Román Cruz Gallegos por Samuel Vázquez S.
Leí hace apenas unos tres o cuatro días que Román se sentía mal, que aunque había salido negativa la prueba de covid que se había practicado, su oxigenación estaba bajando, después leí que fue hospitalizado para ser mejor atendido y esta mañana me sorprendió la nota de que fue llamado a la presencia del Señor. Muy rápido dijo presente en la gloria.
Muy joven lo llamó el Señor.
No lo traté mucho. De hecho mi interacción en persona con él fue una sola vez. Aunque después nos saludamos en varios eventos. Pero esa única vez me dejó un recuerdo inolvidable por lo intensa jornada vivida. Conocí a Román hace unos años, más o menos 2008 o 2009, él era Coordinador Regional de Jóvenes, yo era directivo general del Concilio, me invitó a predicar a una reunión regional juvenil que se efectuaría en Naranjos, Ver. La actividad iba a desarrollarse viernes y sábado. Acepté la invitación con mucho agrado.
En esos años esa zona del estado de Veracruz era súper peligrosa, la violencia derivada del narcotráfico era el pan de todos los días en esa zona. Ajustes de cuentas, levantamientos, secuestros era algo cotidiano. Una inseguridad que se percibía en el ambiente. La gente se movía con mucha discreción para no ser presa de estos individuos.
Yo viajé de la Ciudad de México, é hice un escala en Poza Rica, Veracruz, para saludar a mi amigo Adrián Bustos, después de comer quien no me permitió ir en ADO hasta Naranjos, prefirió llevarme en su auto, para cuidarme. En el camino me iba señalando los peligros propios de esos tiempo que para el ojo no entrenado de un visitante como yo, no eran tan obvios, vehículos con tipos armados y halcones que estaban a las orillas del camino, en las intersecciones, en algunos topes de la carretera.
Llegamos temprano a Naranjos, Adrián se regresó a Poza Rica. Me llamó la atención que todo lo relativo al evento estaba bien organizado. Mi hospedaje en un hotel ya previsto y arreglado de antemano. Llegó también al mismo tiempo que nosotros el grupo musical que iba a estar ministrando en la reunión, que se iba a efectuar en un local que se consiguió frente al Parque Central, junto a la Comandancia de Policía situación que tendría relevancia en esta historia. También nos respaldaba con su presencia el coordinador distrital de jóvenes del Distrito Oriente el buen amigo Edgar Borbolla de Cerro Azul.
Inicio el evento, todo normal, primera noche, una buena representación de la región, eso si el servicio fue rápido y en cuanto terminamos, los muchachos rápidamente se fueron a sus casas. El sábado en la mañana tuvimos buena asistencia, los jóvenes respondieron a la convocatoria de Román.
Sin embargo para la clausura en la tarde del sábado las cosas se empezaron a complicar. Se soltó un rumor muy fuerte en toda la ciudad de Naranjos, entre toda la comunidad, por todas las vías de comunicación que se manejaban en esos tiempos: los Zetas habían advertido que iban a tomar Naranjos ese sábado en la noche. Era un escándalo, un momento muy peligroso para la ciudad. Y más para Román que tenía encima la responsabilidad del evento regional, con el correspondiente peligro para sus jóvenes. Realmente era un ambiente muy tenso. De mucha preocupación. Cualquiera se hubiera espantado y suspendido todo.
A media tarde Román fue al hotel a hablar conmigo, me planteó el asunto, dicen que los Zetas van a tomar la ciudad, en alguna ocasión ya habían entrado en caravana en sus camionetas y hacían sus recorridos, pero ahora están avisando para que nadie salga de su casa a partir de las 7 de la noche. Me dijo usted cree que debemos suspenderlo o realizarlo. Mi respuesta fue, lo que tú determines está bien para mi, cuenta conmigo, si lo quieres suspender adelante, pero si decides hacerlo, adelante. Y además Román agregó ya fui al cuartel de la policía que está a lado del local a preguntar y me dijeron que es un rumor falso, que es mentira, que ellos no tienen conocimiento formal de tal amenaza y no creen que suceda eso.
Y valiente como pocos Roman determinó: vamos a hacerlo, pues adelante le dije. Se comunicó con los líderes seccionales y locales, con Edgar y en una ciudad vacía en sus calles, sola, realizamos la clausura normalmente del evento. Era increíble lo que vivimos, no había un solo carro ni una moto en las calles, ni personas caminando por el centro de la ciudad. Los negocios del centro cerraron temprano incluyendo los del mercado. Los jóvenes que fueron al culto rápidamente se regresaron a sus casas y nos quedamos solos en el centro de la ciudad. Literalmente solos. En medio de un silencio sepulcral.
Mientras los muchachos del grupo desarmaban los equipos y los subían a la camioneta, fui al hotel a dejar mi Biblia y a esperar a Román, Edgar y otros que estaban trabajando se desocuparan para ir a cenar. Lo cual se dificultó porque todos los negocios de comida, restaurantes, taquerías, loncherías estaban cerrados. Recuerdo que un solo lugar estaba abierto y nos fuimos caminando desde el hotel, la calle era nuestra y de nadie más. De verdad que nuestros pasos y nuestras voces resonaban en la noche en una ciudad sepulcral de Naranjos. Contrastando con las risas, la alegría y las locuras propias de su juventud ya liberados de la tensión de las horas anteriores. Como olvidar esa experiencia bajo el rumor de la amenaza de los Zetas.
Hoy Román llegó a la patria celestial, Dios consuele, fortalezca y sustente a su esposa y a sus hijos, a su demás familia, a su iglesia y amigos. Descansa ya de sus trabajos y de sus enfermedades Román Cruz Gallegos.