. . . Pero yo y mi casa serviremos a Jehová (Josué 24:15).
Ningún éxito en el liderazgo o ministerio vale la pena, si es a costa de la familia. Esto lo afirma Wayne Myers, un excelente consejero para familias pastorales y misionero en México desde 1946.
La familia constituye parte importantísima en el ejercicio del liderazgo cristiano. Las cifras de divorcio, separación, rebeldía de los hijos al evangelio y a la autoridad de los padres, e incluso el suicidio, se dan cada vez con mayor frecuencia dentro de hogares de líderes de la iglesia en todos los niveles.

LA DETERMINACIÓN FAMILIAR DE JOSUÉ: YO Y MI CASA
Josué era líder militar y espiritual del pueblo, pero también se propuso serlo en su casa.
Algunos requisitos para la familia del liderazgo de la iglesia en el Nuevo Testamento:
- Irreprensibles (Tito 1:6), matrimonio y familia; hogares ordenados y ejemplares, de acuerdo con las normas bíblicas.
- Y que tengan hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni rebeldía (Tito 1:6).
LA ESTRATEGIA FAMILIAR DE JOSUE
- El caudillo ya había tomado su decisión:
pero yo y mi casa serviremos a Jehová (24:15). En su familia Josué había tenido éxito. El era cabeza espiritual de su casa. Muchos hogares de cristianos están descabezados porque hay ausencia de liderazgo espiritual; porque el ministro o líder es un buscador de éxito personal. Por ejemplo: querer ser el pastor de la iglesia más grande de la ciudad, conseguir un cargo importante dentro de la organización o de la iglesia local, o anhelar poseer muchos bienes y riquezas materiales. Es posible que logre esos éxitos, pero si por ello descuidó a su familia, tales triunfos no valdrán la pena. - Cuidados que la familia requiere:
los padres deben tomar con serenidad y seriedad las riendas del hogar. No deben rendirse ante las presiones de los hijos. Deben luchar para que ningu- no se descarríe. No pierdan su autoridad espiritual. Su hogar debe ser una fogata que arda con el fuego santo de Dios. - Corrija a sus hijos con sabiduría.
Una de las causas porque los hijos crecen con resentimiento y rebeldía hacía los padres y el evangelio, es porque en lugar de escuchar de sus progenitores palabras de amor y aceptación, escuchan frases como: «eres un inútil”, “eres un tonto, un fracasado”, “bueno para nada , Jamas serás algo importante en la vida”.Por más desilusionados que los padres estén con la conducta de sus hijos, nunca deben herírlos y humillarlos con esa actitud.
Proverbios 18:21 dice: La muerte y la vida están en el poder de la lengua. Aunque tenga 20 o 40 años, nunca es demasiado tarde para decirle a su hijo “te quiero”. - Proteja a sus hijos del bombardeo de los medios de comunicación.
Es un error de los padres sentarse a ver una telenovela con sus niños, exponiéndolos a las escenas eróticas y al alto grado de Violencia que estos programas contienen; o las películas no aptas para menores. Está además el internet, con sus páginas de pornografía, ocultismo, etc. El uso de los medios de comunicación y las redes sociales deben estar supervisados y controlados por los padres. - Los hijos se pierden en la casa.
Tal vez parezca extraña esta afirmación, pero lamentablemente en muchos casos es así. Los hijos se pierden en casa por las siguientes razones:
a. Por falta de enseñanza en tiempo y forma de los principios de la fe cristiana por parte de los padres.
f. Por el uso impropio de los medios de comunicación.
g. Por falta de tiempo y atención a la familia. La familia nunca tiene vacaciones. Los niños le hablan al padre, pero no los atiende porque está viendo su programa favorito en la televisión; nunca abraza ni expresa palabras de afecto a sus hijos, la familia no sale a comer juntos a un restaurante, etc.
Por eso hay en muchos hijos frustración y resentimiento hacia el ministerio y la iglesia, porque piensan que los creyentes les robaron a sus padres.
Es triste ver a líderes o ministros ejecutar un acto de disciplina verbal o física a sus hijos ante los diáconos o los hermanos de la congregación, como para quedar bien con ellos; no se dan cuenta del daño que esta humillación les causa. En algunos casos las consecuencias son para el resto de su vida.
7- Es motivo de tristeza y dolor ver a algunos líderes con familias inmediatas totalmente descarriadas o lejos de Dios que quieren ser misioneros, pastores y evangelistas. Otros, separados de su pareja o con una pareja que nadie conoce, quieren hacer ministerio. No pueden servir al Señor Jesucristo con su “casa”.
8- Aun estos líderes o pastores dan consejería a otros, cuando su propio matrimonio y familia van a la deriva.
9- El que no puede ser líder espiritual en su “casa”, no debe ser líder en la iglesia. Josué dijo: yo y mi casa serviremos a Jehová. Es triste ver a hombres que quieren entrar al ministerio pastoral y a otros ministerios de responsabilidades mayores, siendo divorciados varias veces y con hijos perdidos en el mundo. El ministerio debe ser pro pareja, profamilia, proministerio, pro «casa»; sirviendo cada uno con los suyos al Señor Jesucristo. Se deben desarrollar ministerios con la familia.
11- El pastor debe motivar a su esposa e hijos a tomar parte en los programas y actividades de la iglesia. He visto como esposas de pastores con su familia después de la muerte de su esposo tienen que salir de la casa pastoral prácticamente a la calle, porque nunca se involucró, ni se preparó para el ministerio, y ni ella, ni su marido se preocuparon por tener casa propia. El filósofo Nietzsche era hijo de un pastor luterano, y cuando su padre murió, toda la familia se vio obligada a dejar la casa pastoral.
Con el paso del tiempo este hombre creció con resentimiento y un odio arraigado hacia el cristianismo que plasmó en la mayoría de sus libros.
12. Los líderes y ministros deben procurar que la imagen de su esposa e hijos crezca en la iglesia. Recuerde la actitud de Juan el Bautista: es necesario que el crezca y que yo mengue. En ese sentido la imagen y ministerio de la familia deben crecer y nosotros prepararnos para entregar la estafeta a ellos. Si Dios los llama al ministerio, ya estarán preparados tanto en el ministerio y liderazgo, como en lo secular.
EL ÉXITO FAMILIAR DE JOSUÉ
Cuando Josué desafió al pueblo a tomar una decisión de servir a Dios en verdad y con integridad, y erradicar por completo la contaminación de la idolatría, sabía que contaba con el respaldo incondicional de su familia.
- A la exhortación del caudillo, el pueblo respondió de manera positiva, reconociendo que Dios los sacó de Egipto, que los guardó y arrojó a sus enemigos: también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios (24:18). Un líder que sirve a Dios con su casa, tiene autoridad moral y espiritual en el ánimo del pueblo. Hoy se necesitan líderes que tengan la misma convicción del hijo de Nún.
Que sirvan a Dios con su casa, es decir que su familia esté integrada a la iglesia y al servicio del Señor. Que no sea sólo el padre o la madre, sino toda la Familia directa (esposos e hijos) al servicio del Señor. - Josué volvió a repetir la lección anterior. de su discurso (24: 1‘)- .20; 24:16). A lo que el pueblo repitió: No, sino que a Jehová serviremos (24:21). A ellos mismos, Josué los puso como testigos y los invitó a dejar la idolatría y adorar a Dios: Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos. Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel (24:22, 23).
- Pero yo y mi casa serviremos a Jehová (24:15). El líder que tiene cuidado de su fe e involucra a su familia en el liderazgo o ministerio, será ejemplo sirviendo a Dios, y su casa seguirá ese modelo.
- Ante el desafío de servir a Dios en verdad y con integridad, así como dejar totalmente su Vida contaminada con los ídolos, la nación entera aceptó el exhorto de su líder por la poderosa exposición de la Palabra de Dios; pero también, sin duda alguna, por el ejemplo de conducir fielmente a su familia dentro de los principios de la ley divina. Antes de conquistar naciones y reinos, Josué había conquistado a su familia para el Señor y su servicio. Lo que Josué quería para el pueblo que dirigía, lo había logrado primero con su familia.
CONCLUSIÓN
