Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible (1 Timoteo 3:1, 2).
Aspiraciones insanas
[dropcap]D[/dropcap]efinitivamente son muy diferente los anhelos de posiciones de liderazgo mundanos a los eclesiásticos. Jesús hizo referencia a esto cuando hubo disputas entre los discípulos: Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo (Mateo 20:25-27).
Está diciendo el Señor que algunos gobernantes de la naciones luchan por una posición, no con el afán de servir, sino de ser servidos y enseñorearse que están bajo su autoridad. Así de simple es encender la televisión o entrar en el internet y ver un mundo convulsionado a causa de muchos politiqueros que buscan la posición y el poder por motivos personales y egoístas.
El mundo de la política es un océano tumultuoso de emociones y sentimientos, los cuales se tornan turbulentos al calor de la ba talla electoral por ganar una elección que los lleve a obtener la anhelada posición a cualquier precio.
Los candidatos y sus equipos se ven arrastrados por pasiones, las cuales los hacen tomar decisiones que los llevan usualmente a encallar en los errores, que no se ven al calor del combate electoral. Estamos viviendo en la política de la cultura latinoamericana, la de la compra del voto, los “amarres”, los acuerdos en los encierros de oficina, el “acarreo”, los compromisos electorales, los sucesores o “tapados”, la publicidad y la propaganda. Y cuando se gana, entonces vienen los pagos de “compromisos”. ¡Qué terrible es!, y aún más terrible cuando estos males salpican a la iglesia. Oremos y busquemos la visión impartida por nuestros líderes electos, quienes por voluntad de Dios y de sus Asambleas han sido puestos para guiar al pueblo a cumplir su misión en este mundo. Nuestros modelos de estructura y gobierno no se comparan con los mundanos. Tenemos la Biblia, mayor que cualquier carta magna, contamos también con la guía del Espíritu Santo, somos un pueblo pentecostal dirigido por hombres probados, aprobados y comprobados por Dios y por la Asamblea Conciliar.
Aspiraciones sanas
Como Concilio tenemos practicas sanas y Dios llama a los hombres y los constituye como él quiere. Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él (Marcos 3:13).
Es notorio que Dios en su soberanía le da a unos más que a otros dones, ministerios, capacidades, talentos, profesiones o experiencias. A dichas personas los observamos en su ministerio, en su desarrollo y práctica de la vida ministerial. Vemos cómo levanta el Señor entre su pueblo a sus siervos y los hace destacar en nuestras reuniones seccionales, regionales, distritales y nacionales en los diferentes puestos liderazgo.
También la iglesia, bajo la dirección del Espíritu Santo, elige a sus líderes. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos (Hechos 6:5, 6).
Observamos un proceso parlamentario claro. Hubo una necesidad que fue presentada, ya que no inventaron ministerios para luego rellenarlos de gente. Una vez que se planteó la situación, los animaron a buscar entre ellos a líderes que cumplieran con requisitos bien específicos. A la iglesia le agradó la propuesta, me imagino que luego indagaron, buscaron, seleccionaron y eligieron a las personas idóneas. No hubo campañas, menciones intencionales, recomendados, amenazas, reproches, condicionamientos. El testimonio y el carácter de los elegidos habló por ellos. Así que encontramos a un grupo de personas con aspiraciones al liderazgo establecidos conforme a la voluntad de Dios. Siguiendo el tenor de nuestro texto del encabezado tenemos una respuesta clara ante la afirmación de nuestras aspiraciones de liderazgo y la voluntad de Dios.
Aspiraciones conforme a la voluntad de Dios
Pablo escribe: Palabra fiel… aludiendo a la importancia de lo que dirá. Es acerca de ¿un anhelo legítimo o una ambición personal?, ¿aspirante o suspirante?, ¿quiere posición o servir con pasión?, ¿desea fama, fortuna, reconocimiento, anhelo de ser alguien? Notemos lo que Pablo menciona: Si alguno anhela obispado, buena obra desea.
No es malo anhelar, lo malo es no reconocer que en lugar de ser bendición, podemos ser estorbo en la obra de Dios.
¿Qué es un obispo?
La palabra griega que Pablo usa aquí también se ha traducido como “superintendente”, “supervisor”, “ministro” y “pastor”.
En 1 Timoteo 3:1-7, Pablo marca las características que necesita todo aquel que anhela servir en una posición de liderazgo conforme a la voluntad de Dios.
- Irreprensible
- Marido de una sola mujer
- Sobrio
- Prudente
- Decoroso
- Hospedador
- Apto para enseñar
- No dado al vino
- No pendenciero
- No codicioso de ganancias deshonestas
- Amable
- Apacible
- No avaro
- Que gobierne bien su casa
- No un neófito
- Que tenga buen testimonio de los de afuera
Con esto, el apóstol sienta las bases para aspirar y desarrollar un liderazgo conforme a la voluntad de Dios.
Dejan claro el interior de los líderes espirituales, los que manifiestan querer servir y cuidar la obra de Dios. Ministros de fuego que en su interior tienen el deseo del avance de la buena obra. Mateo 7:16 dice: por sus frutos los conoceréis. Con esta palabra Jesús advertía a los hombres de que vendrían los falsos profetas, y la forma en que se podrían descubrir a estos engañadores era a través de sus frutos y no por sus anhelos o aspiraciones. Hagamos la voluntad de Dios
Es notorio Dios en su soberanía le da a unos más que a otros dones, ministerios, capacidades, talentos, profesiones o experiencias. A dichas personas los observamos en su ministerio, en su desarrollo y práctica de la vida ministerial. Vemos cómo levanta el Señor entre su pueblo a sus siervos y los hace destacar en nuestras reuniones.