manos de Dios, podemos concluir que es la obra del eterno y todopoderoso Dios—y somos responsables ante Él por lo que Él nos ha revelado. A la humanidad se le ha dado libre albedrío para elegir si responde o no a la revelación que Dios le da en la creación. El resultado para aquellos que lo rechazan es universalmente desastroso. Pablo lo describió como idolatría, que es el producto final de rechazar la verdad que Dios nos ha mostrado en la creación.
Qué nos dice Dios?
Dios nos creó para su propósito y para revelar su gloria. El continuamente nos recuerda que somos su creación. Lamentablemente, el pecado de la idolatría reside en el corazón de la humanidad y nos seduce a la desobediencia. Debemos adorarlo a Él y sólo a Él.