[dropcap]H[/dropcap]ay muchas posturas equivocadas hoy acerca de las finanzas. No debería de haberlas, pues la Biblia es clara en todos los sentidos con respecto al manejo de nuestro dinero, sin embargo, dentro de los muchos pensamientos improductivos acerca de las finanzas, consideramos tratar el más peligroso de todos: No se debe de hablar de finanzas en la Iglesia
¿No se debe de hablar de finanzas en la iglesia?
Creemos que la primera forma de pensamiento que más nos menoscaba y detiene nuestro crecimiento ministerial es el de que no se debe de hablar de finanzas en la iglesia. Es decir, se interpreta el tema financiero como un tema tabú ya que la percepción es que el ministro busca obtener más dinero a costa de las ovejas. La función del ministro es solamente predicar el evangelio y no tiene por qué entrar en el terreno de las finanzas.
Nada más equivocado. La Biblia habla de pasta a pasta de finanzas. Siempre con el buen propósito de ser lámpara al creyente en el manejo de su dinero y prevenirlo de los peligros que el mismo conlleva. Si no creemos que se debe hablar de finanzas para prevenir al pueblo del Señor de los problemas que conlleva una mala mayordomía en el dinero, veamos los siguientes antecedentes bíblicos:
1. Acán murió por un problema de codicia de dinero.
La Escritura nos habla de un miembro del pueblo de Dios; no un pagano o alguien ajeno a la nación escogida que pereció junto con su familia y causó un quebranto gravísimo al pueblo de Israel en su objetivo de conquista de la tierra prometida por codiciar dinero. La Palabra nos describe la confesión de Acán como sigue: Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello (Josué 7:21).
2. El joven rico rechazó a Jesús por un problema de amor al dinero.
Es sumamente sorprendente la situación del joven rico que llegó a ver a Jesús. Además
de tener todas las cosas a su favor: juventud y riqueza. Este joven llegó ante Cristo con la actitud correcta (de prisa), llegó ante el Señor con la reverencia correcta (doblada la rodilla), llegó con la pregunta correcta (¿qué debo de hacer para heredar la vida eterna?) y llegó con el trasfondo correcto (todos los mandamientos he guardado desde mi juventud). Pero en el momento en que el Señor condiciona su discipulado a dejar en segundo plano las posesiones que tenía la Biblia nos expresa la triste decisión del joven como sigue: El joven le dijo… ¿Qué más me falta?, Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. (Marcos 10:17-22).
3. Ananías y Safira perecieron por un problema de codicia de dinero.
El médico Lucas narra en el libro de los Hechos que un cristiano destacado como lo fue Bernabé vendió una heredad y el dinero fue entregado a los pies de los apóstoles para que éstos lo administraran y se pudiera satisfacer la necesidad de la iglesia primitiva en Jerusalén. La donación de Bernabé debe de haber sido muy cuantiosa para que en medio de una iglesia en donde todos daban lo que tenían para que no hubiera necesitados, le hiciera ganar gran renombre. Esto provocó que una pareja cristiana decidiera hacer lo mismo, pero con deshonestidad, ya que al recibir el dinero de su terreno, sustrajeron del precio secretamente siendo vencidos por su amor al dinero, pero no contando con el discernimiento de Pedro quién por medio del Espíritu Santo le dijo a Ananías: … ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró… (Hechos 5:3-5).
4. Judas vendió a Jesús por amor al dinero.
El discípulo traidor, se convirtió en aquello por amor al dinero. Desde que fue nombrado tesorero, Judas nunca superó la prueba del dinero y la Escritura afirma que sustraía de la bolsa del tesoro de los apóstoles; y cuando llegó el momento, su amor al dinero le hizo cometer el más grande crimen que jamás el ser humano pudiera cometer: traicionar al Hijo de Dios por dinero. Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle (Mateo 26:14-16).
5. Jesús echó a los cambistas del templo por pervertir el culto con fines de dinero.
El Señor Jesucristo echó a los cambistas del templo por codiciar dinero y hacer mercadería desvergonzada dentro de la misma casa de Dios. El verso no puede ser más descriptivo: Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones ? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones (Marcos 11:15-17).
Transcribimos a William Barclay para manifestar el terrible engaño económico que se hacía de los ofrendantes: Era corriente que una visita al templo fuera acompañada de un sacrificio… para ello las autoridades del Templo tenían inspectores que examinaban a las víctimas antes del sacrificio. La inspección ya costaba el salario de un día, y ya se podía estar seguro de que le encontrarían algún defecto que les permitiera declararlo no apto. Se podría pensar que aquello no habría importado mucho; pero es que un par de palomas podía costar solo el equivalente a un denario (el salario de un día) mientras que en el templo costarían no menos de quince denarios… y lo peor del caso era que aquella injusticia se agravaba por el hecho de que se perpetraba en el nombre de la más pura religión. (Comentario al Nuevo Testamento. Volumen 5. Juan I. pág.132, 133).
La realidad es que las finanzas son uno de los temas menos tratados en nuestras congregaciones, por la sencilla razón de que muchos de los ministros no nos sentimos capacitados para enseñar principios bíblicos financieros a nuestras iglesias, por temor a pasar aprietos en un tema en el que no nos sentimos lo suficientemente instruidos frente a miembros de nuestras congregaciones que laboran o se desempeñan en áreas de trabajo financieras o de negocio.
Otra de las razones clave es sencillamente que aunque probablemente conocemos los principios bíblicos para el manejo de las finanzas, no tenemos la autoridad moral para impartir dichos principios, por no observarlos ni siquiera nosotros mismos. Pero la importancia de enseñar principios bíblicos sanos se ha vuelto de fundamental importancia ya, por los problemas financieros que muchos de nuestros feligreses experimentan día con día, y por las doctrinas equivocadas que inundan los medios cristianos invitando a los creyentes a ir en pos de teologías financieras contrarias a la palabra de Dios y conformadas a la corriente del mundo materialista y consumista en el que vivimos.