“SOBRE EL MUERTO; “LAS CORONAS” “DICHO INFORMAL”
NUESTRO SISTEMA SOCIOECONÓMICO ES YA ANACRÓNICO
El significativo número de pastores que han muerto en esta terrible pandemia, tuvo que ver, en parte porque algunos no acataron las medidas sanitarias por conceptos equivocados de “invulnerabilidad por fe” y otros por su “precaria economía”, condición de muchos de nuestros pastores sobre todo del área rural. La cesación del culto presencial afectó a los que al día necesitan ingresos para sostener a su familia. Algunos se arriesgaron a buscar su sustento en algún trabajo material, por lo cual tuvieron que salir, y viajar y se contagiaron.
En algunos Estados apenas fue autorizada la apertura de templos con la implementación de medidas sanitarias de la nueva normalidad se propició que varios pastores desesperados por sus escasez económica, reiniciaran presto su oficio pastoral de cultos y “visitación” y a pesar de los cuidados no pudieron evitar contagiarse, y pocos sobrevivieron al flagelo de tan grave enfermedad.
Otros fueron dados de alta de los servicios públicos hospitalarios no por haber sanado totalmente, sino por otras razones, como la preferencia que se da a los casos que se consideran más urgentes, o por costos impagables para ellos. En su hogar continuaron su tratamiento necesitando incluso caros tanques de oxígeno, inalcanzables para su ya menguada economía. Estas situaciones son atribuibles a la deplorable realidad económica en que viven y trabajan muchos ministros de nuestra denominación, y muy posiblemente de otras denominaciones. Tampoco se puede negar las bajas que se dieron aún en familias con buenos recursos y que en algunos que tenían un padecimiento crónico hubieron complicaciones.
Cuando muchos iniciaron su ministerio, nada tenían y otros, se “deshicieron” de algunos bienes que tenían; pocos fueron orientados en que su vocación, no significaba el tener que “sacrificar” a la familia que tenían o pensaban tener. En lo material varios empezaron en cero y solo a Dios le corresponde el Juicio sobre su eficiencia o no. (Lo digo por qué hay quienes juzgan mal a los pastores con recursos económicos pobres)
Otros por su probada capacidad o “favoritismo” que solo Dios conoce a fondo, los ubicaron en Iglesias “florecientes”, o de fortaleza económica.
Hubo entre nosotros en el pasado una generación de líderes que analizando esta desigualdad, y la falta de previsión para enfrentar y atender las diversas necesidades previstas o imprevistas, propusieron entre algunas medidas, se estableciera el sistema del “alfolí” en nuestro Concilio que permitiera una provisión económica proporcional o igualitaria, para sustento de todas las familias pastorales, y también a las misiones, educación, evangelismo y la provisión para servicios médicos, retiros y defunciones. Etc, etc.
Esta visión e iniciativa surgió cuando se tomó conciencia de que por más recursos económicos que en el Concilio se han ido generando, el único propósito siempre aceptable de la comisión de “presupuesto y finanzas” cada 6 meses cuando menos en los Distritos y en el Concilio, ha sido el incremento constante, en gastos de “representación” los sueldos y los llamados “estímulos” al alto liderazgo. No, nunca prosperó, la iniciativa del “alfolï” por nuestras “filosofías” de que, a “los pobres siempre los tendremos” o que “prosperan” los que “trabajan” y otros argumentos, sostenidos por algunos de los más pudientes; y con respecto a los fuertes sueldos a las cúpulas” se defendió que los lideres, tenían todo el derecho a tener “ingresos dignos” como devengan los más grandes profesionistas. Algunos comentarios tildaron de “comunistas” a los impulsores del sistema del “alfoli” pero no se quizo considerar alguna previsión alterna, como destinar algún porcentaje económico considerando algunas disminuciones en sueldos o gastos de representación, para crear un fondo de emergencia para desastres o casos como estos.
Ahora que estamos perdiendo muchos ministros, (soldados) las autoridades de los diversos niveles administrativos solo podemos dar nuestro pésame a sus deudos y citarles algún texto bíblico, que los consuele, mas piadosas expresiones como, “él ya triunfo”, está en un mejor lugar, fue un “gran siervo” , nos dejó un gran legado, etc, pero…¿qué más hacemos? Tristes realidades se han revelado en todo esto. Cierto es que ellos no se perdieron, pero nuestra organización si perdió “soldados” muy importantes y necesarios. Nuestro sistema económico, que se alimenta de abajo hacia arriba casi en todo, y el remate final se da en la cúspide nacional, ya es anacrónico, o está desfasado para los días que nos toca vivir, y para casos excepcionales como el de esta pandemia. En caso que vivamos tan solo 10 años más, es posible que suframos otras pandemias. Es mi percepción particular. No trato de juzgar a nadie que merecidamente tiene recursos abundantes.
Pero nosotros decimos que formamos un ejército “espiritual” mas no estamos bien equipados; las deficiencias ya citadas nos hacen muy “vulnerables” ante situaciones cómo estas que dan la impresión de que somos muy “insensibles” ante el dolor y la muerte de nuestros “soldados”; cada Distrito, salvo contadas excepciones, con un listón negro en el Facebook lo arreglan todo; Es un héroe”. Ya triunfó, e increíblemente algún otro ministro pregunta, ¿a quien le darán su Iglesia? Pero nadie pregunta … ¿quien se encargara de las deudas que dejó? , o ¿que directivo tratará de tramitar algún recurso o crear algún programa de sustento a los huérfanos? Tengamos en cuenta que ahora hasta algunas secciones tienen fondos económicos, cuyo saldo al fin de año, se trata de invertir en convivios y regalos. Con buen propósito sugiero que en los próximos Concilios se envíen iniciativas que aborden estas situaciones, de previsión para casos futuros, si el Señor no viene pronto.
Actualmente con un comunicado oficial” en las redes finiquitamos todo; que los suyos se encarguen de “recordarlo”. Si esta con el Señor, ahí está mejor. Los vivos, sigamos ¡adelante! Somos según parece, el único ejército que ni siquiera recoge del campo de batalla a sus heridos, ni costeamos su “cremación o sepultura”. Nuestra “unidad solo es teórica” y muy poco adecuada a lo que Santiago enseña sobre las buenas obras; salvo “honrosas excepciones” más parecemos una “desorganizada organización”. Los que hemos sobrevivido y estamos bien decimos: La vida tiene que seguir!.
¡Sobre el muerto, las coronas” Y sigamos pronto con lo “más necesario”
Pbro: Jorge A. Mijangos P.