Agradezco la oportunidad que se me da para escribir en nuestra revista Aviva y poder así, por la misericordia de Dios, dirigirme a todo el asambleísmo mexicano. ¡Gracias! El propósito de la iglesia es multiforme e incluso multifactorial. Basta leer Hechos 2:42, como una declaración de acciones encaminadas a un fin en la iglesia: Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones. Así que, de acuerdo a esta Escritura, el propósito o actividades de la iglesia deben ser:
- (1) Enseñar la doctrina bíblica,
- (2) proveer un lugar de convivencia para los creyentes,
- (3) celebrar la Cena del Señor, y
- (4) orar. Todo lo anterior como producto de la predicación y bautismo como de 3,000 personas
Para reforzar lo anterior basta leer 1 de Pedro 4:10 para dar con la diversidad en la expresión que desarrolla la vida de la iglesia: Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. O sea, el propósito de la iglesia es llevar el evangelio para que las personas sean salvas, dando gloria al que vive y predicando la Palabra para edificar a los creyentes. Es una parte estratégica de los planes divinos al convertirla en instrumento de su verdad.
Todavía aún más, nuestra Constitución Eclesiástica reza en la declaración de propósitos: Como Concilio, nuestro propósito primordial es reconocer y alentar los métodos escriturales de adoración, unidad, compañerismo, gobierno, obra y negocios de Dios. Cuidado con los dogmatismos y los legalismos. Nos encontramos de tiempo en tiempo a líderes que desean aplicar la Constitución como si fuera el reglamento de tránsito. Con todo lo que eso implica se pierde el diseño por las intenciones personales de algunos que desean imponer un criterio propio, respetable en ocasiones y hasta con buenas intenciones, pero lejos de la Palabra que nos ha sido enseñada.
C. B. Hogue, en El fenómeno del sueño indomable dice que el propósito de la iglesia es extenderse o perecer. Si mantiene la dinámica bíblica de hacer posible lo imposible marca el paso para involucrar a los espectadores en la participación y adaptación del proceso y sistema. El poder es el lado emocionante del pentecostés cuando el sueño se vuelve realidad.
Para Billy Kim la oración es la premisa. La predicación es el plan. La pureza es la senda. La alabanza es una prioridad. La persecución es requisito previo.
El Pbro. Alfonso de los Reyes Valdez en Una ponencia eclesiológica propone un modelo: Evangelizar. Discipular. Educación eclesiástica. Gobernar: orden y disciplina. Vida devocional. Liturgia. Misiones. Relaciones. Obras materiales. Responsabilidad social. Finanzas. Sociedades y Comunicaciones.
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En mi obra Estación eclesial en donde se exponen 60 modelos desarrollados de las iglesias en el mundo cristiano propongo ir más allá de los modelos, examinando los sistemas, tales como: Credo, sistema de creencias. Liturgia, sistema de culto. Gobierno, sistema de orden. Acuerdos, sistema de entendimiento. Cuerpo, sistema multifactorial.
No dejan de llamar la atención los conceptos de Ori Brafman y Rod Beckstrom en su metáfora de la araña y la estrella de mar porque nos ayuda a entender las ventajas de la estructura de las organizaciones modernas, cada vez más descentralizada, frente a la organización clásica que predominó en el pasado, rígidamente jerárquica y centralizada. La araña es el tipo de organismo que no puede sobrevivir si se le daña o elimina la cabeza; basta un chanclazo. Mientras que si una estrella de mar pierde un tentáculo, éste seguirá creciendo hasta remplazar el miembro anterior.
Modelos como el de “iglesia fuerza”, como bien lo definió el Pbro. Rolando Pérez Cecías, es aquella que está en todas partes de la ciudad todo el tiempo, diferente a la que necesita concentrarse en un solo lugar para ser iglesia.
El Pbro. Miqueas Cantú nos ha enseñado que para desarrollar la iglesia es necesaria una acción pastoral orgánica. Indicador Eclesiástico dixit. Nada más loable que la vida, porque es un organismo que requiere mantenimiento adecuado a sus necesidades y propósitos específicos. El ministerio le da unidad al cuerpo.
El Pbro. Rubén J. Arévalo nos mostró en la pasión misionera que la iglesia tiene vida y propósito si vive para la misión e invierte todo lo que tiene para lograrlo.
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Para construir acciones aceptables en torno al propósito de la iglesia se necesitan respuestas a las siguientes preguntas: ¿Han definido adecuadamente su prioridad principal? ¿Escribieron su visión de manera clara e inconfundible? ¿Tienen una declaración de misión? ¿Proclaman un lema o eslogan como grito de batalla o sólo como grito de júbilo? ¿Diseñaron una estrategia de lo que pretenden alcanzar? ¿Llevan un programa bien definido? ¿El perfil de su grupo de alcance está ubicado correctamente? ¿Saben lo que creen realmente? ¿Tienen bien determinado lo que quieren? ¿Consiguen un enfoque adecuado? ¿Qué producen sus acciones? ¿Ganan a los de su clase? ¿Se ponen a trabajar? ¿Aceptan el desafío del cambio? ¿Están alineados hacia un solo rumbo? ¿Hay movimiento para llevar a sus discípulos de un nivel a otro? Semillas de liderazgo que han sido guardadas en el morral.
- (1) Cuando participes en una asamblea, cuida el decoro en el debate. Nunca personalices, discute las ideas y ama a las personas. Nunca pierdas de vista enseñar a los nuevos líderes a cuidar la institución. Alfonso de los Reyes V.
- (2) Cuide la doctrina bíblica y aprenda a hacer teología. Ray D. Morelock.
- (3) Cuando oficies ceremonias, recuerda que eres un ministro de Jesucristo. Matías Saucedo Muñoz.
- (4) Siempre que cumplas una meta y obtengas resultados, vuelve a levantar una congregación. Angelita Villarreal Cepeda.
- (5) El Presbiterio es un representante del gobierno de Jesucristo. No es infalible, tampoco es una caja negra. Pero todavía por medio de él habla el Espíritu Santo.
Miqueas Cantú Garza. En mi más reciente libro La mano que Dios usa de manera extraordinaria, muestro algunas facetas de la indispensable labor de la iglesia en la mayordomía del propósito: La mano que Dios usa, es la de los fieles, generosos e inversionistas del reino que saben de los tesoros nunca devaluados, aquellos puestos a trabajar en la obra de Dios. Encontraremos acciones sobresalientes con pequeños esfuerzos, porque la gracia es superabundante en nuestro favor.