SOBRE EL PASAJE QUE COMPRÓ JONÁS
Hace algunos días publiqué acerca del boleto de embarque que Jonás compró para Tarsis debiendo ser a Nínive. Algunos de mis seguidores me escribieron para dar continuidad a sus propias experiencia en ese tema. Luego viendo lo que pasa en aeropuertos, aerolíneas, pasajeros y destinos. Muchos varados o equivocados en viajar de vacaciones en plena contingencia. Incluso a otros países.
Me hizo recordar un vuelo en el que viajando de Guadalajara a la Ciudad de México el avión entró en una turbulencia, la alarma de la gente se puso muy en alto. Las azafatas y el piloto pedían calma. Los gritos estaban a todo volumen. A mi lado venía un gran líder espiritual de mi denominación, a quien le dije: Si esto se cae será mi privilegio morir a su lado. A lo que el manifestó: No se porque el piloto tuvo que tomar esta ruta, sabiendo que hay turbulencia, porque mejor no me vine en coche.
Viendo tantos eventos sucediendo a la vez que el encierro. Las ideas no están encerradas, la creatividad tampoco. Mirando como muchos han comprado sus propios pasajes virtuales y andan de muro en muro, de diario en diario, de científico en científico, de profeta en profeta y hasta de iglesia en iglesia. Ni que decir de los sermones. Seremos la generación más sermoneada de todas.
¿Estamos todos en la misma tormenta? ¿Volamos todos en el mismo avión? ¿Navegamos todos en el mismo barco? ¿Abordamos todos el mismo bus? ¿Marchamos todos en la misma peregrinación? Cuando a nuestra ciudad de Altamira, Tamaulipas llega un norte o temporal, se dice que trae de todo. Virus, bacterias, aire fresco, en ocasiones agua, limpieza, destrozos, movimiento rudo en la presión barométrica, exceso de oxígeno, regeneración del ambiente. En ocasiones algo de eso o en veces todo de todo.
Para algunos, la cuarentena es la oportunidad para reflexionar, reconectar, trabajar en casa cafesuqueando. Para otros, es desesperación, remanso de paz, tiempo de descanso, tortura, ajuste o pago de cuentas, ¿y las sodas? Unos aún discuten elegir marcas, sabores, colores y sitios, con un buen chai. Los demás revisan que es bueno y que es basura para eliminar. Pero todos anhelan volver a algún tipo de normalidad y trabajo porque acabaron los ahorros y la escasez duele.
Luego de las teorías conspirativas y catastrofistas unos rompen el encierro para ir al banco. Otros critican al gobierno por todo lo que pasa. Unos publican fotos de jubilados en la calle, en lugar de ofrecerles ayuda. Casi todos manifiestan su fe en Dios clamando por sanidades y milagros. No falta el que se contradice publicando: lo peor/mejor está por venir.
Cuando vemos barcos sin embarques, aviones varados, aeropuertos abandonados, encierros obligados, gente sufriendo emocional, física y espiritualmente. En nuestra zona conurbada mas de 5,000 choferes del transporte público están sin trabajo. La movilidad ha sido cancelada. La planta industrial productiva camina a media marcha. La salud trabaja a marchas forzadas a todo lo que da la máquina. Nuestras autoridades hacen un esfuerzo loable por mantener la marcha y estabilidad en medio de la situación imperante.
¿Cuándo preguntamos que hacer o a quien iremos? Escuchamos la divina voz que dice: ¿Quién decís vosotros que soy yo? ¿por qué dudaste? ¿Qué pasó con la fe? ¿ustedes también se quieren ir? ¿cómo está escrito en la ley? ¿cómo lees? ¿Quién me ha tocado? ¿Quieres ser sano? ¿Qué quieres que te haga? ¿crees esto? ¿me amas? ¡He aquí, yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo!