OS DIGO ES UN BANDO DE GOBIERNO
Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra; Mateo 5:39
La autoridad de Jesús no tiene parangón, el es único y sabio. Generalmente encontramos contradicciones en lo que se hace y se piensa, pero pocas veces alternativas a lo que ha de ser. En este caso, nuestro Señor tiene una respuesta absoluta. Un cambio maravilloso que nos invita a la obediencia de nuestros deseos bajo sus deseos.
Os digo y os mando, son expresiones que dejan una semilla con el contenido proteínico de todo lo que resulte en la visión de una vida útil, consagrada a los menesteres de lo que Dios desea cumplir en nosotros para la gloria de su nombre.
Si revisamos y subrayamos los evangelios todas las ocasiones que Jesús pronuncia os digo y os mando, encontraremos una especie de catálogo de mandamientos, acerca de los cuales no hay tanto que decir como hacer. Ese es el secreto de la vida cristiana, tener un modelo del quehacer, para sabernos seguidores de un visión de vida, cuya esencia ha sido manifestado por Jesús en sus propias palabras, las cuales son espíritu y vida.
¿Quién manda en nuestra vida? ¿Cuáles son nuestras prioridades en la obediencia? Lo primero con lo que Jesús trata es con nuestras resistencias, aquello con lo que mas nos obstinamos y nos lleva a enfrascarnos en los laberintos de los cuales luego no podemos salir. El pensar que podemos cambiar el mundo cargado de injusticias con nuestras propias fuerzas nos desgaste al punto del desmayo. Existe la alternativa del pregón contra la injusticia, desde el balcón del amor divino.
No se trata de una expresión fallida de abrazos y no balazos, si no mas bien de la respuesta contundente desde la plataforma del evangelio que todo lo cambia vertiginosamente. Dar la cara, ser de una pieza, otra vez, dar la cara. La masa de los creyentes entre gente de toda lengua, tribu, pueblo y nación, son ahora una gran nación, la cual se contempla desde los cielos como una mies madura lista para la cosecha.
¿Estamos listos para dejar de resistir? ¿estamos puestos para poner la mejilla? ¿estamos preparados para poner también, la otra mejilla? ¿es difícil la carga del evangelio desde esta perspectiva? ¿es posible entender esta palabra como una profecía que Jesús experimentó en su propia carne? ¿nos es más fácil ver el sufrimiento en otros que en nosotros mismos? ¿podremos abrevar de esta fuente? ¡Que Dios nos ayude! ¡Lo necesitamos mucho!
