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lunes, noviembre 4, 2024
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Declaración bíblica sobre El Hombre, su Caída y su REDENCIÓN – muy interesante postura de las Asambleas de Dios en México – Guia para otras denominaciones

El hombre, su caída Y REDENCIÓN

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de justicia (Ro. 5:17).

El hombre es el ser más importante de la creación. Cuenta con un sin número de habilidades y destrezas que lo colocan por encima de todo lo creado. No obstante, con todo lo que el hombre es y el enorme potencial que tiene, padece la desgracia de poseer una naturaleza caída y pecaminosa que lo nulifica y lo reduce a la infidelidad. Según Romanos 3:23 el hombre está bajo condenación y es merecedor de un castigo eterno. Sin embargo, Dios ha tenido misericordia del hombre y ha provisto un plan maestro de redención mediante el cual puede salvarse y recobrar su posición original ante Dios. La desobediencia del primer Adán causó la caída de todo el género humano; la obediencia del segundo trajo la salvación a todo aquel que crea en él.

Entender nuestro origen y conocer las manos que nos formaron del polvo, hace que valoremos nuestro lugar en los propósitos eternos de Dios. Así mismo, la caída y degradación humana se clarifican cuando las ob­servamos a la luz de las Escrituras, al tiempo que nos maravillamos de la provisión divina redentora.

Esta doctrina es fundamental para entender el pasado del hombre, su realidad actual y la perspectiva de su eternidad.

SU ORIGEN
Creación directa e inmediata
El hombre es creación divina e inmediata de Dios, en estado de inocencia.  Esta expresión hace referencia a la manera directa e instantánea de cómo Dios creó al hombre. En este sentido existen dos direcciones.

En la expresión: Hagamos al hombre a nuestra imagen, confor­ me a nuestra semejanza (Gn. 1:26), se resalta que a diferencia de otras criaturas Dios creó al hombre en forma directa e inmediata, es decir, personalmente. La frase hagamos al hombre denota una decisión en la que

intervienen el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El resultado es un hom­ bre que a semejanza de Dios posee una naturaleza trinitaria (1 Ts. 5:23).

El hombre es creación inmediata de Dios en el sentido de que no hubo proceso de selección natural o evolución. El ser humano fue creado con el mismo grado de perfección y desarrollo físico y mental que posee hasta el día de hoy. Nunca tuvo nada que ver con simios o primates como algunas teorías sostienen.

EL ESTADO DE INOCENCIA

Según la Biblia el hombre fue creado en estado de inocencia. No había malicia, pecado, vergüenza o miedo en él, ni nada negativo que empañara su relación con Dios. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban (Gn. 2:25).

La caída

El hombre voluntariamente pecó, perdiendo así su estado original.

Tal estado de inocencia se perdió una vez que fue consumado el peca­ do de la desobediencia cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido. Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás (Gn. 2:17). Y una vez que comieron fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos (Gn. 3:7). Cuando Dios buscaba al hombre en el

Edén ¿Dónde estás tú? (Gn. 3:9), se descubre en la respuesta de Adán una serie de reacciones que quedan descritas en Génesis 3:9-12. Veamos algunas de ellas: Tuve miedo y me escondí porque estaba desnudo.

Miedo

Después de haber pecado, cuando el Señor les habla, Adán responde: Tuve miedo. La conciencia de pecado produce miedo. El miedo produce una urgente necesidad de escapar, de buscar una salida a esa intimidación que se apodera de nuestro ser, lo cual sabemos no viene de Dios, porque él nunca intimida sino que produce paz y tranquilidad. Pero al ellos pecar la reacción es adversa, se produce miedo porque hubo una desobediencia, se quiso hacer la voluntad propia y cuando esto se intenta el miedo llega a nuestras vidas ya que es producto de nuestra caída.

Vergüenza

Cuando la gente es confrontada con su pecado se esconde de Dios. Actúa de una manera similar a la de Adán y Eva, siente vergüenza y trata de ale­jarse de la vista de Dios. Una de las cosas que tenemos que estar seguros es que nadie se puede esconder de Dios. El Señor en su amor busca al hombre, no porque éste tenga éxito en esconderse de él, sino porque él quiere que el hombre salga del lugar o situación en la que se encuentra por causa de la vergüenza que lo tiene alejado de su Creador.

Malicia

Todo se perdió con el pecado y el hombre quedó expuesto al mal. Me escondí porque estaba desnudo. El estado de inocencia con el que fueron creados se afectó con su caída en la desobediencia. Por primera vez se dan cuenta que sus cuerpos estaban desnudos y lo ven con malicia.

La mente del hombre quedó afectada por la maldad. Su naturaleza se depravó, por lo tanto, la raza humana experimentaría la inmanente inclinación al mal.

Culpa a otros por su fracaso

La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.

Como consecuencia de la caída el hombre se autojustifica y peor aún, tiende a echarle la culpa de sus errores y fracasos a los demás. Adán se escudó en su mujer y ella a su vez en la serpiente. Incluso en la respuesta de Adán se nota que está haciendo responsable a su Creador por haberle dado a la mujer.

Definitivamente la inocencia de Adán se perdió. Ahora es un ser inca­ paz de responder al llamado de Dios y no puede restablecer su comunión con él. Al igual que Adán, toda la raza humana quedó bajo condenación (Ro. 5:12).

SU REDENCIÓN

Su única esperanza de redención está en Jesucristo el Hijo de Dios.

Sostenemos según lo enseñan las Escrituras que no existe para el hombre ninguna manera de salir de la condición de pecado y condenación, hereda­ da por el primer Adán, fuera de la provista por nuestro Señor Jesucristo.

¿Cómo puede el hombre recuperar su comunión con Dios? ¿Cómo puede llegar a ser de nuevo inocente y santo como en el Edén? Aunque el hombre de diversas maneras ha intentado alcanzar su propia redención, la Biblia enseña que nada puede lograr por sí mismo (Sal. 49:6-9). De manera extraordinaria los delantales de higuera que se hicieron Adán y Eva, tipifican aquellos esfuerzos humanos por los cuales el hombre inten­ta su propia redención y perfección, tales como la ciencia, la religión, las buenas obras y la filosofía.

Ninguno de estos métodos puede cambiar o mejorar la condición del hombre con respecto a Dios. Solamente el Creador puede hacer algo por él. Las túnicas de pieles de Génesis 3:21 en cambio, sí pudieron cubrir la desnudez de Adán y su mujer con eficacia, pues Dios fue quien las hizo. De igual forma el Padre ha provisto a través del sacrificio de su Hijo

Jesucristo el plan o método perfecto de salvación mediante el cual el hom­bre es limpiado de su pecado, restableciendo así su comunión con Dios. Notemos que las túnicas de pieles implicaban el sacrificio y la sangre de los animales de los cuales fueron tomadas. Y sin derramamiento de sangre no se hace remisión de pecados (He. 9:22).

Jesucristo es la única esperanza de redención para la humanidad, porque el pecado trajo condenación eterna. El precio fue la sangre del Cordero de Dios derramada a favor del pecador (1 P. 1:18-20).

SU ESTADO FINAL

Vida eterna o condenación eterna, dependiendo de su aceptación o rechazo de la oferta de gracia dada por Dios, por medio de Jesucristo.

El estado final del hombre depende de la relación que haya tenido con su Creador y será únicamente en dos sentidos, la vida eterna o la condena­ción eterna. Media en estos dos destinos el Cristo resucitado y la decisión del ser humano como explica el Diccionario Teológico TELL: El destino del hombre no es una mera existencia sin fin sino que es una vida redimida y preparada para la eternidad, o bajo el perpetuo juicio de Dios.

Vida eterna

Aun cuando el pecado deformó la imagen de Dios en el hombre, no obs­tante, este sigue llevando en sí mismo un deseo innato de vivir por toda la eternidad (Ec. 3:11). Este anhelo sólo puede ser satisfecho mediante la fe en Jesucristo. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá (Jn. 11:25). Jesucristo ganó para nosotros una vida eterna a su lado en las moradas celestiales (Jn. 3:16).

Condenación eterna

Muchos han querido mutilar la revelación divina negando la realidad de un infierno literal, argumentado que un Dios de amor jamás podría con­denar a sus criaturas al infierno. Otros evaden esta realidad diciendo que el infierno está aquí en la tierra y que los sufrimientos que se puedan padecer en este mundo son el único castigo que el hombre sufrirá según su comportamiento. Y qué decir de los que creen que después de la muer­te simplemente dejamos de existir. Sin embargo, si creemos en la Biblia como la revelación directa de Dios que supera la lógica y la razón, hemos de creer que afirma la existencia de un lugar de condenación en donde los pecadores no arrepentidos serán atormentados por toda la eternidad (Mt. 5:22; 10:28; Le. 16:24,28).

CONCLUSIÓN

El hombre padece las consecuencias del pecado por la desobediencia de Adán y Eva y ningún esfuerzo humano podrá sacarle de su condición. Sólo existe un camino eficaz de salvación, el cual es Jesucristo. Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por m í (Jn. 14:6). Aquellos que crean en Jesucristo les está reservada la vida eterna con Dios en el lugar que él ha preparado para los redimidos. Y quienes rehúsen creer en Jesús serán condenados en el infierno por toda la eternidad. Hagamos pues de nuestras vidas un instrumento útil en las manos de Dios para que por medio de la predicación y el testimonio al­cancemos a los pecadores para que reciban el regalo de amor que Cristo tiene para ellos (Mr. 16:15).

Ahora es su turno

Ponga una F si la declaración es falsa o UNA V SI ES VERDADERA

  1. El hombre es un ser esencialmente bueno que a través DE LA EDUCACIÓN PUEDE SALVARSE ( )
  2. El hombre fue creado a través DE un PROCESO DE EVO­ LUCIÓN ( )
  3. La iglesia tiene poder para salvar AL HOMBRE DE SU PE­ CADO ( )
  4. LA ÚNICA ESPERANZA DE REDENCIÓN ESTÁ EN JESUCRISTO ( )
  5. E l infierno está aquí mismo en la tierra ( )
fuente: libro DECLARACION DE FE de las Asambleas de Dios – México
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Pastor: David Gamboa
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Creador y fundador de este portal, diseñador web, Pastor de la iglesia Emanuel para las Asambleas de Dios en México, Musico y director en Unzion Records. Promueve y patrocina esta plataforma esperando sea de bendición para ti.

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