Predicadores huichicoleros
La palabra huachicol deriva de los Huachichiles o Huaches, una etnia emparentada con los huicholes, también conocida como Cuaches o Guaches, que significaba originalmente «los colorados» pues pintaban sus cuerpos de color rojo (Amador 1887).
Éste es el mismo origen de la palabra huachinango que identifica al pargo rojo (Lutjanus campechanus), un pez cuyo nombre y consumo se extiende desde Veracruz (Montemayor 2007), por toda la Península de Yucatán, Cuba, el Caribe y hasta Puerto Rico (Pichardo 1836). En Yucatán existe un río con agua color rojo debido a los carotenoides que contienen las algas que en él prosperan denominado huach.
A los Huaches, se les atribuyó el uso ceremonial del peyote y la elaboración y consumo consuetudinario de bebidaser espirituosas a base de tuna, mezquites y maguey (Gianetti 1972). El conocimiento del proceso tradicional para elaborar el huachicol pasó a los ingenios azucareros cuando los indios de la huasteca potosina fueron agrupados y obligados a trabajar en ellos (Santamaría 2000).
En esa época a los vendedores de tequila y aguardiente que diluían las bebidas con agua para obtener más ganancias, se les comenzó a nombrar con el apelativo de guachicolero o huachicolero. De manera análoga, se les comenzó a llamar a sí a los comerciantes de combustible que rebajaban con agua gasolina o petróleo para lograr mejores ganancias. Actualmente la palabra huachicolero se utiliza para denotar a una persona dedicada al robo, traslado ilegal y venta de hidrocarburos.
Si el término huichicolero se usa para designar a los que adulteran el producto para obtener más ganancias también se puede hablar de maestros y predicadores huichicoleros: Aquellos que enseñan fábulas, cursos de superación y doctrinas fuera de la Biblia. La falsa doctrina siempre se tiene que maquillar de la verdad, porque si se mostrara en su cruda realidad, nadie la creería.
Ayúdame Señor, para que el dinero no sea la motivación para enseñar y predicar. Yo no quiero ser un creyente, ni un maestro huichicolero. No quiero diluir ni adulterar la palabra de Dios.
Egor