LOS QUE NO ESTAN DE BODAS.
Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, y entonces ayunarán. 9:15.
Acá entonces, sigue vigente la pregunta sobre el ayuno. Para muchos es una oportunidad para la meditación, el encierro y el encuentro con la espiritualidad. Para otros se antoja como una llave mágica que les abre las puertas a nuevas y grandes emociones, eventos y hasta milagros. También los hay contemplando el auto sacrificio.
En este pasaje el ayuno de asocia al luto y se desasocia del banquete. El primero revela llanto, dolor, meditación profunda. El segundo evoca el grito, la algarabía y la música sin pausa. Son dos experiencias diametralmente diferentes. En uno se inquiere la soledad del corazón y el analisis de alguien que cambia el semblante del rostro. En el otro la pasión de reafirmar decisiones felices.
El día o los días. Parece semántico.
La Reina Valera usa los días en plural y la NVI en singular, aún en los demás evangelios. Pienso por un instante en lo equiparable de bodas por días y boda por día. No me hagan caso, solo veo y observo que el pasaje encierra una enseñanza más profunda de lo que parece.
La pregunta se originó de un proceso de comparación. La respuesta arrojó el mismo resultado. ¿Será que siempre anticipamos resultados? o ¿solo actuamos por hacerlo? ¿ayunamos recientemente? o ¿era solo en los tiempos de la aflicción temprana? ¿se avanza a un estado en el que ya no se necesita ayunar? o ¿siempre hace falta ayunar? ¿somos más o menos espirituales de acuerdo a cuanto ayunemos?
El equilibro está en distinguir los tiempos. Ya lo dijo el predicador: Todo tiene su tiempo. Así como la medicina se aplica en tiempo de enfermedad, la comida a la hora del hambre, el agua al tiempo de la sed, la guerra al momento de la provocación; de la misma manera, el ayuno se hace necesario de tiempo en tiempo.
No se trata del ayuno de la desesperación, ni tampoco el de la revelación. Se trata de un estilo de vida que le recuerda a las personas invertir recursos para la piedad. En este caso la vida piadosa no se alcanza por automatismos, sino en medio de los vendavales de la vida y se cultiva con los mejores hábitos que al final traerán grandes dividendos. El poder de la contemplación se percibe en la expresión de una visión declarada en donde podemos admirar la obra, manifestación y poder de Dios en medio de los tiempos.
La lucha de la carne contra el espíritu nos recuerda lo difícil que son las embestidas del mal. Nada sustituye la vida piadosa, no se puede echar la carne fuera. Solo se puede convertir el cuerpo en templo de Dios o abandonarlo para que se convierta en taller de satanás. Aún así, la elección es personal, al mismo tiempo que la responsabilidad.
Al final también se muestra en los grandes movimientos, los que trascienden a una época. Fueron provocados por hombres y mujeres que lucharon y ayudaron, sacrificando intereses personales, con el fin de contribuir a una causa que bendijera a las siguientes generaciones. Por eso existen los ayunos de grandes personajes que desafiaron al estado de cosas imperante en su propio tiempo.
Más allá de lo que se recibe por herencia, hay trascendencia en lo que se lega.