Una de las definiciones de la paciencia, se define como la: capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse y la perseverancia como: constancia en la virtud y en mantener la gracia
¿Quién mejor para hablarnos sobre estos temas, que Santiago? Su carta escrita aproximadamente entre los años 40 al 50 d.C. representa un manual poderoso y práctico que ofrece a sus lectores instrucción precisa de diversos temas, por ejemplo: lo que un creyente debe ser, que las pruebas producen constancia, que la palabra de Dios debe ponerse en práctica, no tener favoritos, acerca de la fe y las obras, el control de la lengua, la sabiduría que es reflejada a través de las buenas obras, el someterse a Dios, advertencia a los ricos opresores y como penúltimo tema escribe sobre la paciencia Santiago 5:7. Al parecer uno de los graves problemas en ese tiempo era que estaba prevaleciendo la impaciencia, pues muchos se preguntaban: ¿Por qué tengo que ser oprimido por los ricos?, ¿Por qué Cristo no regresa por su Iglesia si prometió volver?, ¿Por qué sufrir si ya acepté a Jesús? o ¿Por qué me enfermo? Después de dar respuestas a cada una de sus interrogantes, el escritor escribe acerca de la paciencia.
¡Tengan paciencia! Advertía. La Paciencia debe ser una posesión indispensable del creyente; no como algo opcional, sino como una cualidad necesaria. Según Gálatas 5:22, es dada al creyente como fruto del Espíritu Santo. Hasta la venida del Señor. La paciencia no tiene límite en cuanto a su práctica, es constante, todos los días de nuestra vida. paciencia y perseverancia
Miren cómo espera el agricultor a que la tierra dé su precioso fruto! Con esta analogía de la paciencia Santiago les recuerda que todo tiene su tiempo, no se puede apresurar, aun cuando se pueden aplicar fertilizantes a los sembradíos para tener una mejor producción, hay que esperar a su debido tiempo para la producción. A veces semanas, meses o años, pero no hay que desesperarse pues la cosecha llegará en el momento que Dios disponga. Con qué paciencia aguarda las temporadas de lluvia, sean tempranas o tardías, que caen en su tiempo sin apresurarlo y sin quejarse, es decir: la paciencia es la clave para esperar el cumplimiento de las promesas de Dios, estas siempre se cumplen, a veces pronto o pueden tardarse.
¡Manténgase firme! Es una expresión imperativa, que nos recuerda la posición que deben tener los soldados, y aguarden con paciencia la venida del Señor, que ya se acerca. La venida del señor se espera con paciencia, puede parecer mucho tiempo, pero no olvidemos su amor por los perdidos, El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan (2 Pedro 3:9).
No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados. ¡El juez ya está a la puerta! Por el contexto del pasaje entendemos que había inconformidad en el trato de los ricos hacia los creyentes de la iglesia, el escritor sagrado les dice que no se quejen, hoy en día ¿quién resistiría un maltrato sin hablar o sin acudir al jefe inmediato para reportarlo?, lo cierto es que para esto se necesita paciencia.
Hermanos, tomen como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas que hablaron en el nombre del Señor. Ser un mensajero del señor no implica que todo sea color de Rosa o que todo el tiempo sea de gozo. Como ejemplo tenemos a los profetas que experimentaron sufrimientos, tal es el caso de Jeremías, que se esforzaba por predicar el mensaje del Señor, fue rechazado y el pueblo no aceptaba su mensaje.
Lo maravilloso a pesar del sufrimiento, es que pudo decir: Dentro de mi hay un fuego que arde y me mueve para seguir adelante (Jeremías 20:9), es decir, algo lo impulsaba siempre pues tenía un objetivo claro: seguir adelante; y por ende, no dejó de predicar pues combinó la paciencia con la perseverancia.
En verdad, consideramos dichosos a los que perseveraron. Ustedes han oído hablar de la perseverancia de Job. Es asombroso que a pesar de perder sus posesiones, hijas e hijos e incluso la salud, nos impacta su manera de expresarse ante todo este sufrimiento:
Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir. El Señor ha dado, el Señor ha quitado ¡Bendito sea el nombre del Señor! (Job1:21), a pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra, a pesar de su sufrimiento perseveró en el plan y en el propósito de Dios y fue recompensado.
En nuestro ministerio hemos visto a ministros en sufrimientos extremos como Job o Jeremías, pero con un distintivo especial fueron pacientes y permanecieron en el Señor.